Me dice un amigo:
Estoy preocupado, porque hay una chica que me gusta. Que piense en ella en el rato que estoy en el atasco le parece bien. Pero que lo haga antes o después, ya no tanto.
Me pongo la bata y la perilla cana modelo Sigmund y concluyo para mí que hay un problema de autoestima subyacente (diploma de psiquiatra no tengo, pero perilla sí, y con eso me dejaron colegiarme). Comparto el diagnóstico con mi amigo: ¿Por qué le parece mal que la quieran independientemente del tráfico? Es como si dijera: Quiéreme, pero sólo cuando te aburras. Ergo, baja autoestima.
Me quito la bata y la perilla.
Mirando a la cámara.
A mí que me quieran en los atascos me parece muy básico, muy elemental, se me queda un poco escaso. Al fin y al cabo, eso sólo quiere decir que estoy en el ranking de su vida por delante del radiocasete. "Estoy aquí, menudo coñazo, y me he acordado de ti" lo escucho y no digo nada, pero no me excita ni lo más mínimo. En cambio un "Me he levantado feliz, tremendamente feliz, y en vez de ponerme a currar me apetecía escribirte. Para compartirlo contigo y para estarlo más". Uf, eso sí me pone. Una llamada con un buenosdías legañoso, calentito, antes del café... eso también. Estar por encima del primer café o de la ducha es una buenísima posición.
Claro que yo soy muy reinona. Lo sé. Me pierde que me mimen. Comparto el cincuenta por ciento de los genes con el gato de angora que se te sube en el regazo y la otra mitad con la rana de los cuentos que espera besos de príncipes. Yo soy una reina.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
miércoles, 28 de febrero de 2007
martes, 27 de febrero de 2007
El dilema de la cerilla
El amor es como una cerilla.
Todos sabemos para nuestros adentros cómo es una cerilla.
Hay gente que, ante el miedo de perderla, intenta conservarla toda la vida sin encenderla.
Puede guardarla en una caja fuerte, se conservará intacta.
O puede llevarla en un bolsillo y acariciarla de vez en cuando "mira, tengo una cerilla".
Pero de manosearla se humedece, se dobla... y cuando al final lo intentan, o no prende o lo hace rácanamente (permitidme "rácanamente", aunque no venga en el diccionario).
Hay gente, más impaciente o más voraz, que la enciende y se ilumina y se calienta... pero, claro, dura poco. Por otro lado... para eso es una cerilla, digo yo.
Todos, pero todos todos todos, querrían que la cerilla fuera vela, u hoguera. Pero lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible.
¡¡Ay que ver, los malabarismos que hace la gente para que dure o luzca más!! Muchos, de tanto apurar, se queman.
El amor es una cerilla.
O varias.
Todos sabemos para nuestros adentros cómo es una cerilla.
Hay gente que, ante el miedo de perderla, intenta conservarla toda la vida sin encenderla.
Puede guardarla en una caja fuerte, se conservará intacta.
O puede llevarla en un bolsillo y acariciarla de vez en cuando "mira, tengo una cerilla".
Pero de manosearla se humedece, se dobla... y cuando al final lo intentan, o no prende o lo hace rácanamente (permitidme "rácanamente", aunque no venga en el diccionario).
Hay gente, más impaciente o más voraz, que la enciende y se ilumina y se calienta... pero, claro, dura poco. Por otro lado... para eso es una cerilla, digo yo.
Todos, pero todos todos todos, querrían que la cerilla fuera vela, u hoguera. Pero lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible.
¡¡Ay que ver, los malabarismos que hace la gente para que dure o luzca más!! Muchos, de tanto apurar, se queman.
El amor es una cerilla.
O varias.
viernes, 23 de febrero de 2007
¡Extra, extra!
Londres. Regent Street. 9.40 horas. 23 de febrero de 2007. Fueron sorprendidos cuando abandonaban una famosa juguetería cargados como mulas y con sonrisa de niños. Al vernos, quisieron disimular su presencia. ¡Imposible! Los cazamos, empezamos a dispararles y aquí se los damos a conocer al mundo entero. Sí, las dos manos al descubierto.
¿1ª respuesta?
Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees alto,
y limpio porque tú me miras
con buenos ojos, con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace inteligente,
y en tu sencilla ternura,
yo soy también sencillo y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie lo sepa.
