Hablo con la otra mano y le cuento. Le cuento todo lo que me pasa por las cañerías del amor, de la vida, del olvido. Me escucha, suelta síes, claros, noes y otras cosas por el estilo. La otra mano y esta mano tienen experiencia en oírse, en llorarse sin lágrimas, en disfrutar de la tristeza y descubrir el futuro con ironía, risas y optimismo. Eso es lo que somos, dos manos inconscientes que gozamos de la peor de las melancolías, que rellenamos los agujeros del alma y los vacíos del estómago con futuros imperfectos y que en la madrugada fría de un mes de febrero nos bebemos la tristeza mezclada con ron del bueno.
Eso quería decir. A la otra mano. Eso quería decirle, que estamos vivos.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Escribiendo en la cama
Estoy escribiendo en la cama. Tú duermes. Hace mucho calor esta primera noche del verano. Es por eso que has apartado la colcha de un...

-
Me he levantado esta mañana contento. Cantando cosas del Dúo Dinámico que debieron quedar fosilizadas en los rincones de la memoria como pe...
-
Siempre he estado a disgusto conmigo mismo, lo suficiente como para no dejar de rascarme. Siempre he estado a gusto conmigo mismo, lo sufi...
-
Entraba dispuesto a contar cómo una breve llamada de teléfono es suficiente para devolverte a la realidad, cómo el primer ring es, ciertame...
Mano que escribe, ¿eres tú?
ResponderEliminarSi es así que bueno leerte de nuevo.