sábado, 31 de diciembre de 2005

Atentos, apunten, disparen

Son frecuentes las cámaras en la última cena del año.

Así que... atentos.

¡Apunten! ni al corazón, ni a la cabeza: a las manos. A las que pican del turrón antes de que empiece la cena, a las que pelan las uvas, a las que se limpian en el delantal, a las que sujetan la copa, o a las manos furtivas por debajo de la mesa.

¡Disparen! A ver cómo son las últimas manos del año. O las primeras -según se mire.

Salud, comenteros y hasta el año que viene.

viernes, 30 de diciembre de 2005

Resumen del año III

Se nos va este año desordenado y raro. Para mí desde luego el más desordenado y el más raro en mucho tiempo. Venga a pedir a gritos emociones y cambios... pues toma: me los dieron a espuertas en 2005.

El lunes mi estómago y mis intestinos dijeron basta, fue por la noche, estaba sólo en casa y mientras vomitaba nadie me sujetó la frente.

En un primer autodiagnóstico pensé en la tarta de la mujer de mi padre, esas natas de Termomix no pueden ser buenas. Sobre todo si te las comes tres días después. Luego pensé que se me habían indigestado las malditas fiestas, por el tipo de dolor, que era global. Se contraían mis abdominales y parecía que iban a salir por ahí los biberones de cuando era pequeño, la canica que me tragué y todos los huesos de todas las aceitunas de toda mi vida. Pero no, puede que influyera la nata, y quizá también tuvieron algo que ver las malditas fiestas, pero a mí se me había atragantado un trozo de la vida, lo que técnicamente se conoce como un rato. No ella por completo -eso te lleva a la UVI de cabeza- sino un instante, una espina de la vida. No sabía en qué momento exacto la ingerí, ni el tamaño, pero era un material rasposo y amargo, bastante tóxico. Es lo que tiene la vida, que casi siempre mata.

Al volver a la habitación unos cuantos fantasmas disfrazados de enfermera, entre sexys y macabros me acompañaron toda la noche. Me mostraban sus pechos desnudos con algunos gusanos, me pinchaban con agujas larguísimas, me echaban su aliento apestoso.
- Somos la brigada que atiende a los recién separados que viven solos. Te jodes. Ummmmmm qué rico -dijo la más procaz.
- Iros a la puta mierda, que estoy muy bien solito.
Todas se carcajearon.
- Creo que no has entendido nada. Túmbate, tenemos toda la noche para explicarte.

La cosa era audiovisual. A ratos incluso pirotécnica. Con los ojos abiertos no pasaba nada. Pero si los cerraba, el techo recién pintado se llenaba de manchas, de sombras... Incluso salieron goteras (¿cómo vas al seguro a que te reparen unas goteras que te han hecho unos fantasmas?) Pusieron todo perdido

Conseguí amanecer, era de esperar. Maltrecho, sin haber pegado ojo. Y como yo pensaba, los primeros rayos del sol espantaron a esos/as cabrones y limpiaron la habitación. Pasé todo el día durmiendo y en la neblina de la fiebre apareció una enfermerita, sin cualificación, de tan blanca casi transparente, con sus crucecitas rojas y su culo prieto (esto es fundamental para que uno pueda confiar en una enfermera). Con buen corazón y cofia de papel me hacía un agua de limón y me cocía un poquito de arroz.

Dormí ocho horas a saltos durante el día.

Dormi doce horas de un tirón durante la noche.

Y cuando me levanté al día siguiente, entumecido y débil, noté como si hubiera perdido de la misma tacada unas bacterias (o viruses, nunca sé), líquidos retenidos, humores malos, miedos varios y hasta un poso de melancolía caducado y apestoso que se me había caído detrás de los muebles del alma. Me sentía maravillosamente vacío. Glorioso. No sé si en términos absolutos o por comparación, para esto hay que esperar la cuarentena.

Unas pocas manzanas después todo en su sitio otra vez.

Casi todo. Porque me han salido unas ramitas nuevas, unos brotes, incluso un par de florecillas en el sobaco. Parezco una alegoría de la primavera naif, gordita y peluda. Y así voy a despedir el año, brillando.

No puedo decir que este año haya sido malo. Desordenado y raro sí, pero malo no. Todo lo contrario.

En resumiendo diré que hice el amor, y a ratos también hice la guerra. Uno de los mejores conciertos de mi vida el 11 de Mayo en Clamores. Me dolió de tan dulce.

Escribí bien a gusto, viví, imaginé. Incluso trabajé. Y me pagaron, más o menos. Fui un amante intempestivo, irregular pero entregado y fogoso; para mi piano.

Sentí el calor de mis amigos todos los días e incluso varias veces al día, pero no eran amigos todos los nombres de la carpeta "amigos" de Outlook. Bueno, eso ya lo sabía.