Verán viva mi carne,
pero será otro hombre-oscuro, torpe, malo-
el que la habita...
A. González
jueves, 22 de febrero de 2007
Sin título
¿Preguntaba hace unos cuantos post si somos lo que mostramos o somos lo que escondemos?
No acompañó la fortuna esta vez, porque no se lanzaron los comenteros a contestar, y nos quedamos sin su buen tino. No pasó de 3 el marcador.
Hizo lomix de la excepción que confirma la regla con su "somos como nos leen".
Pero unos nos leen así y otros asao. ¿Será entonces que somos múltiples? ¿o que somos cambiantes?
No acompañó la fortuna esta vez, porque no se lanzaron los comenteros a contestar, y nos quedamos sin su buen tino. No pasó de 3 el marcador.
Hizo lomix de la excepción que confirma la regla con su "somos como nos leen".
Pero unos nos leen así y otros asao. ¿Será entonces que somos múltiples? ¿o que somos cambiantes?
miércoles, 21 de febrero de 2007
El orgullo
Me dijo mi amigo: tenemos una gran ventaja, compañero, y es que carecemos de orgullo. Eso nos hace fuertes.
Me fui a casa con el soniquete convertido en flujos eléctroquímicos en la anatomía que cuando caminamos se sitúa más arriba del cuello.
Soy bastante serpiente para estas digestiones, por eso, dos semanas después llegué a una conclusión. No, no me atrevo a tanto, diré, mejor, que llegué a un enunciado alternativo.
Pienso que no es que nos falte el orgullo, sino que no usamos el modelo básico, el típico, el de llevar la frente bien alta, responder a las agresiones leves con virulencia, rasgarnos las vestiduras por un quítame allá esas pajas...
No. Gastamos un orgullo más enrevesado, un orgullo paciente, de calado. Un orgullo que no necesita comer palomitas todos los días, que prefiere brillar muy de vez en cuando bajo las luces correctas. No sé cómo explicarlo, quizá consiste en que aunque te pongas de rodillas, la cabeza a los efectos relevantes, te queda por encima.
Me fui a casa con el soniquete convertido en flujos eléctroquímicos en la anatomía que cuando caminamos se sitúa más arriba del cuello.
Soy bastante serpiente para estas digestiones, por eso, dos semanas después llegué a una conclusión. No, no me atrevo a tanto, diré, mejor, que llegué a un enunciado alternativo.
Pienso que no es que nos falte el orgullo, sino que no usamos el modelo básico, el típico, el de llevar la frente bien alta, responder a las agresiones leves con virulencia, rasgarnos las vestiduras por un quítame allá esas pajas...
No. Gastamos un orgullo más enrevesado, un orgullo paciente, de calado. Un orgullo que no necesita comer palomitas todos los días, que prefiere brillar muy de vez en cuando bajo las luces correctas. No sé cómo explicarlo, quizá consiste en que aunque te pongas de rodillas, la cabeza a los efectos relevantes, te queda por encima.
martes, 20 de febrero de 2007
lunes, 19 de febrero de 2007
No me saques de dudas
"No, no me cuentes lo malo. Déjame así. Lo que veo me gusta. Lo que intuyo, todavía más. No tienes ninguna necesidad de sacarme de dudas. ¿Por qué no va a ser verdad lo que encuentro
cuando cierro los ojos, y a olfato y piel me acerco a ti? Si aun así decides hablar, será bajo tu responsabilidad."
Fragmento de la película Le mie parole de Massimo Pollerdini
cuando cierro los ojos, y a olfato y piel me acerco a ti? Si aun así decides hablar, será bajo tu responsabilidad."
Fragmento de la película Le mie parole de Massimo Pollerdini
sábado, 17 de febrero de 2007
Una historia larga
En un rincón de la cocina, un 22 de diciembre de hace ya tres años, encontré un disco que había dejado él. Lo puse. En fin. Lo volví a poner y a poner y a poner... Él me lo descubrió. Después caminé yo solo y encontré (esperé) esto.
viernes, 16 de febrero de 2007
Una sucia brutal
No sé qué me gusta de ella en concreto. Me encanta: es sucia. Punto. Amy Winehouse.
jueves, 15 de febrero de 2007
Coincidencias
Esa mano me entiende
me escucha
me escribe fácil y sin
saltarse renglones.
