miércoles, 30 de noviembre de 2005

¡¡Atención!!


Pásalo a todos los contactos de tu lista de direcciones como si fuera una transfusión necesaria en el hospital general de Murcia (al tipo le dieron el alta hace dos meses), el famoso teléfono móvil que regala Nokia (todavía hay gente que pica en esto), el últimísimo virus que hará que tu prdenador salga ardiendo y te chamusques las pestañas o lo de limpiar las latas de cocacola si bebes a morro porque se puede haber meado una rata en el almacen y el pis de rata tiene un veneno malísimo que mató a un señor que iba en un barco.

Pero no.

Esto es verdad de la buena. Alerta a todos tus amigos que será mejor para la humanidad.

La marca Kinder está comercializando unos hipopótamos de galleta y chocolate que son peligrosísimos. ¡¡¡¡Cuidado con los Happy Hippo de Kinder!!!! No los compréis. Y decírselo (yo sé que se escribe decídselo, pero en estos mensajes de alerta social se permiten faltas por la urgencia). Ni se os ocurra probarlos. Contienen alguna sustancia altamente adictiva. Traen cinco unidades y un envoltorio con un premeditado aire inofensivo. A las pruebas me remito. Ayer abrí uno, me lo comí, y como guiado por una fuerza que anulaba mi voluntad volví otras cuatro veces al armario a devorar los cuatro restantes.

¡¡Es una vergüenza que, además, invoquen nuestra sensibilidad con esa carita que le han puesto al hipopótamo!!

Luego no digáis que no os he avisado.

Oficios Fascinantes X

Comprobador de Firmas. Cada vez que uno paga con tarjeta le hacen firmar un papelito. Esos papelitos los guardan y, cuando tienen un buen montón, 200 o así, se los mandan a la oficina del comprobador de firmas. El Comprobador trabaja solo, bueno, con una secretaria. Los ordena por bancos y al día siguiente coge la carpeta con los 200 papelitos y se recorre las entidades bancarias donde cada uno firmó su tarjeta. Las oficinas de bancos son el único sitio donde se guardan los originales de la firma. En un cartón, te acuerdas.
El Comprobador de Firmas tiene una vista prodigiosa (y una lupa) y sabe si una firma es verdadera o falsa al primer vistazo. Tiene también un montón de bonobuses gastados.
Yo, esta mañana he falsificado mi propia firma en un par de tiendas con el propósito de que el Comprobador de Firmas se dé cuenta y vengan a buscarme para aclarar la situación. Así podré conocerlo.

martes, 29 de noviembre de 2005

Cuando me pongo trascendental...

...la cago.

Lo tengo más que comprobado. Me pongo autárquico, autista, autonomásico y me bloqueo creativa y emocionalmente. Si me pongo trascendental un rato, no pasa nada. Si es de noche -una conversación filosófica, una copita de ron...- normalmente se me pasa durmiendo. Me levanto con la boca agria, asquerosa o con un nudo en la garganta, de corbata; pero con un enjuague y un respirar fuerte... adiós. Lo malo es cuando se me cruza una decisión, un trabajo importante, o una hormona que no tengo controlada: una prueba. Entonces me reconcomo durante varios días: que si voy a dar la talla, que si no. Y en vez de expandirme, me involuciono... y entonces: la cago. No de golpe, la voy cagando poco a poco, lo noto. Y tengo que cortar por lo sano, echarme una buena bronca, llamarme pedante y gilipollas con elle y hasta gilipoyas con y griega. Además ocurre que el tomarme muy en serio, a mí me deja baldao (baldado me suena muy mal lo siento).

