Suena al otro lado de la ventana el sonido familiar del camión de la basura. Es el sonido que escucho cuando me quedo a escribir. Podrían ser las olas, o algún pajaro o incluso el tráfico de la gran ciudad, pero no, es el ruido del camión de la basura. Puntual a su cita a las 12, la hora de Cenicienta. siempre con la misma cadencia. Podría ser una carroza, tirada por caballos blancos ¿suenan los caballos blancos distinto de los tordos o los negros?
La mesa está desordenada.
La vida también.
Demasiados días de lluvia,
quizá sea tiempo de movernos hacia el Sur.
Demasiada prisa, demasiada compañía, demasiada soledad.
Siempre serás la dueña de esa mano en blanco y negro que da vueltas al café.
Después del camión, silencio.
Nada.
Yo.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
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