Esos tachones y ese
empezar otra vez.
Esa mano me lee
cuando ni siquiera
he volcado tinta
en el teclado. Así
es esa mano que
escribe lo que uno
aún no ha tocado.
me escucha
me escribe fácil y sin
saltarse renglones.
Esos tachones y ese
empezar otra vez.
Esa mano me lee
cuando ni siquiera
he volcado tinta
en el teclado. Así
es esa mano que
escribe lo que uno
aún no ha tocado.
miércoles, 14 de febrero de 2007
Todos los abrazos
habían sido de tinta,
todos los besos
húmedos de tinta.
Todos los encuentros
líneas que se cruzan.
Todos los tequieros
fueron de papel.
Todos los silencios
páginas en blanco.
Todos los esfuerzos
subrayar en rojo.
Todos los errores
se arreglan tachando
Y si me arrepiento
vuelvo a comenzar.
Algunas cartas
las escribí con vino,
algunos versos
con espuma del mar.
Algunos puntos
los puso el destino.
Puntos suspensivos...
...o punto final.
habían sido de tinta,
todos los besos
húmedos de tinta.
Todos los encuentros
líneas que se cruzan.
Todos los tequieros
fueron de papel.
Todos los silencios
páginas en blanco.
Todos los esfuerzos
subrayar en rojo.
Todos los errores
se arreglan tachando
Y si me arrepiento
vuelvo a comenzar.
Algunas cartas
las escribí con vino,
algunos versos
con espuma del mar.
Algunos puntos
los puso el destino.
Puntos suspensivos...
...o punto final.
martes, 13 de febrero de 2007
Naranjas
Él preparó una cena de naranjas. De colores naranjas. Gusanitos para picar. Fanta de beber. De primero crema de calabaza. Ensalada de zanahoria rayada. Mejillones en escabeche exquisitos de un pueblo de Galicia que hace conservas artesanales. Carpaccio de salmón con suspiros de azafrán. El plato fuerte son unos callos con garbanzos. Pero deconstruídos. En un cuenco diminuto un garbanzo, un trozo de callo, guindilla picada como harina espolvoreada, la salsa hecha espuma, y unas efímeras virutas de piel de naranja para dar el toque francés.
Mientras cenaron sonó música hindú. Ahora él saca unas túnicas que tenía preparadas -bien planchadas- y se las ponen. A ella se nota que se le ha subido la fanta de naranja a la cabeza, las burbujas, se entiende, y todo le parece bien, y se ríe... Bailan.
Puede que sea la intercesión de algún Dios pagano que han invocado sin querer con sus movimientos pélvicos poco acompasados, pero cuando le toma la mano, ella sonríe y le sigue.
Llegan a la habitación. el fuego de la chimenea ha amainado y sólo quedan brasas, muchas brasas que han caldeado esta estancia. Ella se tumba en las sábanas naranjas tras apartar el edredón del mismo color. Se hace un revoltijo con la túnica y un instante después se la quita. Riendo a carcajadas. No intercambian palabras. No hace falta.
Dejan que caigan sobre ellos buenas ideas, azúcar mental, de la misma manera que el rocío cubre el campo con su manto. Él coloca sobre el coxis de ella un verso que tenía guardado extendiéndolo con mimo, deposita en su nuca cierto beso que no había usado nunca, uno nuevo. De ella emana ella. Ella concentrada. En esencia. Ella de sus ojos, ella de sus poros, ella de sus labios entreabiertos. Sólo ella. Y a él tanta generosidad le apabulla. Yacer con alguien y que se vierta... yacer con alguien a secas... yacer con alguien y que no estén ni su pasado ni su pudor ni su mañana para vigilarla, para acotarla... lo más.
Ahora las narices están justo a la misma altura. Las almohadas debajo de las cabezas. Podría decirse que se están apuntando con las narices. Ella le coge la cabeza entre sus manos. Y con mucha picardía, una malicia bendita y un tepuedo tierno escrito en la mirada le dice: eres un redundante, pero me gustas.
Mientras cenaron sonó música hindú. Ahora él saca unas túnicas que tenía preparadas -bien planchadas- y se las ponen. A ella se nota que se le ha subido la fanta de naranja a la cabeza, las burbujas, se entiende, y todo le parece bien, y se ríe... Bailan.