Todo esto para contar que he pasado unos días trascendente, o trascendental (no sé), yo creo que en parte porque se me rompieron las gafas. Sí, para mí que ése fue el detonante. Y en los días trascendentes me ponía a escribir en el blog y me salían unos churros... unos churros tremendos, así como dorados, y con adornos, churros floreados ¡¡terrible!!. Y luego se me estropeó la conexión de las narices (quiero decir ONO, antes Auna, antes Wanadoo, antes Retevisión; menudo morro). Pero esta mañana, a raiz de esnifar tennconbioalcohol, sí, el tufillo sanitario revitaliza, me he dicho cuatro cositas a voces y se me ha pasado. Lo he hecho utilizando la fregona. Le das la vuelta y te queda una rubia flaca, bajita y muy temperamental. Rubia de bote, claro. La dejas que te insulte con vehemencia, que te ponga los puntos sobre las íes, que te diga lo que no quieres oír, y luego la das la vuelta, la metes en el cubo, la escurres y a frotar. Habitación, cocina, pasillo, baño. En silencio, con método. Y así poco a poco te vas reconstruyendo y te ubicas en el universo. Como una motita, que es lo que eres, y ya puedes hacer lo que te apetezca, y reírte y pensar y sentir sin trascendencias, y tener todas las dudas y contradicciones y dudas (esto creo que ya lo he dicho pero no está de más) que quieras porque como eres poco más que un átomo a nadie le va a importar. Y el mundo que lo salven otros. Uf, que alivio.

Ya estoy, otra vez aquí.


lunes, 28 de noviembre de 2005

Decir que no es muy difícil. Hoy voy a decir que no. Un no argumentado, sentido, con cierta vergüenza porque a los amigos jode decirles que no. Además, es lunes, y los lunes hay que decir que no, porque la semana, si le dices que sí, se te embala, te mira por encima del hombro y ya no hay quien la domine. Hoy voy a decir que no. ¡Qué difícil! Quizá pronto diga que sí.

Lunes

Los lunes duelen.
No todos.
Este lunes duele.
Me habría quedado en la cama. Una semana más.
- Que empiecen sin mí.
Me he despertado con el Quisiera ser del Dúo Dinámico.
- Pero chaval, tú estás mal.
No ha sido casual. Lo elegí a propósito, como un chute de optimismo. Ese marchote que tenían, y los chalecos rojos. Porque algo me decía anoche que este lunes iba a ser de los que duelen.
Me desperezo.
Me preparo mi colacaocondigestives. ¿Y si sólo era falta de glucosa?
Me asomo a la ventana. Frío y gris.
No, no era falta de glucosa.
Algunos lunes, decididamente, duelen.

martes, 22 de noviembre de 2005

Tarima Flotante II

La vida es como la tarima flotante, cierto.
Pero es la vida que queremos que los demás vean. Damos abrillantador, pasamos el aspirador para quitar la pelusa... Pero cuando estamos tumbados, a oscuras, con el techo sobre nuestra cabeza, sabemos, que debajo de lo flotante que ven los demás, está nuestro verdadero suelo. El de la pelusa.
Fdo: Temiro

En teoría, antes deberíamos colocar las piezas grandes, y así luego resultaría más fácil acoplar las más pequeñas en los huecos restantes. Pero eso es sólo la teoría. En la práctica no nos queda más remedio que colocar las piezas según nos van llegando.
Fdo: Iguazú

Tarima flotante

La vida es como la tarima flotante. En colocar cierta pieza pequeña tardas un montón: tienes que medir, cortar, presentar, volver a cortar porque no tuviste en cuenta esto o lo otro... Y en cambio algunas piezas grandes entran a la primera, sin esfuerzo. El problema es que ambas son imprescindibles si quieres que el suelo te quede... no ya bien, siquiera aparente.

lunes, 21 de noviembre de 2005

Oficios Fascinantes IX

Recorres la emetreinta. Con paciencia. No, con paciencia no; con resignación. Y lo ves aquí y allá una y otra vez. Estoico. No es el mismo, pero se parece mucho. Es el obrero que maneja la señal de stop/pasen. Ni el mulato de dos metros, ni el eslavo fortachón, es un tipo escuchimizado con un chaleco amarillo que le viene grande. Por las mañanas el capataz dice: "Entre vosotros cuatro que estáis que dais pena: echadlo a suertes". Y le toca hoy a uno y mañana a otro. Si es verano se torra y si es invierno se queda pajarito.

Manejar la señal de stop/pasen es oficio de alto riesgo, sobre todo en la emetreinta que van todos como locos. Y de mucha responsabilidad, porque si algún coche se estrella te echarán la culpa a ti. "¡Que va a salir una hormigonera!", y tienes que ponerte como un banderillero a la puerta del toril a sujetar el chorro de coches.

