Vengo de una cena importante. Muy importante. Nada que ver con ésas de negocios o esas otras de empresa tan usuales en estas fechas.
Vengo de na cena de verdades con alguien que me conoce y me quiere. De contarle mis penas y mis alegrías. Deben ser más alegrías que penas, por eso hemos pasado más rato riendo que llorando. Mucho más. Y no parar de hablar, y venga a confidencias. Y cosas que no nos habíamos dicho nunca salían hoy.
Contarse las verdades es una forma muy bonita de decirse tequiero, vaciar los bolsillos, no tener miedo.
Vuelvo a casa tarde pero con una satisfacción profunda, un bienestar que durante años ha escaseado. Sonará un poco cursi pero traigo paz de espíritu.
M. me regaló una piedra que no era para conseguir trabajo sino "para lo otro". Gracias M., creo empiezo a estar preparado. Así que caliento los músculos, cojo carrerilla, me acerco al borde del precipicio y chas. Extiendo las alas. Puedo volar.
Os quiero.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
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venga TODOS a vaciar bolsillos!
ResponderEliminarFELIZ FELICIDAD señor!
Somos much@s los que vamos por la vida contando nuestras verdades, sin miedos, sin esconder nada en los bolsillos.
ResponderEliminarSomos much@s los que no tenemos miedo a los tequieros. A mí, por ejemplo, me encanta decirlo cuando lo siento, mucho mejor cuando va entre besos.
Y sí, es una gozada volar. Creí haberte prestado mis alas. Aunque ahora que lo pienso, las mías no eran XL.
Por cierto, ¿me dejas tu piedra?
Me vacío los bolsillos.