Me tumbé al sol desnudo y cogí aviones, casi siempre de compañías de bajo coste. Tuve invierno en verano, verano en invierno y también invierno en invierno y verano en verano. Pero a mi las estaciones no me afectan, a mí sólo me afectan los trenes.

Descubrí en mi cachorrito tres o cuatro personitas distintas, de complejidad creciente. Sin duda la frase del año me la dijo en el coche cuando volvíamos de la playa: "Tú no hace falta que seas mi amigo, con que seas mi padre es bastante". Sin inmutarse me colocó en mi sitio e hizo caduca casi toda la pedagogía "moderna".

Uso el pretérito imperfecto en vez de el perfecto, porque a día 30 de este diciembre raro y desordenado, de un año raro y desordenado. A 2005 lo considero bastante préterito, y bastante imperfecto. También bastante salvaje, inolvidable y bello.

Suma y sigue.

El ataque continúa


Esta foto la ha tomado esta misma mañana Xnem en Barna.

Y no está retocada como la de la familia del Rey.

Fíjaos cómo está la cosa.

¿El 25 no había pasado ya?

jueves, 29 de diciembre de 2005

Blogus Interruptus

Nos vamos a quedar a las puertas de los 10000.

Miraré el contador mientras me como las uvas. una preocupación más: los pipos, la piel, los cuartos, las medias y los comenteros.

Esto no puede ser.

El día

Se ha ido marchando el día. Discretamente. Y él a sus cosas. Divagando. Yendo de un pensamiento a otro, de una soledad a una compañía. De un cuarto frío a otro más frío todavía.

El termómetro no ha pasado de 15. Y eso, que a mediodía te puede hacer gracia, a las 8 te destempla el corazón. Te socava.

Ahora son poco más de las 9. Ha puesto un disco marchoso maravilloso de Putumayo para que le despierte mañana. Y se ha metido debajo del edredón con un libro.

Suena la lluvia al otro lado de la ventana, esto en Madrid da mucha alegría; cierras los ojos y viajas al norte.

Tiene nostalgia de cosas que no han pasado, y el recuerdo de frases que no ha escuchado. Un pájaro con las alas mojadas le vive dentro. Un racimo de burbujas le alegra la boca.

Se ha ido marchando el día. Discretamente. Y él a sus cosas.

Mano de Carpintero


"Es la mano de mi padre.
Como todo carpintero de los de antes,
tiene algunas secuelas."

Xnem

miércoles, 28 de diciembre de 2005

Santa Claus

Como ya nos ha señalado Xnem, este año hay una invasión de Papasnoeles en plan comandos especiales asaltando las casas. Con cuerdas, a pulso, en solitario o en pandilla...

La otra mañana, según iba al mercado (el mercado está a 200 m escasos de mi casa) los conté: 45.

Había uno muy curioso. De tamaño natural, que pataleaba. Pero en vez de estar agarrado a la cuerda la tenía enroscada al cuello. Además se le habían caído los pantalones y se le notaba una erección considerable debajo de unos calzoncillos de papasnoeles. ¡Qué redundante! ¿verdad? Yo pensé que los trabajadores de Xian Pen se habían pasado un pelín. De creativos. Pero en Madrid, en estas fechas se ven tantas y tan grandes excentricidades que seguí mi camino.

A la vueta, con mi cuarto de jamón serrano, mi baguete y unas mandarinas, el papá Noel seguía pataleando. En cambio ahora estaba rojo rojo y se llevaba las manos al cuello. Me paré y noté que hacía unos sonidos guturales (no te fastidia, no iban a ser occipitales) ¡¡estaba pidiendo auxilio!!. Qué realismo, desde luego los chinos nos van a conquistar economica y totalmente en cuanto quieran. Me acerqué un poco más, a ver si le veía la etiqueta.

- Tú, tonto del culo, es que no vas a ayudarme- dijo llenando la frase de gues.

A mi alrededor no había nadie. Era a mí.

Tú habrías hecho lo mismo, ves a Papá Noel en apuros y te lanzas a socorrerle. Subí como pude a la ventana y le solté la soga.

- ¿Represalia o intento de suicidio?

- Ha sido represalia. Un crío de 13 años, que me pidió la pesepé, un emepetrés, un adesele... pero sus padres me dijeron que sólo el emepetrés. Mira, a mí me pagan los padres, pero los palos me los dan los hijos. El sector está muy mal, falta seguridad...

-Pero, por favor - añadió- si te preguntan, di que fue intento de suicidio, que salga en los papeles. Que el panorama de llegar a una fachada a currar y encontrarme 10 o 12 caricaturas mías me deprime. Y, qué quieres que te diga, la depresión, a partir de cierta altura, puede tener consecuencias fatales.

-Vale. ¿quieres un poquito de jamón? ¿Un currusquito? ¿mandarina?