No puedo evitar pensar que es una injusticia que la obra la inaugure el alcalde, la tenía que inaugurar el obrero del stop/pasen que es quien la ha visto crecer.

El obrero de stop/pasen es en su edad y su gremio la correspondencia del niño-portero en el patio de un colegio. ¿A quién hemos puesto de portero cuando teníamos 10 años? Reconozcámoslo, no era al más hábil con la pelota, ni al más cachas, no; elegíamos a uno pequeñín, que no protestara, y sobre todo, que no llorara cuando se llevara el balonazo. Pues el obrero de stop/pasen es lo mismo.

Y cuando se le cansa el brazo derecho de subir y bajar la señal. A diferencia de las cajeras de Mercadona él no puede cambiarse de lado.

Llega el primero al tajo. Se va el último. ¡¡Y los insultos que se lleva el pobre hombre de los conductores iracundos...!! Lo miro con preocupación porque está expuesto a los accidentes horribles típicos del sector de la construcción y por añadidura a un puñado de enfermedades psicológicas como baja autoestima, depresión, brotes paranoicos... Sin embargo, con qué garbo y que elegancia mueve la señal de arriba abajo. Lo admiro.

El hombre del stop/pasen ¿nace o se hace?

domingo, 20 de noviembre de 2005

La Mano que Enseña

Estimadas manos:

Aquí os envío una mano de una amiga que enseña. Es maestra.

Un beso.
Temiro y no estás aquí.

viernes, 18 de noviembre de 2005

Absolución

Hoy me absuelvo por falta de pruebas.
Y, de paso, me disuelvo en la neblina del cansancio.
Hoy están de puente el juez, el abogado y el fiscal.
La señora de la limpieza y el conserje.
Hace fresco, no se crean.

He puesto el traje de Supermán en el programa caliente
y me ha salido desteñido, encogido.
Vaya mierda de traje de Supermán.

Mañana tendré que salir a cazar malhechores con la malla de rayas.
O en chándal de tactel, que es peor.

Suena el camión de la basura.
Apago las luces.
Me lavo los dientes.
Me meto en la cama.

Miro las estrellas que hace el gotelé en el techo.
No las veo bien sin las gafas.

Como soy ateo, pero muy meticuloso
antes de dormir me encomiendo a las ferreterías,
a las chocolatinas, a las gasolineras abiertas toda la noche,
al redbul que me protege. A los amigos, a los esemeeses,
al sucedáneo del caviar, al tipo que inventó el pelapatatas.
Pero no necesariamente en este orden.

Cierro los ojos y me absuelvo.
No porque crea en mi inocencia,
sino por falta de pruebas.

jueves, 17 de noviembre de 2005

miércoles, 16 de noviembre de 2005

Oficios Fascinantes VIII

Presentador de Teletienda. Hasta hace un par de décadas cada madre queria que su hijo fuese lo más, y por "lo más" se entendía un ingeniero, un abogado o un dentista. Algo así. Pero ahora no, ahora las madres miran la televisión y sueñan con que su hijo se haga Presentador de Teletienda.

El Presentador de Teletienda (en adelante PT, para ahorrar, que está la cosa muy achuchá) es un tipo optimista, con la dentadura perfecta y el peinado inamovible. Trabaja de noche, eso es lo malo, de madrugada. Habla idiomas (normalmente inglés subtitulado o maldoblado).

Hasta hace unas décadas una madre quería que su hijo fuera ingeniero para decirle a sus amigas "mira qué puente ha construido mi niño". Porque construir un puente se entendía que era una labor compleja que no estaba al alcance de cualquier hijo de vecina. Lo mismo se puede decir de levantar un edificio de 23 plantas o de una operación de trasplante de corazón, por eso era fenomenal tener un hijo cirujano o arquitecto. Pero hoy en día... contéstame, por favor, con sinceridad: ¿qué es más difícil: hacer un trasplante de hígado o vender una máquina de musculación de esas perfectamente inútiles, mastodónticamente grandes, desacaradamente caras a un tipo sin un duro, lleno de michelines que vive en un piso de 50 metros en Pinto? El PT es un monstruo. Un genio de la comunicación y del optimismo.

