Teníamos 20 y pico.
Ella decía que no éramos novios, que éramos un 50% amantes, un 40% amigos y un 10% compañeros de piso.
A la semana se cansaba, entonces cambiaba y éramos un 30% amantes, un 50% amigos y un 20% compañeros de piso.
A la semana se cansaba y prefería un 60% amantes, un 10% amigos y un 30% compañeros de piso.
Pero nunca éramos novios, eso tenía que quedar bien claro.
Ahora, cuando ha pasado demasiado tiempo, aquellas matemáticas se me antojan dulces, inspiradas, ambiguas y llenas de vanalidades intensas.
Hoy que recorro un espacio vectorial de n dimensiones sin hacer caso de coordenadas concretas -como una función imprevisible, como un mosquito díscolo- echo de menos las fórmulas ingenuas
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
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Yo de matemáticas, entiendo poco.
ResponderEliminar¿Será por eso que en temas de amor,
no llego nunca a fin de mes?
A eso se le llama investigación sentimental... La búsqueda de definiciones y clasificaciones, que acaban metiendo en un sobre sellado y certificado la magia que hay entre dos personas.
ResponderEliminarCon lo bonito que es dudar, hechar de menos, estar triste... Esos momentos de incertidumbre ¿Podré besarla? ¿Que estará pensando de mi? Son los luego convierten la cosa más sencilla en un tesoro!
La estabilidad, la monotonía y la seguridad están bien pero son tan aburridas y neutrales... ¡Prefiero los sentimientos!