-Ya puestos.

martes, 27 de diciembre de 2005

Resumen del año (II)

He engordado.
Lo pasé genial en la playa.
He visitado Singapur.
De enero a abril (incluidos), he disfrutado mucho del trabajo.
He disfrutado poco en mayo y junio.
He disfrutado mucho en julio.
He cogido vacaciones en agosto (y parte de julio).
He cogido 39 días seguidos de vacaciones.
He disfrutado muchísimo del trabajo de septiembre a noviembre.
He disfrutado menos en diciembre.
He jugado a la lotería.
No me ha tocado.
He comprado más libros de los que me da tiempo a leer.
He recorrido 32.753 kilómetros (hasta hoy) con mi coche.
He descubierto que hay gente interesante en el mundo (gracias al blog) pero no la he conocido (aclaración para pusilánimes).

lunes, 26 de diciembre de 2005

Resumen del año (I)

He salido poco.
He follado lo justo.
O sea, he follado poco. O sea, nunca es suficiente.
He leído bastante.
He leído menos de lo que quería. Como siempre.
Mi libro del año: 'Mientras dan las nueve', de Leo Perutz.
Mi película del año: 'El jardinero fiel'.
He escrito poco o nada por placer.
He escrito muchísimo por obligación.
No he conocido gente interesante.
He viajado.
Me ha encantado viajar.
Me he aburrido. A veces.
Me he divertido. A veces, pero más.

La cuñada absurda y repolluda que hace pareja con el cuñado que se fuma un puro y se vuelve blanco

En la cena de Nochebuena hubo cava, langostinos (congelados, pero congelados de verdad; si los tirabas de golpe rompían la loza, o sea), jamón, ¡calamares fritos! (una ordinariez), solomillos (exquisitos), niños (Herodes no llega hasta el 28, lástima) y cuñados. Estos son los mejores. Una de ellas -bajita y repolluda- se hizo la conservadora (es de extrema derecha, con lo cual quiero decir que se moderó un poco y eso) y le pareció mal que una amiga me hiciera un regalo especial para mi cumpleaños. Indignada estaba. No entendía que N. no montara un pollo, la muy gilipollas. Mientras ella se ocupaba de nuestras intimidades, el marido absorbía un puro como si fuera el último de su vida. Y casi lo fue. Al cabo, blanco estaba. No le volvía la color.

Hablamos de los chicos, de la educación de ahora -que es igual que la de antes, pero a nosotros nos pilla mayores y reaccionarios (para algunos esta palabra se queda escasa)-, de la sobrina que este año por primera vez sale a una fiesta de Fin de Año. Pobrecita, en qué hora lo ha contado. Toda la familia en la puerta de la disco esperando a que salga. Ya me lo veo. Y con un rosario y unos cuantos crucifijos para que purifique su alma.

En fin, al día siguiente la cosa tocó en casa. Lo pasamos bien. Vinieron amigos, la otra mano entre ellos, y nos cantamos unos boleros al ritmo del piano. Bueno, vino mi madre, pero nada enturbia un buen día. Ni siquiera eso.

sábado, 24 de diciembre de 2005

Navidad. O de cómo a la otra mano le encantan estas fiestas y le regalaron el jeep del Geyperman

Todo tiene su explicación. Entra despacio por el pasillo, llama a la tercera puerta de la derecha y da un paso hacia el interior. O dos si tienes el culo gordo y se te queda fuera. ¿Ves? ¡Qué sonrisa! ¿Verdad? Es que me gusta la Navidad. Siempre -excepto en aquél prescindible intervalo adolescente, claro- me ha gustado la Navidad. Todo tiene una razón: las empiezo con fuerza. Primero cumplo años, después ya todo me da igual. Incluso la familia. Esas reuniones impagables con cuñados ridículos que viven detrás de una cámara de vídeo (¡me acaban de regalar una!), esos suegros que se insultan sin mirarse porque la sopa está salada, picante, sosa, espesa o todo a la vez. Esa cuñada con cara-de-culo como sólo tienen cara-de-culo las cuñadas con cara-de-culo. Ese sobrino que justo rompe la figurita de porcelana más preciada por el dueño de la casa. Impagable.

Lo confieso, pasé una muy triste. La 1976. Pero ahora la recuerdo con cariño. Y pasé una tensa: la de 1978. Recibí una bofetada ideológica. A mi impertinente "o los Reyes me traen el scalextric en ocho o como me echen el círculo no lo quiero" la reacción fue una mano enorme que se estampó en mi jeta y una voz que me mandó a la cama por caprichoso, egoísta, insolidario e insolente. Al día siguiente me levanté y en el salón había un scalextric con forma de ocho. Aún tengo la conciencia intranquila. Además, estaba el jeep de los Geyperman ¡y yo tenía Geyperman! Así que cabían todos con sus uniformes y sus aperos de campaña. Por eso entiendo que a la otra mano le dé por saco la Navidad. ¿De verdad te trajeron el helicóptero de los Madelman? ¡No hay derecho! Reclámale parte de tu infancia al gordo del reno, tronco. Seguro que te indemnizan, que viene de un país próspero.