Cómo puede estar a las tres de la mañana, con una sonrisa perfecta y energético perdido vendiendo aquí y allí y donde le digan. El mismo que la semana pasada te quería encasquetar un colchón de matrimonio que se infla solo, hoy te ofrece una rayadora de zanahorias de titanio que si la compras te regalan un bote de desengrasante XH235, que te deja la cocina como la patena en un pispás. Un PT es capaz de pasarse 10 minutos revelándote cómo un banco de abdominales te puede cambiar la vida... y sin reírse. Eso es talento.

Cuando un PT se jubila de la pantalla (tan podrido de dinero que deja de interesarle trabajar por la noche. El horario es sin duda lo peor del trabajo) le llueven las ofertas de políticos y empresarios para que les cuente sus trucos y les entrene. Casi todos los que llegan a presidentes de una nación están asesorados en la sombra por un PT retirado que les explica cómo han de hacer para convencernos a los electores de comprar dos robots de planchado por el precio de uno, con un líquido reparador de arañazos de carrocería de coche como anzuelo. Fascinante. ¿o no?.

martes, 15 de noviembre de 2005

Llueve

Tengo la vida como el dormitorio: amplio, buena vista... pero con algunas goteras.

Me gusta que llueva. Por el olor, por la cadencia, por la luz tamizada... y me gusta porque con ella, con la lluvia, a uno le consienten mejor las melancolías. "No, no me pasa nada: es el tiempo".

He estado tres días sin conexión a internet. Por eso no he venido por aquí.

Se oye llorar a una mujer en la calle. Varias vecinas nos asomamos. No veo a la mujer porque las ramas de la acacia la tapan, sí al hombre. Está tranquilo, vuelve al coche obedeciendo las súplicas de ella: "ven conmigo, por favor". Suben ambos y se van. No suelen oírse llantos de mujer en esta calle. Más bien ladridos de perros y los gritos de una madre a un hijo alcohólico. Dos casas calle abajo. No, no pasa nada: es el tiempo.

viernes, 11 de noviembre de 2005

A lo que salga

Escribo sin modelo, a lo que salga.
Escribo de memoria, de repente.
Escibo sobre mí, sobre la gente.
Como un trágico juego sin cartas, solitario,
barajo los colores, los amores,
las urbanas personas. las violentas palabras...
Y en vez de echarme al odio, o a la calle, escribo a lo que salga.
G. Fuertes

Esta mañana había quedado con una mujer para hablar de trabajo. Cuando se ha ido me ha dejado un libro de poesía. De regalo. Me he quedado pensando en la suerte que tengo. Por todo, pero, hoy en concreto, creo que tengo suerte de tener un trabajo en el que, de vez en cuando, se me cruza la poesía.

A veces resuenan en uno ciertas miradas, ciertos roces. A veces resuenan las palabras. Y la sensación no es muy diferente con las miradas, los roces o las palabras: resonar. Vibrar a la vez. Es que "conmover" me resulta muy de serie televisiva o de anuncio. Prefiero "resonar".

"Escribo a lo que salga, en vez de echarme al odio o a la calle".

Gracias.

Biblioteca

Tengo por biblioteca unos cuantos estantes.

No hay muchos libros, la verdad. Hay en cambio un montón de huecos.

Los huecos son de libros que nunca volvieron. También hay huecos de libros que me prestaron y después retorné a su dueño.

Entré los libros que presté y los que me prestaron tengo una extensa biblioteca de huecos. La contemplo de vez en cuando y me deleito en esos libros saboreados, compartidos... y pienso que quizá lo mejor de los libros sean esos espacios, los lugares que un día llenaron, en la estantería pero sobre todo en nosotros mismos.

jueves, 10 de noviembre de 2005

Firmas

Hola, buenos días:

Estoy recogiendo firmas para que la lujuria, la pereza y la gula dejen de estar considerados como pecados capitales.

¿Querría colaborar?

P.D.: Pienso mandárselo a Zapatero, así si quieres aprovechar para pedir algún otro pecado, o cualquier cosita que te venga bien, no lo dudes.

miércoles, 9 de noviembre de 2005

Bibi, la pequeña bruja

He tenido varias vidas en lo que al cine se refiere.

