
Estábamos cenando en un bistrot de Marsella, y alzamos las copas para brindar.
Pero nos quedamos parados, de repente no sabíamos si celebrar el antes, invocar el después o complacernos con el durante.
Le preguntamos al vino, un espumoso blanco rigurosamente frío, y él nos contestó que lo único que importa es el ahora. Así que no dijimos nada, chocamos nuestras sonrisas y sonó el consabido cling.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Muchas gracias por comentar!