En cuanto a la edad, me encanta sumar otro y otro y otro año más (llevo 39) un 22 de diciembre. ¿Hay un día mejor? No lo conozco. ¡Qué rollo cumplir años el 11 de enero, por ejemplo! ¿Qué pasa el 11 de enero? Pues nada. Y qué me decís del 20 de marzo o del 2 de febrero. ¡Qué rollo! Pero el 22 de diciembre... Que sí, que tu también esperas que te toque la lotería. Nadie se olvida de ese día: la Lotería y el cumpleaños de un tío al que le gusta la Navidad. Cómo se va a a olvidar la gente.

Felicidades.

viernes, 23 de diciembre de 2005

Estas fechas

Aborrezco meticulosamente estas fechas tan señaladas. No lo puedo evitar. Creo que es un trauma que me viene de cuando me pedí el helicóptero de Geyperman y me trajeron el de Madelman. Yo tenía dos Geyperman, con sus trajecitos, sus platitos de camping, su tienda de campaña. sus metralletitas, sus granadas... uno tenía barba y el otro no.

Los Reyes me trajeron el helicóptero de Madelman porque era más barato, también puede ser que mi madre no supiera cuál era Madel y cuál Geyper. Pero no había manera de meter a los Geyperman en aquel helicóptero y eso me fastidió la mañana de Reyes de 1980.

Yo en aquel momento ya sabía que los Reyes eran los padres. Lo sabía 364 días al año. El 5 era cándido. Cándido por conveniencia, normal. A partir de entonces todo fue a peor, e incluso algún año me echaron un jersey, una muda o unas botas que me hacían mucha falta. Empecé a odiar a los 3 reyes, a los 3 pajes y a los 3 camellos, por traidores. Mierda, todo era mentira, todo había sido mentira.

Se me juntaron la frustración y la rabia, y me salió una circonvolución (o circuncisión, no sé) cerebral que inhibe el sentimiento navideño, radical.

Cuando fui padre, intenté disimular. Y eso hago ahora. Voy por la calle como si no tuviera el cerebro dañado y me parecieran bien las luces, los arbolitos, los papasnoeles y los arcaicos belenes (¡que abriguen a ese niño por favor!). Porque uno, de padre hace cosas que piensa que jamás haría, como por ejemplo levantarse cuatro veces en una noche para llevar agua a alguien que no tiene sed. Desde que llega la maldita navidad estoy deseando que se acabe. Y de la misma manera que otros se congratulan cuando encienden el alumbrado, yo me emociono cuando veo a los operarios retirarlo con sus grúas y sus herramientas en una coreografía milimetrada creada especialmente para una preciosa y anónima mañana de enero.

Eh, eso sí, que empiece el año sí que me gusta. Esa sensación de tirar uno a la basura y quitarle el envoltorio a otro... eso me fascina. Y lo de las uvas y el reloj es un rito que sigo con devoción.

Por Dios (que no existe) que pasen pronto.

Pero mi circunvalación cerebral no me impide desearos lo mejor. Todo lo mejor. No porque sean estas fechas, yo os lo deseo todos los días del año.

A los comenteros, por las sonrisas que me he llevado leyéndoos, por el placer de mirar vuestras fotos. Por esa sensación agradable de estar compartiendo algo sencillo, cotidiano, barato... pero importante. Todos jugando a la gallinta ciega. Gracias por hacer que me importe más el número del contador que el quinto premio de la lotería.

A vosotros todo lo mejor. Hoy y todos los días.

Salud amigos.

Fdo: Una mano (y la otra)

jueves, 22 de diciembre de 2005

Xnem - Mi Mano


Xnem es uno de nuestros visitantes activos. Pasó por aquí... y mira tú, como que se está animando. Incluso ha abierto su propio chiringuito.

Y como es cumplidor sabe que aquí, los que pasan tienen que retratarse. La mano. Y mandarla. Aquí está la mano de Xnem.

El más allá


Temiro... recoge el guante (Anda, Temiro, mándanos alguna fotilloooooo, de las tuyas).

Y como es una mente inquieta, decide ir más allá.

Esto, técnicamente podría llamarse transgresión. Con todas las letras. Vamos, que les das la mano y se toman el pie. Así son estos comenteros. Que se excede, que se pasa de la raya. Pero se lo consentimos. Gustosamente. Muy gustosamente.

Se toma el pie... fotográficamente hablando, claro.

martes, 20 de diciembre de 2005

Gran Reserva

Hace frío. Pero el cielo está naranja, como a ella le gusta.

Baja la bolsa de basura antes de que pase el camión. Cierra el cubo gris. Mira hacia arriba, se demora con un cigarrito. Y en vez de apuntar al portal decide dar la vuelta a la manzana. Con las zapatillas y un jersey grueso de lana bastante viejo.

Hay días garrafón, y días gran reserva. Y no depende de las circunstancias. Salen así. Eso piensa.



