
En un bar rancio del barrio del Pilar.
No faltaba la tragaperras,
ni el dueño esaborío,
ni el parroquiano con su sol y sombra,
ni el bocadillo de panceta en la pizarra,
ni el mostrador mugriento.
Unas cuantas aceitunas flotando a la deriva
esperando ser pescadas.
Dos cafés con leche.
Seguro que además de las aceitunas había muchas más cosas flotando a la deriva, esperando ser pescadas.
ResponderEliminarSiempre hay muchas alrededor de un café.