Cuando llegué a la playa la arena era amarilla, más o menos. Y homogénea. La arena era... arena.
En cambio cuando me tumbé boca abajo y acerqué la nariz vi granos de arena de color negro, blanco, marfil, gris, rosa, marrón... Cada uno tenía su forma y su tamaño, era imposible encontrar dos iguales. La arena ya no era arena. Ya no era una cosa, era muchas cosas.
Así que, de la misma manera. la gente ya no sería nunca más gente, sería personas.
Cuestión de distancia.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
jueves, 10 de agosto de 2006
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