En la primera vida tenía un cine a la vuelta de la esquina, y allí veía las de Bruce Lee y las de Terence Hill y Bud Spencer porque eran las que ponían, ni más, ni menos. Todos las semanas hacía la cola del Cine Alvasan. El acomodador vivía en mi bloque, tenía una linterna Cegasa y regañaba si hablábamos.

La segunda vida comenzó cuando abrieron cinco salas en mi pueblo y el Cine Alvasan se convirtió en un todoacién. Allí, pues cine comercial y alguna ganadora de festival que ponían los jueves e íbamos cuatro.

La tercera vida comenzó con la facultad y una novia que decía que ella no estaba dispuesta a ver ni una de esas americanadas dobladas. Me adapté con facilidad a ver lotería: unos días buenas historias y otros muermos ensalzados por la crítica. Eso sí: todos leídos.

Ahora estoy en mi cuarta vida en lo que al cine se refiere. Y el domingo fui a ver Bibi la pequeña bruja y el misterio de los búhos azules. Gran cartón de palomitas y gran cocacolalait con dos pajitas gigantes. La anterior fue Wallace y Gromitt la rebelión de las verduras (¿por qué le ponen títulos tan largos a las películas de niños?. Las aventuras de Winnie the Pooh, Bob Esponja, Madagascar... esas son las últimas que he visto. A veces doy una cabezadita, lo reconozco; pero otras me meto en la historia, me dejo llevar... y lloro.

-Anda ya.

-Te lo juro.

-Joder O. ¿estás gilipollas o qué te pasa?

-Que sí, que me entrego; me identifico con las situaciones -no es difícil, están muy bien hechas- y cuando llega la escena sensible, pues lloro.

-¿Cuándo te pasó por primera vez

-Con Hermano Oso, a los 33 años, no veas qué lagrimones.

Y el domingo cuando al final de la película la amiga de Bibi se encuentra en un sueño con sus padres que se habían matado en un accidente de tráfico y la miran con ternura y ella a ellos y parece que se van a volver a unir pero al final se acaba el sueño y la pobre sigue paralítica y huérfana, y el único consuelo es un búho, y en cambio la chica sonríe y se conforma en vez de cagarse en la hostia puta que es lo que habría hecho cualquiera... pues servidor intentando contener el hipo.

Lo peor es que mi hija de siete años no llora. Yo tampoco lloraba a su edad, eso es verdad. Excepto con Bambi. Quien me diga que no lloró con Bambi es que no tiene corazón. Pero ahora... Yo he hecho una introspección y he llegado a la conclusión que el cine de arte y ensayo me ha afectado al sistema inmunológico sentimental. Por eso mi consejo es que si llevais muchos años en el rollo intelectual: directores con nombres difíciles, planos maravillosos (Lluliet Binosh tres minutos con la misma cara de pavisosa que no se sabe si va o viene pero que es vegetariana eso seguro), secuencias complejas llenas de matices, que tratan problemáticas sociales postestructuralistas, con una sintaxis exquisita y un discurso estético arrebatadoramente novedoso, estáis completamente indefensos frente a una película de niños. Y, si se os ocurre entrar, os podéis llevar un berrinche de cuidado.

Luego no digáis que no os he avisado.

martes, 8 de noviembre de 2005

La Opera

He estado en el Teatro Real.

Era la primera vez. Antes había estado dos veces antes en la ópera (Mozart y Brecht/Weil) pero nunca en el Real.

Y lo he pasado muy bien a pesar de que la obra era una chica feucha vestida con una ropa muy bonita y muy cara. Si hubiera estado mi abuela habría sentenciado: música ratonera.

Agradezco a C. que me haya invitado porque no he perdido ripio, estaba como un niño cuando le sueltan en una tienda de juguetes. Me ha gustado mucho la experiencia, todo era muy interesante. Por ejemplo, en un momento dado baja el telón y, cuando sube, el suelo del escenario se ha hundido. empieza a subir... y sale un árbol de 10 metros de alto y otros 10 de envargadura, no exagero ni un pelo. Sólo por ese instante merecía la pena estar allí. Claro que el hecho de que el momento culminante de una ópera haya que agradecérselo a la ingeniería en vez de a la música, da que pensar. Se notaba que había muchos muchos medios al servicio de buenos profesionales. El director, por ejemplo, iba muy guapo y no quería salir a saludar de humilde que era, pero le insistieron y no se pudo resistir. Había muchos figurantes, pero muchos. Un maravilloso vestuario, unas luces increibles, una escenografía muy efectista... pero no encontré ni un poquito de emoción.