Esta tarde, mientras daba con el rodillo -supongo que se llamarán rodillazos- cantaba coplas de las que no me sabía la letra. Los estribillos eran en castellano, pero las estrofas parecían en finlandés, o chino. A la lima y al limón tú no tienes quien te quiera. A la lima y al limón, te vas a quedar soltera. Y lo demás me lo inventaba. Doña Concha siempre me ha puesto la carne de gallina. Corea menos, ya ves. Todos llevamos muy dentro lo que oímos en el 124 cuando no elegíamos nosotros el repertorio. Ahora que no me oye nadie, lo pienso. He dejado las bolsas de basura, justo antes de que pasara el camión. Y en vez de volver doy un paseíto.

-¿Te vas a quedar fría vecina?
-Sí, ya vuelvo.
-Yo también.

No cruzamos ni una palabra más. Hasta el rellano.

-Hasta mañana.
-Hasta mañana.

Ella ha abierto la puerta, yo subo dos escalones.

-Sabes, hoy he tenido un buen día. Yo los llamo días gran reserva.
-Yo también.

Hace frío. Pero el cielo está naranja, como a mí me gusta.

lunes, 19 de diciembre de 2005

Piscina

Hay veces que me dejo libre, ad libitum. Pero cuando llevo un tiempo asalvajado me surgen cierto desasosiego y la necesidad de alguna pauta. Entonces me autorregulo, con benevolencia. Y me impongo alguna rutina, por que si no me desquicio.

Una de las rutinas a las que me someto de tarde en tarde es entrar en un sitio público, a una hora intempestiva, y quitarme la ropa. Una vez desnudo me pongo un bañador amarillo-verdoso, chillón pero amuermado por el cloro (como los chalecos reflectantes que ya han reflectado mucho). Feo como él solo. Un gorro de tela, rojo con una franja blanca -parecido al coche de Estarqui y Jach, que conseguí por un euro en una máquina dispensadora de gorros, el día que extravié un Speedo de alta competición (el último grito en Munich 72). Y unas chancletas de Decathlon que me rozan los dedos gordos de ambos pies justo donde más jode, al lado de la uña; pero que para ir del vestuario al agua valen.



Luego camino hacia la pileta. Una imagen recurrente en este trayecto -por si algún comentero sabe de interpretación psicoanalítica y quiere echarme una mano- es la siguiente: abro la puerta, miro la piscina y la encuentro llena de cadáveres flotando en formol. Pero en realidad no me ha pasado nunca, son frecuentes las momias de todas las edades pero todas se mueven.

A estas alturas ya habréis detectado los más sagaces que a mí la piscina cubierta me da por el culo (perdón por la expresión, quería decir "saco"), y que si la frecuento es para rutinarme, autorregularme, vitaminarme, mineralizarme y mens sana in corpore sano, la madre que lo parió.

En la piscina cubierta del polídeportivo de Navalcarbón, Las Rozas, no hay casi nadie a las 9.30 h. La que vende las entradas no deja de hablar por teléfono para decirme: 3 euros 10. En el vestuario suena un hilo musical de discjockey hiperactivo tocapelotas (estas tres palabras son sinónimos) tipo Abellán (ésta también). ¿Qué hago yo aquí? me pregunto. Practicar un deporte saludable, me contesto.

Antes de lanzarme al agua cumplo los ritos higiénicos del precalentamiento y la ducha. Cuando salgo de ésta última me paseo hasta el sitio donde dejé la toalla y abandono mis chancletas. Miro entonces por la ventana agotando mi última esperanza (ser abducido por unos marcianos). Ay, estarán reunidos. Elijo la calle en la que haya 1 o 0 personas, me agacho, me mojo con el agua de la piscina y acto seguido me zambullo.

40 largos de 25 metros es mi condena. Las reglas: como mucho 2 descansos, pero sin salir del agua, se permite 1 largo a braza de cada 5 (como máximo) los demás deben ser a crawl. Los personajes principales son la socorrista, el limpiaventanas y yo mismo como ente nadante. La socorrista tiene que acabar 1 crucigrama. El limpiaventanas tiene 8 ventanas, una por cada 5 largos míos. ¿Quién acabará primero?

Esto lo sabremos en el próximo capítulo.

Como lo importante no es ganar sino participar, os diré que casi siempre pierdo. Pero que al salir del agua me siento mejor persona, por eso voy. Puede que sea por las sustancias que segrega mi cerebro para combatir el sufrimiento, pero me miro en el espejo y reboso optimismo y me digo: qué buen polvo tienes. Y derrocho tersura, turgencia y otros adjetivos de los que aparecen en los frascos de cremas. Estoy tonificado entero, me lo noto, me pongo calzoncillos limpios y ahora sí que soy un hombre nuevo. Cuando paso a su lado la chica de la taquilla se vuelve (aunque sin dejar de hablar por teléfono). Es por el magnetismo: y nota que me ha mejorado el polvo desde que me vio entrar, pero no me lo dice porque es tímida y porque su novio es el profesor bajito de aerobic, el que grita a las fondonas y porque por ese torniquete ve ella pasar cuerpazos de bombero a tutiplén, no lo vamos a negar, pero menos dicharacheros y menos simpáticos que el menda, eso también.

