lunes, 7 de febrero de 2011

Ya sé que no


Atardece en la Glorieta de Pirámides y otra vez pienso que las cosas importantes, las verdaderamente importantes como que salga el sol o se quede, suceden sin que yo intervenga.

Nadie me pide opinión: ¿Tú crees que es buena hora para que se ponga el Sol?

No. Da igual lo que yo diga o haga. Y este hecho, esta insignificancia mía, lejos de agraviarme, me agrada. Me relaja.

Pero como no soy yo todo zen, 100% equilibrio , como al fin y al cabo un porcentaje de mí ser es mortadela, reconozco que me gustaría, algunos días, poder decirles a mis amigos que esas tonalidades de naranjas y amarillos, rojos, morados y grises y blancos y azules, esa proporción exacta, esa elección tan divina (o siquiera una minúscula pincelada de ella, la que roza la pirámide de la derecha. O una más discreta: el trazo enrevesado de una rama sin hojas) ha sido cosa mía.

Sí, por presumir, qué pasa.

Pero no, ya sé que no.

3 comentarios:

  1. Te miro y no estás aquí8 de febrero de 2011, 2:18

    Como siempre un placer.

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  2. Y además te puedes sentir bien orgulloso, si no creaste el momento, supiste verlo y sobre todo acercarnoslo. Gracias

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  3. ¿ Y por que le llaman PIRÁMIDES y no obeliscos? ¿Le consultaron?

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