En el hecho de mirar una obra de arte, sea un cuadro, una novela o una película, lo importante no es el diálogo entre el autor y el lector, lo importante es que la obra propicie un diálogo del espectador, lector, consigo mismo.
Lo que se llama la conexión con el espectador no es una conexión del autor, ni siquiera una conexion de la obra, es una conexión interna que permite que circulen emociones, dentro de uno.
Los artistas no pintan cuadros, venden espejos.
No escribimos nuestra historia, proporcionamos palabras para que el lector se cuente sus propias historias.
Nada más que eso es la conexión.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
jueves, 26 de enero de 2012
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