Esta rutina me dura lo que dura un bono de 10 baños. Luego me asalvajo y me dejo libre, ad libitum. Y tan ricamente.

domingo, 18 de diciembre de 2005

Los Comenteros

Hibernar, nacer con casa,
comer camarones a diario,
mirarte fijamente
...despacio.

No lavarme el pelo,
darme un paseíto de dos metros,
dormir la siesta,
vivir cien años.

Mano Lenta lo dijo


Gracias por haberme hecho ser humano
podías haberme hecho rana o vaso
y habría que verme de rana
gorda y cantando
o vaso de vidrio barato.

Podías haberme hecho nube de paso
o triste tortuga o largarto
y me hiciste poeta y despacio...

Gracias por no haberme hecho legionario.
Y además gracias por no soltarme de tu mano.

El Usuario Anónimo lo dijo

Gracias a ambos.

viernes, 16 de diciembre de 2005

Tortuga

La mascota de mi hija se llama Kika. Es una tortuga de unos 3 centímetros de largo. Un reptil como mascota estimula mucho más la imaginación que un perro, de la misma manera que dicen que un caballo de cartón es mejor que una GameBoy. Además sea la mascota que sea, a los dos días el niño se desentiende de cuidarla. Por eso yo prefiero reptil.

El martes E. dijo: se te está poniendo mala, si no le da el sol se le ablandará el caparazón y luego se morirá. Yo creo que E. de tortugas no tiene mucha idea pero lo dijo con tal convicción que yo tomé nota. Y ayer la saqué al sol. Pero tuve un día ajetreado y se me fue el santo al cielo. Y esta mañana. ¡La tortuga! La pecera tenía una capita de hielo. Yo pensé que ya, la pobre, ni para una sopa. Pero no. Ha sobrevivido. Desde luego como seres que pueblan la tierra estamos peor preparados que ninguno. Una hormiga se cae de una altura veinte veces su estatura, y nada. Una tortuga ¡de California! la dejas en pelotas en una helada, y como si tal cosa, ni estornudar un poquito. Y en cambio a mí, me falla el ADSL y me pongo de los nervios. No es normal.

jueves, 15 de diciembre de 2005

miércoles, 14 de diciembre de 2005

Cesta de Navidad

He bajado la persiana. Así entra menos frío.
Suenan las risas de una niña. A pesar de que duerme, el silencio de esta casa está adornado con los ecos de su voz.

Pertenezco a esa parte de la población que no recibe cesta de Navidad, ciudadanos de segunda clase. El otro día estuve a punto de comprarme una y ponérmela a mí mismo como una sorpresa. Yo me sugestiono muy bien, y entre que la escondo y la descubro puedo olvidarme de que fui yo quien la pagó, la trajo y la guardó. Me haría ilusión encontrármela, de repente, porque nunca en mi vida me han regalado una cesta. Ni jamón, ni paletilla, ni lata de berberechos siquiera. Bueno, el año pasado me regalaron una bolsa muy bonita que me ha hecho un estupendo servicio. Coméntándolo con E. que tampoco recibe cestas ha dicho.
- Son como la pareja.
- ¿Qué? -extrañado.
- Sí, las cestas de Navidad son como la pareja. Muchos de los hombres que han pasado por mi vida eran como cestas de Navidad.
- ¿Y eso? -más extrañado.
- El envoltorio es bonito, te hace mucha ilusión conseguirlas... Pero cuando las abres descubres que la mitad de las cosas no te gustan. O no son lo que tú querías. Que te gustaría que hubiera más dulce, o más salado, que detestas las puntas de espárragos o que el l omo está duro y reseco.

martes, 13 de diciembre de 2005

Mousetrap



La misma cosa, dependiendo de cómo se mire, puede ser maravillosa o penosa. La verdad no existe. Ójala. Dejadme que me ponga esta mañana del lado del ratón. Es que he dormido poco.

domingo, 11 de diciembre de 2005

Manos que crean



Ja nos manda otra foto.
Yo me quedo mirándola.
Un rato.
Manos que crean son manos que miran.
Con el aparatito.

sábado, 10 de diciembre de 2005

Armonía

Si somos descaradamente imperfectos física y mentalmente; irregulares, aleatorios... El que más o el que menos tiene una oreja distinta de la otra (el que suscribe p.e.), una pierna un poco más larga, una teta más fría...

