La cabeza sirve para buscar coartadas a los desmanes del corazón.
Bueno, también para recordar cómo se hace el nudo de los cordones, sumar, restar y tres tonterías por el estilo.
El corazón va a su bola, ni pide permiso, ni obedece, ni es consecuente, ni responsable, y mucho menos coherente. Nadie desea tener un corazón coherente.
Según los neurólogos esto que yo llamo "el corazón" se sitúa en cierta región del cerebro. La llamaremos, para abreviar, sistema límbico.
Según los neurólogos esto que yo llamo "cabeza" se sitúa en otra parte del cerebro. Lo llamaremos, para abreviar, la corteza.
La frase "me voy ya, porque mañana me levanto temprano" viene de la corteza.
El ruidito que haces cuando te abrazo viene del límbico.
El diferenciar a las sopranos de las contraltos es cosa de la corteza.
La carne de gallina al escuchar una música bellísima es cosa del límbico.
Quien escribe los emails es el límbico, al menos él es quien manda escribirlos.
Quien los tira a la papelera es la corteza.
¡¡Puta corteza!!
¡¡Puto lío!!
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
lunes, 24 de diciembre de 2007
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