Casi no ha dormido, no me refiero a la última noche sino a la última semana.
Siente el vértigo de tener los pies al borde del acantilado, tan cerca que se desprenden terrones y caen allí donde las olas rompen. Muy, muy abajo.
El tiempo pasa, implacable, empujándole más hacia el precipicio de una separación.
Casi no puede pensar, da vueltas, el miedo le atenaza...
Ayer hablé con él y entre tanta negrura sacó una brizna de su elegante sarcasmo.
--¿Cómo estás? --le pregunto.
--Bastante bien, yendo a trabajar.
Me sorprendo.
--¿Has vuelto a hablar con ella? ¿Has aclarado algo? --le digo.
--No, que va, es el Lexatin, que hace maravillas.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
jueves, 1 de julio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Escribiendo en la cama
Estoy escribiendo en la cama. Tú duermes. Hace mucho calor esta primera noche del verano. Es por eso que has apartado la colcha de un...

-
Me he levantado esta mañana contento. Cantando cosas del Dúo Dinámico que debieron quedar fosilizadas en los rincones de la memoria como pe...
-
Luisito, el hijo de los de la mercería, estudiaba mecanografía . Todas las tardes le veíamos cruzar la calle con su carpeta azul Centauro , ...
-
Entraba dispuesto a contar cómo una breve llamada de teléfono es suficiente para devolverte a la realidad, cómo el primer ring es, ciertame...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Muchas gracias por comentar!