sábado, 21 de mayo de 2011

¡El Rey está desnudo!



Tiene miedo el poder de perder el poder.
Tienen miedo los medios de no ser el mensaje.
Tienen miedo los deshonestos de perder su careta.
Tienen miedo.
Tienen miedo los que un día insultan y otro también al ver que otros piensan y no insultan y con calma atraen a la gente.
Uno más.
Suma y sigue.
La gente no tiene miedo.
La gente tiene razón.

Un voto un día no es un haga usted lo que quiera hasta que nos volvamos a ver. Un voto un día no es crear redes de connivencia entre políticos y delincuentes de cuello blanco. ¡No todos son iguales! ¡No todos son corruptos! ¡No todos mienten! Claman los afectados. ¿No? . Mienten, roban, esquilman, despilfarran… Y los que no, miran para otro lado, justifican. ¡Y tu más!

Lo hace el PSOE cuando traiciona al PSOE y dobla la testuz ante el FMI. ¡Es que si no, vamos al rescate!, lloran ahora. Al rescate vamos porque aquél PSOE dijo que en España era fácil enriquecerse pero no se ocupó de que la gente trabajara, produjera, fuera responsable y construyera un país, los cimientos de un país. Lo hace IU cuando consiente que los mentecatos llenen sus listas y se aburguesen en las poltronas del poder y hagan negocios en las cajas de ahorro o se abracen con las grandes constructoras. Lo hace el PP cuando acaricia los buenos trajes de su candidato y edifica el éxito económico que tanto pregona sobre ladrillos que no cumplen la normativa antisísmica. Sí, antisísmica viene, porque hoy quiero que sea así, de sistema. España es un paraíso de edficios vacíos en mitad de páramos. No sólo mal gusto, además, y sobre todo, nocivo. Letal. Gracias.

Así las cosas, ¿para qué queremos un ministro de Economía que dice que la crisis es global y él no puede hacer nada? ¡Que venga el ministro global! ¿Para qué queremos un ministro de Exteriores si lo único que hace es coger el teléfono y cumplir órdenes de sus jefes, que son muchos? Son EEUU, Francia, Alemania. Nos hemos convertido en una provincia de todos ellos. Al menos podían haber construido un país como ellos lo construyeron: no de nuevos ricos, paletos y corruptos.

He visto políticos usar el coche oficial para sus quehaceres privados. He visto cómo no dan explicaciones porque creen que lo público es suyo. He visto cómo justifican al corrupto, al que vive bajo sospecha. Nunca jamás comprueban las acusaciones, siempre defienden… lo que haga falta. ¿Nos preguntamos aún de qué tienen miedo? Tienen miedo de que la gente piense, de que la gente les pida cuentas. Sus cuentas. Porque ese dinero, alcalde, presidente, concejal, es dinero de los ciudadanos. Porque usted está sentado ahí porque también los que están sentados en Sol y en cien plazas más lo han decidido. Porque, señores, son ustedes sus empleados.

Los medios tienen miedo porque viven de la Administración. De su publicidad. Por eso no son libres ni los que se creen libres. No son libres los tertulianos. La mayoría de ellos recibe consignas y se come el morro día sí día también con el político al que defiende. Toman cafés, comen, cenan y se creen poderosos porque llevan en su móvil el teléfono de este ministro, de este alcalde, de este líder. Entonces dejan de informar y opinanlo que les piden que opinen. Reparten los partidos, todos, argumentarios entre sus periodistas de cabecera y estos, como un mantra, repiten en radios y televisiones el pensamiento que les han escrito pero que ellos no han pensado.

Periódicos y radios de derecha.
Periódicos y radios de izquierda.

Los he leído y oído esta semana manipular, confundir y converger en el mismo mensaje: protestar está bien, pero cuidado con poner en peligro la democracia que tanto nos ha costado conseguir. También tienen miedo. Tienen miedo de ir contra el poder y perder sus suculentas campañas publicitarias, tienen miedo de que la gente se dé cuenta de que forman parte del sistema, que ya no son el cuarto poder, sino que son el brazo armado de este partido o de aquél partido o de este empresario.

No, la gente no quiere destruir la democracia, la gente quiere construir la democracia. Quiere dejar claro que la soberanía reside en el pueblo. Y que el pueblo se puede equivocar. Pero también rectificar. Y ahora quiere rectificar. Quiere listas abiertas para obligar a los políticos a trabajar y no ser sólo profesionales de la cosa pública. Si a usted no lo conocen, si de usted no tienen la certeza de que es honesto, trabajador, sincero y pulcro, lo tacharán de la lista. Eso quieren, que no se camuflen vagos y maleantes en listas donde hay gente, seguro, muy válida, capaz y honesta.

La gente quiere que se acabe el chantaje de nacionalistas ante los que unos y otros hacen genuflexiones cuando es preciso. La gente quiere que no se use el dinero público para rescatar bancos o proteger empresas privadas. No, no quieren chupar de la teta del Estado, quieren que la teta del Estado reparta como se debe hacer, y no a los bancos cuando tienen problemas (¡que cierren!), no a los colegios concertados cuando tienen problemas (¡que suban la factura!) no a las grandes empresas cuando su gestión las lleva al desastre (¡que desaparezcan!). ¿Hay algo más liberal que eso? ¿Hay algo más liberal que pedir que la Administración adelgace? ¿Qué disminuya el número de cargos electos y de cortesanos que les lanzan incienso? Las cuentas públicas deben ser públicas. Y los empleados públicos, llenos de prebendas, tienen la obligación de someterse al control de sus jefes: los ciudadanos. ¿Es de extrema izquierda pedir que se grave con un impuesto las viviendas vacías? Hay políticos del PP que lo han propuesto.

Sol da miedo porque le ha dicho al Rey que está desnudo. El Rey está desnudo hace mucho tiempo. Antes, por pudor, miedo, indiferencia, la gente miraba para otro lado. Ahora no. Y eso es Sol, un espejo. Un espejo que reconstruye la realidad y la devuelve a la sociedad como es: un esperpento.

Respeto, por favor.

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