Tiras de la cinta y sube la persiana. Y el mundo, que antes no existía se abre delante de ti. Tú sólo ves una parte, pero ahí está el mundo entero. Si tu vista fuera mejor podrías llegar a ver un trozo de Francia o de Portugal o el mar, están ahí aunque tú no los veas. Y antes sólo había una persiana.
Me despierto por la mañana. De pequeño soñaba mucho. Ahora no. O quizá no me acuerdo de los sueños. Existen mis sueños pero una persiana no me deja verlos.
Tengo que conseguir subir esa persiana, y así, al despertar, poder mirar a lo lejos, y descubrir, al menos, una parte de mis sueños.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
jueves, 20 de octubre de 2011
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