¿Por qué nos empeñamos en dar a los objetos que nos rodean apariencia de perfección?. Hacemos los suelos de las casas perfectamente cuadriculados, pintamos las cuatro paredes de la habitación exactamente del mismo color, nos amarga la vida un rayón en la puerta del coche, las ventanas los colocamos siempre perfectamente horizontales. Nadie lleva una manga larga y otra corta, ni siquiera una de un color y otra de otro. Los botones alineados y los intervalos entre ellos exactos, los dos puños idénticos ¿por qué, si las manos son distintas?. ¿Es una forma de buscar la armonía de la que carecemos? "Si soy capaz de poner el cuadro horizontal, yo también estaré equilibrado" ¿es ése el razonamiento?

El caso es que luego nos quejamos de que nos aburrimos, cómo no vamos a aburrirnos con las casas y las cosas tan cuadriculadas que tenemos.

Esto barruntaba yo, ayer, mientras quitaba el gotelé de la que será mi habitación. Empecé pensando que lo dejaría intencionadamente irregular. Pero cuando iba a medias de la primera pared, me salió de dentro una fuerza interior del tipo "todo lisito, lisito, perfecto" más propia de mi abuela o de mi madre. Y me paré a reflexionar: ¿dónde vas gordito? ¿por qué lo quieres tan liso? Y como no encontré una respuesta con peso suficiente me obligué a dejarlo raro, que era mi idea original. Pero me costó, no creáis. Y así me expondré noche tras noche durante años a la asimetría de esas cuatro paredes. Es un experimento, a ver si eso afecta a mi personalidad. A peor no creo que vaya, la verdad.

Mientras raspaba y raspaba: ¿quién inventaría el gotelé? ¡Cuánto mal ha hecho a la Humanidad!. ¡¡Así se pudra en el infierno junto al del papel pintado!!

jueves, 8 de diciembre de 2005

Arena

Me recorren ríos de arena.

Y yo, la verdad, preferiría tener sangre. De esa roja, corriente y vulgar, la de toda la vida. La de la vida, en general. Es más cómodo para las transfusiones.

- ¿Grupo?, pregunta la enfermera.
- Caliza, respondo yo.
-Aurora, ven a atender al señor (con retintin) ya está aquí el moderno de los lunes.

Dirán ustedes vosotros que a qué viene esta licencia poética, que de dónde me he sacado la metáfora. No, no es metáfora, es verdad. Si me hago un corte al afeitarme no me sale sangre. El otro día me cogió a traición una lata de mejillones en escabeche, me hice un buen tajo, y nada: solo salía arena. Los mejillones me quedaron un poco berberechos.

Pero yo ya sé por qué es. Una noche de éstas, entrando en Madrid. Las calles vacías. Me dí cuenta de que estoy lleno de arena porque soy un saco de boxeo. De los que se usan para entrenar. Y por mucho y muy fuerte que me den, aguanto. Y si me descoso un poco o se me abre una fisura... sale arena, nada más.

Antes de ser saco, fui boxeador. Pero se me pasó el arroz, demasiadas noches terminé con la cara como un cromo. Es por eso que ahora me recorren ríos de arena.


miércoles, 7 de diciembre de 2005

Coches



Ya no hacen coches con cara de buena persona. Como éste. Su mirada de asombro, sus cejas bien depiladas, la frente despejada.

Me recuerda al Avia. Mi abuelo tenía un camión Avia -bueno, lo tenía su jefe, mí abuelo solo lo trabajaba- que tenía la cara más simpática que he visto yo nunca en un vehículo a motor. Grandullón, buenazo. Un poco simple, eso sí. Por eso mi abuelo, cuando lo aparcaba le ponía unos calzos de madera. Para que no se fuera calle abajo.

En cambio los coches ahora no tienen cara. O, si la tienen, es de estresados, estreñidos y agresivos. Y son todos muy parecidos.

En los interminables viajes que hacíamos en el 131 de mi padre (ése tenía una cara bastante seria) me fijaba en los faros de noche. Me los aprendí. Era capaz de saber qué coche era por los faros. Era cuando en este país los modelos de coches se contaban con los dedos de las manos de una familia. Ahora es imposible. Por variedad y por sosez.

martes, 6 de diciembre de 2005

Medicamentos

Un día de estos van a inventar un medicamento que compense nuestros estados de ánimo. Y ese día nos van a joder bien jodidos.

Ya no habrá subidas y bajadas. No saldremos a la calle con ganas de besar al primero que pase. Si vemos una señora con un perro de esos pequeñajos con lacitos cagándose en la acera -la dueña mirando a otra parte- no nos entrarán ganas de matarlo. En cosas como ésa se notará que nos han ajustado la serotonina, nos han equilibrado la proteína de la pena y nos han estabilizado las hormonas que nos arrebatan.

Se acabaron entonces las cartas de amor, las canciones románticas, los piropos por las calles...
Y ese día, los habitantes de la Tierra nos pasearemos con esa sonrisa insípida que lucen los psiquiatras (no todos).

lunes, 5 de diciembre de 2005

¿En defensa de qué?

