Hace tiempo que recopilo una lista de oficios fascinantes. Y ya que el blog me ofrece esta oportunidad -y otras- voy a comenzar aquí una serie para describirlos.
El primero es el de Hombre Que se Mete Dentro de Muñeco. Las siglas son Q.M.D.M., pero para simplificar lo llamaremos Muñequista.
El otro día en el Retiro mi hija me llamó la atención: Mira papá, hay tres Güinidepús. Luego me fijé y también había dos Esrecs, un Miqui, una Mini y también un par de Plutos.
Las líneas de investigación filosófica reflexiva que iniciamos mi hija y yo ante este espectáculo fueron distintas. Se las muestro sucintamente.
Yo pensaba:
¿El muñequista nace o se hace?
Puesto que ese traje tan grande no cabe en una bolsa, ¿sale así vestido de su casa?
Y, en ese caso, ¿llevará la cabeza puesta o bajo el brazo?
Si en el Metro un niño le dice me quiero hacer una foto contigo... ¿accederá? ¿Le cobrará más por ser horas extras? ¿Cómo pasa Güinidepú por los torniquetes del Metro? ¿Usa billete de niño o de adulto?
¿Pagará el muñequista autónomos?
Es muy probable que sea una profesión con riesgos laborales importantes. Sobre todo la deshidratación y la sobrecarga del brazo derecho de tanto decir adiós; en menor grado las agresiones por parte de los niños, ya que el traje protege bastante.
En las mecas del muñequista como son Disneilán-parís y Disneilán-detodalavida ¿habrá sindicato de muñequistas? ¿Qué escalafón ocuparán? Lo suyo sería que el sueldo mayor fuera para el director de la instalación y el segundo para el muñequista que hace de ratón Miqui (lo escribo españolizado porque me da la gana), digo yo.
Uno de estos muñequistas, en verano, sometido a temperaturas de hasta sesenta grados dentro del traje, podría, perfectamente, con el afán de sobrellevar el esfuerzo, entretenerse mirando a las patinadoras mientras saluda a los niños -la sonrisa no se le borra jamás-. Y algunas patinadoras están de impresión -de impresión en monedas de dos euros en vez de la cara del pazguato del Rey-. Si el muñequista, por efecto de las patinadoras, sufre un calentón (en su caso recalentón), es evidente que el traje no le aprieta y que no va a tener el consabido problema de cómo me la recoloco yo sin que se note. Pero psicológicamente debe ser muy duro gestionar una erección mientras se reparten caramelos a los niños. Sobre todo cuando, me consta, los muñequistas son gente sensible y muy preocupada por el mundo infantil.
De este conflicto le puede salir al muñequista otra enfermedad laboral, de orden psicológico, mucho más grave que las que hemos descrito antes. Claro, esto me lleva a otro punto. El Máster en Riesgos Laborales de CEAC que anuncian por la radio todas las mañanas, ¿contempla los riesgos laborales del muñequista?
Para mi hija el problema era otro.
-Papá, los dibujos de Mickey Mouse (lo escribo sin españolizar porque mi niña habla muy bien inglés para su edad) son una tontería.
-¿Por qué?
-Ningún niño se puede creer que un perro y un ratón sean del mismo tamaño. Un ratón es tan pequeño como la pezuña de un perro, dijo mi hija.
Me temo que es el principio del fin.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
martes, 12 de abril de 2005
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