miércoles, 30 de abril de 2008

Esta mujer

Me acuesto con esta mujer desde hace unas semanas.

Y también me despierto con ella.

Con ella, con sus cuatro músicos y con sus instrumentos.


lunes, 28 de abril de 2008

Lógica Aplastante

Me he pasado muchos años intentando acallar el ruido ensordecedor de la razón.

Conseguí reducir ese ruido implacable que impide escuchar al corazón.

No pienso echar todo ese esfuerzo por la borda.

No me dejaré aplastar por tu lógica aplastante.

domingo, 27 de abril de 2008

El ir y venir

Van pasando los días y me pregunto si todo el ir y venir valdrá para algo.

Creo que, a la postre, la mayor parte de nuestros movimientos no sirve para nada.

Y en una curva del camino miramos hacia atrás y vemos que hemos gastado las ruedas en ir a ningún sitio.

Ni el aire se acordará de nuestra forma, mucho menos el camino guardará nuestras huellas.

Se me hace mayor mi niña. Sus piernas son cada vez más largas.

Bueno.

Si todo el sentimiento que le tengo se le quedara en una sonrisa, aunque fuese sólo una. O en una célula, o en una neurona...

Entonces todo el camino habría servido para algo.

sábado, 26 de abril de 2008

Sin Título

Anoche los racimos de flores de glicinia suplantaban a las estrellas en las tareas de adornar el cielo. Te llamé y no estabas.

El cielo de Madrid es una verdad sin grietas. Peculiar, sí. Con sus naranjas marcianos, sus aviones, sus reflejos...

Siempre me he preguntado cómo sería mirar la cúpula plateada de la olla a presión Magefesa desde dentro. Ningún humano lo ha conseguido -que yo sepa. Quizá sea parecida a este cielo de Madrid que me embelesa, que me subyuga. ¡Quién pudiera ser judia verde!

No hay fronteras.

No hay límites, si no los los pones tú.

jueves, 24 de abril de 2008

Malas hierbas

Me dice una amiga que para tener la terraza bonita tengo que arancar todo lo del año anterior. Así controlaré lo que crece y lo que no.

Pareceré ridiculo pero me cuesta mucho arrancar lo que se vienen llamando "malas hierbas". Las malas hierbas tienen por defecto ser fuertes, tercas, inoportunas y desobedientes.

Me encantan las malas hierbas y que nazca una flor amarila por debajo de los pensamientos. Sin pedir permiso.

La ponsetia estaba más muerta que viva. Muy hecha polvo: mustia, aburrida y enclenque. Amarilleaba y por cada hoja que le salía se le caían dos. La sacrifiqué. Pero no pude resistir la tentación de meter una ramita en un vaso con agua.

4 meses después le ha salido una hojita roja que es como una promesa diminuta.

No sé qué es lo que promete pero prometo esperar.

martes, 22 de abril de 2008

Razones

Desde pequeño me insistieron mucho en no destacar. En no ser disonante. Está muy feo llamar la atención. Había que cumplir las normas y seguir los designios. Integrarse. No me explicaban por qué, pero iba en el mismo paquete de "los extremos se juntan", "cuando dos discuten ninguno tiene la razón" y "la virtud está en el término medio".

Durante un tiempo hice más o menos lo que se pedía de mí. Pero me estresaba mucho, y poco a poco fui sacando los pies del tiesto.

No es fácil el campo a través, es mucho más confortable el camino, a uno le pesan mucho los modelos. ¡Es tan fatigoso salirse del redil!

Me escapo. A ratos me escurro como una trucha y me pierdo bajo las aguas revueltas y espumosas. Nadie sabe en realidad dónde paro. Ni qué pienso. Ni dónde dormí anoche. No sabes cuáles son mis sueños y así te evito la tentación de ponerles una verja, unas flores o siquiera un nombre.

Llevo una temporada que no hay quién me ate. Y eso me sienta bien. Porque me encuentro, de alguna manera me encuentro. A fuerza de perderme en mis soledades o en mis multitudes, me encuentro. Y me gusto unos días más y otros menos. Y me pregunto, y me contesto. Y me llamo pringado a mí mismo y eso me reconforta.

He descubierto que sólo hay una cosa que me fastidie más que que me digan lo que tengo que hacer o cómo tengo que hacerlo. Y esa cosa es que, además, me den razones.

miércoles, 16 de abril de 2008

La cajera

El otro día estaba en uno de los lugares más inspiradores de mi universo cotidiano.

Sí, eso es, por supuesto: la cola de Caprabo.

Reflexionaba sobre la excesiva rotación a que somete Caprabo a sus cajeras, siendo, como son, un eslabón clave en la relación con el público. Y un puesto que requiere del trabajador una entrega muy grande, concentración, postura incómoda, frío en invierno, calor en verano y tener que decirle a los chavales que el carnet de la piscina no vale para comprar alcohol los viernes. Después de piloto de Jumbo, el de cajera es el puesto más estresante que se me ocurre.

Ahí andaba yo, elevando a las cajeras al Olimpo del mundo laboral cuando de repente se paró la cadena y también, bruscamente, mi pensamiento. Se me despeñaron varias. Por las laderas del Olipmo, quiero decir. La culpa fue de una señora con unos pendientes bastante caros y unos zapatos marrones muy vulgares que recriminaba a la cajera que no le había hecho el descuento de los vales.