Me he venido a casa con un interrogante:

¿Aguantarán las señoras de los palcos la respiración durante las dos horas y media que dura la función?¿Cómo hacen si no para que no les tintineen los collares y las pulseras? ¿Entrenarán en casa antes de salir? ¿Venderán en Gucci sordinas pulseriles? Es que ni en los pasajes pianissimo se oía un clinck clink. Fascinante.

Me he venido a casa con una respuesta:

Ya sé por qué no puedo ser rey. El palco real está a la vista de todos y con la facilidad que tengo yo para dormirme a la primera de cambio, imaginaos, qué mala imagen. Un rey no puede quedarse sobado en un espectáculo, está muy feo.

lunes, 7 de noviembre de 2005

Los Mandamientos

Cuando me despierto me dan puntos raros. ¿A ti no? Esta mañana he abierto los ojos pensando en los 10 Mandamientos de la Ley de Dios. He intentado recordarlos: hasta que no los digas todos no te levantas. Los he repasado una y otra vez y me faltaba uno. ¿Pero no me los habían grabado en la memoria ROM de pequeño?

Seguía buscando el que me faltaba, y no aparecía. Bueno, mientras espero a que aparezca aprovecho y me hago un examen de conciencia. Esta semana he codiciado a la mujer del prójimo, no he santificado ninguna fiesta, no estoy seguro de haber amado a Dios, ni de haber honrado a mis padres, eso sí he puesto las lavadoras necesarias y no me ha desteñido nada. ¿Actos impuros? pasapalabra. Si hubiera rebajas de temporada en los mandamientos nos los dejarían en Norrobarás y Nomatarás, los contundentes, que se entienden bien y se llevan sin mucho problema, digo yo. Sigue sin aparecer.

Cuando llego a la conclusión de que no encontraré el que me falta ni aunque me asome a las puertas del infierno o haga regresiones a la infancia cuento hasta 3 y salto de la cama.

Me han invitado F. y N. a comer en su casa, N. Ha hecho unas fabes con almejas muy ricas.

- ¿Vosotros os acordáis de los Mandamientos?

Me miran con cara entre preocupada y compasiva. Porque me quieren.

N.- Tienes que salir más, divertirte...

- Que no, mujer, que es que esta mañana me he levantado con esta copla.

Yo confiaba en N., que estudió en las monjas, pero me defrauda... en cambio F. -más ateo que Dios (Dios, si es un tío majo tiene que ser ateo, de otra manera sería autocomplaciente y ególatra y entonces no sería divino) se los sabe de verdad ¡¡¡los 10!!!. No entiendo nada.

sábado, 5 de noviembre de 2005

Ayer fui a Segovia

Yo detesto Segovia. Lo siento. Debe ser visceral o un trauma o algo, pero el caso es que la detesto. Me parecen muy bonitos sus monumentos, pero yo no vivo de monumentos. Me encantan sus comidas, pero eso no es suficiente. El resto lo detesto. Excepto a mi abuela. A ella la quiero. Por eso fui.

En vez de ir por la autopista cogí el camino de Navacerrada. Esto me hizo pensar que tengo rasgos psicológicos comunes con Caperucita Roja: voy a ver a mi abuelita, que está malita, y elijo el atajo que cruza el bosque en vez de el camino fácil. Como siento por Caperucita la devoción que otras tienen por Bradd Pitt, me sentí a gusto con las coincidencias. Y aproveché para silbar unas cancioncillas populares.

El trozo de carretera entre el puerto y La Granja es sencillamente precioso. Y conducirlo en otoño un placer. Llovía, olía a tierra y a verde: a cosas de verdad. Habían tirado unas cuantas toneladas de pintura amarilla y ocre y naranja y roja encima de los árboles que bordeaban la carretera y lo habían iluminado todo con una luz suave, filtrada con un poco de gris. En esto se gastan los millones de las subvenciones para fomentar el turismo. Me parece bien.