Esta imagen, según leo en el atrevido y necesario manifestómetro, fue captada en el acto en defensa de la Constitución que organizó el Partido Popular el sábado 3 de diciembre. ¡Sin comentarios! Pasen y vean la fotografía-denuncia. Esta página demuestra que se puede hacer información de verdad, y no la que se encuentra en los periódicos al día siguiente de una concentración. Ya verán. Les prometo una de El País -ese ejemplo de libertad, objetividad y buena hacer que tiene sorbido el seso de la progresía más culta pero menos autocrítica que se ha visto en generaciones- que no tiene desperdicio.

viernes, 2 de diciembre de 2005

Esto

Casi las 2.
Llego con una cerveza, dos vinos y un mojito.
Me dejé una ventana mal cerrada y un biruji (paso de mirar si es con g o con j) atraviesa la casa como un gato cabreado.
Me quito los zapatos. Me cepillo los dientes. No me cepillo el pelo. No me cepillo nada más. Leo una página de Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos sentado en el váter. No me río aunque me hace gracia porque si despilfarro las fuerzas lo mismo no me dan para llegar a la cama. Me miro en el espejo. La piel blanca, algún puntito rojo. Blancuzca piel de invierno sembrada de pelos, muchos pelos.

Recuerdo dos cositas de la salida nocturna: "Cotorra argentína es una redundancia" remate a gol de F., pase de N.
En el estreno estaban Federico Luppi y un tipo que se parecía mucho a Gandalf.

- Pero qué blancucho estás, gordito. Te vendría bien un poco de sol.
Camiseta, que me enfrío.

Tomo mi dosis de Omeprazol con más agua de la necesaria. Lo hago para que la pastillita pueda flotar bien, y remar, y así llegar al sitio donde debe actuar dentro de mi estómago.

La conexión de internet sigue sin funcionar. Apago el ordenador. Me meto en la cama. Está fría. Me joden dos cosas de esta cama en este momento. Enumero: 1. que esté fría. 2. que haya tan poca gente en ella. Voluntarioso y optimista creo que me esforzaré en arreglar lo primero, y si lo consigo, cosa bastante probable, me sentiré satisfecho por haber alcanzado un 50% de los objetivos a estas horas de la noche y teniendo como tengo el cuerpo y el cerebro hecho unos zorros ¿Me dormiré antes de calentarla? ¿O después?

Compruebo el despertador. Cambio el cedé por uno cualquiera sin mirar la carátula.

Respiro hondo ¿Vivir es esto? Tanto rollo ¿para esto?

jueves, 1 de diciembre de 2005

Más o menos a las dos

Más o menos a las dos. He recogido la cocina después de una cena con amigos. Suelo ponerme la tele mientras friego. La tele con fairy no está mal. Pero sola no la soporto. A esta conclusión llego cuando me siento en un taburete y zapeo. Se salva por los pelos Buenafuente. Y los documentales y programas raros de La 2. Aunque no se salvan lo suficiente como para que yo me quede.

Bajo y veo que el ordenador está encendido. No puedo evitar echar un vistazo a algún blog y ver si ha llegado algún correo. Descubro que C. se entretuvo mandando a su papá un correo mientras él preparaba la cena, por eso estaba tan calladita.

Es el primer correo que me escribe. Tiene 7 años recién cumplidos. Creo que lo he dicho aquí alguna otra vez. Y hace sus pinitos con el ordenador. Se sienta en mis piernas y jugamos a algún juego de orisinal.com. A C. le fascina que su padre escriba con todos los dedos y muy deprisa mientras que ella tiene que buscar las letras de una en una. Al mismo tiempo yo babeo al ver cómo se hace mayor vertiginosamente. Y babeo admirando su cerebrito, su inocencia, su capacidad para mirar las cosas cotidianas descubriéndolas, sin el sesgo intelectual. Eso hace que me acuerde de una conversación pasada.

El domingo en la comida mientras daban las noticias en televisión:
- Papá ¿qué es un partido?
- Un montón de gente que quiere poner a un amigo suyo de presidente para que nos mande a todos.
- El rey, el papá, el cura, el alcalde, el presidente, el maestro, el director, el príncipe y esa rubia...
- ¿La presidenta de la comunidad de Madrid?
- Sí, ésa. Hay muchísima gente que nos manda. Yo creo que son demasiados, con el rey y el alcalde sería suficiente.

Otra:
- Papá, ¿qué es otorgar?
- Dar
- ¿por qué dicen esas palabras tan difíciles? Así los niños no nos enteramos de las noticias.
- Por eso lo hacen hija. Su finalidad no es exactamente que les entendamos, sino hablar y hablar, llenar la hora que dura el telediario.
- Como tus canciones, que dices que aunque no se entienda toda la letra no importa. Que lo que importa es el soniquete.
- Eso es. Pasa lo mismo con los periodistas que con los cantantes, lo que importa es el soniquete.

Mudanza

Han pasado 7 años y pico desde que nació a2manos . Y ha sido una de las experiencias más emocionantes de mi vida. Auténtica, arriesgada...