"Que no puedo, señora, porque me los ha dado después de que cerrara la cuenta"

Pero la otra insistía.

La cajera acosada era muy joven, gordita y con piercing. Las cajeras con esa apariencia son mis segundas favoritas después de las macarras que llevan el pelo teñido o con corte punky.

"Pues que me des unos chicles o algo" decía la señora fuera de sus casillas.

En vez de el "te saco los ojos, cacho desgraciá" que anunciaba su mirada la gordita cogió el micrófono y dijo "Señorita Vanesa, señorita Vanesa, acuda a caja 7". Lo hizo con ritmo y dulzura y yo añadí la capacidad de transmutación instantánea a los talentos que hasta ese momento asignaba a las cajeras.

Acudió la señorita Vanesa, a la sazón la jefa de cajeras, a ver qué pasaba en la 7 y se hizo cargo de la situación con un savoir fair insoslayable. Puso cara de candidato ante la cámara. Hizo una pausa dramática en plan diosa fortuna con la balanza y aseguró, con rotundidad, investida de la legitimidad que su chapa en el pecho "Srta. Vanesa - Encargada - Caprabo" le otorgaba:

"No nos lo permite el sistema".

¡El sistema! Fíjense ustedes, ¡¡EL SISTEMA!! y ahí incluía no sólo a la máquina en sí, sino a la red completa del supermercado, y la red entera de la empresa, y el hardware y el software y el departamento de informática entero y el consejero delegado que no va a las reuniones pero cobra como los demás... y hasta la conferencia episcopal y el Consejo de Estado. y la Asociación de padres del Colegio Divino Redentor, y el encargado de apagar las luces del Thyssen y el pobre de los cartones y el ministro de Administraciones Públicas. Y en un instante todos los clientes supimos que si la cajera le daba los chicles a la señora estábamos retirando una pieza que podía hacer que toda la estructura social se tambaleara y cayera como un castillo de naipes o de dominó que es lo mismo.

Y la señora que llevaba la soberbia, los pendientes caros y los zapatos marrones tuvo que replegar y tomar el camino de la puerta.

Y yo pagué mis donuts y volví a casa consciente de por qué habían ascendido a la Vane, y tranquilo de vivir en un país donde triunfa la justicia.

lunes, 14 de abril de 2008

lunes, 7 de abril de 2008

El silencio

Me voy haciendo al silencio.
Al del barrio.
Al del domingo.
Al de las noches de primavera.
Al del soltero.
Al del solitario.
Al del huérfano.
Al de Madrid, lleno de ruido.
Me voy haciendo al silencio de sus manos.
Al del espejo.
Al del pasado, al del futuro.
Al del hermano.
Al silencio inexpugnable de un te espero.

domingo, 6 de abril de 2008

B seis

Antes de acostarme veo que el ordenador está encendido. Me acerco y no puedo evitar la tentación de comprobar el correo y abrir a2manos.

F siete. Agua.

Conecto iTunes sin elegir canción, por escchar algo. Suena la partitura que escribió Alberto Iglesias para Hable con Ella. Por casuaiidad. Serán las cuerdas, o la cadencia menor o el legato...

B, cinco. Tocado.

No, no son esta noche tanto las tristezas como las bellezas.

La suerte, las cosas de la fortuna.

Convergen a esta hora las distintas bellezas que me ofrece la vida. Y son ellas las que se me atragantan. De ahí el nudo, la rigidez de los dedos a la hora de apretar las teclas. Pienso en ella justo cuando, cosas del orden alfabético, aparece Albinoni con su Adagio. Es probable que lo haya escuchado quinientas veces. Alguna en hilos musicales y sitios peores: publicidades infames. Pero es como la primera vez, y algo se inflama.

B, seis. Hundido.

jueves, 3 de abril de 2008

Primavera

Ha llegado la primavera. Lo noto porque la tentación de extender la hamaca en la terraza era grande. La noche lo merecía.

Tiendo un rato. Me gusta el olor de la ropa recien salida de la lavadora.

Plancho unos pantalones que tienen que llevar la raya perfecta. Son los únicos que tengo de raya perfecta. Me cuesta bastante -es la primera vez- y recurro a mis conocimientos de geometría. No hay manera. Decido que llevarlos con alguna arruga es indigno. En cambio llevarlos arrugados por completo puede resultar muy in. El autoconsuelo no supera el control de calidad y se acepta la moción de postergar el problema pantalón para otro día en que las neuronas ofrezcan mejor rendimiento.

"Mindundi" otra palabra que se sube a la mesa y se queda ahí, tumbada desnuda, exhibiéndose. Dejándose mirar. Quiero decir, leer.

Han ascendido a mi cajera favorita de Caprabo y ya no es lo mismo pasar por ahí. La nueva está muy despistada, poco motivada, la veo poco motivada.

Ha llegado la primavera.

Mudanza

Han pasado 7 años y pico desde que nació a2manos . Y ha sido una de las experiencias más emocionantes de mi vida. Auténtica, arriesgada...