En Segovia compartí la tarde con mi abuela. Me había preparado tortilla de patata. Comí un trozo y me puso el resto en una tartera. "Llévatela hijo. Y un trozo de chorizo del pueblo". Mi abuela es la única persona del mundo que me ve mal alimentado.

Luego tomé unas cañas con J. Me dieron las tantas. Al volver, noche cerrada, elegí otra vez Navacerrada. No me crucé con nadie. La lluvia arreciaba y la carretera estaba llena de hojas y ramas arrancadas. Los faros del coche iluminaban un trozo demasiado pequeño de estas montañas. El lobo feroz lo tenía a huevo para darme un susto de muerte. Él sabe que yo le temo.

Me acercaba a la fuente que hay pasada la última curva. Suelo parar allí, pero no en noches como ésta. Le eché valor. Frené bruscamente, abrí la puerta, me acerqué a la fuente y dejé la tartera. Con las mismas volví al coche y al cerrar bajé el seguro.

Seguí el camino. Pensando en los días en los que no había coches, ni faros de los coches y la gente atravesaba los bosques para ir a ver a sus abuelitas enfermas. Desde luego ellos eran más valientes.

Adicciones

Me pasa con los bombones, con los nevaditos, con el blog.

Me pasa con el olor de ciertas pieles, con las palomitas, con los buenos libros, con las pipas, con mirar al mar, con algunos colores, con algunos cedés. Con tocar.

Me pasa que empiezo y no puedo parar.

Creo que tengo propensión a hacerme adicto. Un adicto furioso pero inconstante.

¿Y a ti? ¿Te pasa? ¿Con qué te pasa?

viernes, 4 de noviembre de 2005

Prometo...

...no volver a desordenar el calendario (¡qué follón!)

Conversación de domingo

Estábamos picando unos tomates para la paella. Con dos delantales pero un solo cuchillo.

-¿Papá, lo que tiene mi hermano es la enfermedad del pollo?

-No hija, es la edad del pavo.

-Ah, eso.

jueves, 3 de noviembre de 2005

El diente

A O. se le ha caído su primer diente. Está feliz. Los niños son así. Se les caen los dientes y se ponen contentos. Lleva una semana, ¿o son dos años?, suplicando que se le caiga ese diente. ¡Se mueve!, grita por cualquier esquina, le dice a quien quiera oírla, se repite ante el espejo. Y el maldito diente firme, sin hacerle caso. Pues hoy se ha caído. Ella ha venido veloz, ha abierto la boca, me ha enseñado el agujerito de la fila de abajo, rodeado de dientes firmes, y me ha dicho ¡se me ha caído el diente! Luego ha llegado N. y me ha explicado que quizá un estuche sería lo adecucado, que los dos que tenía se los habían roto en el colegio y los lápices andaban un poco sublevados por la mochila. He dicho que sí, que por supuesto, pero al cabo he pensado: ¿cómo va a cargar Ratón Pérez con un estuche? ¡Las madres es que tienen cada cosa!

Aguantarse

Yo no me he podido aguantar y he publicado 6 posts de una vez.
En vez de uno cada día como viene siendo habitual.
A ver si puedes leer uno y no mirar los demás.
Porque hasta el jueves no habrá más.
Para ayudarte les he puesto fechas distintas.

miércoles, 2 de noviembre de 2005

Por ejemplo

"Desde que me dejaste se me ha acentuado todo aquello que te jodía de mí. Qué suerte tienes. Y también se me ha acentuado todo aquello que te gustaba. Jódete. O sea que he vuelto a ser como cuando nos conocimos. Pero sin disimular lo desagradable. Con todo al aire".

Los ángeles no juegan al mus Guillermo Pérez-Frei.

martes, 1 de noviembre de 2005

Edredón

En una casa con gente un edredón es un edredón.

En una casa fría y silenciosa un edredón es una mujer desnuda.

En una casa fría y silenciosa un edredón de plumas es una madre.

Mudanza

Han pasado 7 años y pico desde que nació a2manos . Y ha sido una de las experiencias más emocionantes de mi vida. Auténtica, arriesgada...