Puede que sea la intercesión de algún Dios pagano que han invocado sin querer con sus movimientos pélvicos poco acompasados, pero cuando le toma la mano, ella sonríe y le sigue.
Llegan a la habitación. el fuego de la chimenea ha amainado y sólo quedan brasas, muchas brasas que han caldeado esta estancia. Ella se tumba en las sábanas naranjas tras apartar el edredón del mismo color. Se hace un revoltijo con la túnica y un instante después se la quita. Riendo a carcajadas. No intercambian palabras. No hace falta.
Dejan que caigan sobre ellos buenas ideas, azúcar mental, de la misma manera que el rocío cubre el campo con su manto. Él coloca sobre el coxis de ella un verso que tenía guardado extendiéndolo con mimo, deposita en su nuca cierto beso que no había usado nunca, uno nuevo. De ella emana ella. Ella concentrada. En esencia. Ella de sus ojos, ella de sus poros, ella de sus labios entreabiertos. Sólo ella. Y a él tanta generosidad le apabulla. Yacer con alguien y que se vierta... yacer con alguien a secas... yacer con alguien y que no estén ni su pasado ni su pudor ni su mañana para vigilarla, para acotarla... lo más.
Ahora las narices están justo a la misma altura. Las almohadas debajo de las cabezas. Podría decirse que se están apuntando con las narices. Ella le coge la cabeza entre sus manos. Y con mucha picardía, una malicia bendita y un tepuedo tierno escrito en la mirada le dice: eres un redundante, pero me gustas.
lunes, 12 de febrero de 2007
Domingo
Se acaba un domingo.
Uno especialmente plácido.
No me hierve nada dentro, nada me quema.
Para quien las palabras deben venir siempre de algo caliente y necesario
esto equivale a sequía.
En cambio hay ganas de compartir algo con vosotros.
De tocarnos.
Por eso pongo un deseo:
Que vale igual para acompañaros esta noche
que para desayunar mañana.
Que tengáis un estupendo lunes.
Uno especialmente plácido.
No me hierve nada dentro, nada me quema.
Para quien las palabras deben venir siempre de algo caliente y necesario
esto equivale a sequía.
En cambio hay ganas de compartir algo con vosotros.
De tocarnos.
Por eso pongo un deseo:
Que vale igual para acompañaros esta noche
que para desayunar mañana.
Que tengáis un estupendo lunes.
miércoles, 7 de febrero de 2007
San Expedito
Internet da mucho de sí. Y cualquiera puede hacerse un hueco. Incluso San Expedito, el patrón de las causas urgentes.
Para mí que esta página la ha diseñado el propio santo. Bien en persona, bien conectándose por WIFI desde el cielo. Si tienen WIFI en los Starbucks, cómo no van a tenerlo en el cielo.
Con sus secciones de biografía, contacto, download, links, rezos y comunidad... no falta nada. Bueno sí. Yo voy a contactar con San Expedito para que las peticiones y los ruegos en vez de hacerse a la manera tradicional (cada uno en casa por invocación) se pueda hacer online con un formulario de comercio seguro y pagando la limosna por paypall o tarjeta de crédito. De esa manera te puedes imprimir la solicitud, también el email de confirmación que te devuelva el santo, y te queda algún documento para el caso de que necesites reclamar. Porque a la forma antigua ya se sabe, que muchas veces el santo se escudaba en "yo no te he oído porque había mucho ruido ese día en el cielo" o "estaba atendiendo a uno en Singapur, me volveís loco, yo no doy más de mí".
Para verlo más grande (os juro que no tiene desperdicio) sólo tenéis que pinchar en la foto.
Yo, que siempre voy con prisa, ya me he hecho devoto de este santo. He imprimido la foto y le he puesto un altarcito en la oficina. Una cosa discreta. Porque investigando en internet me he enterado de que es tan bueno y tan eficiente con las causas urgentes que lo han hecho su patrón los repartidores de pizza, los mensajeros y los urólogos que tratan la eyaculación precoz.
martes, 6 de febrero de 2007
Un trozo
"El amor es una cosa demasiado íntima como para compartirla. Menos aún con un desconocido." eso dijo. El desconocido era yo.
Hoy miro otra vez la foto y me pregunto si se puede reconstruír el todo desde la parte, si a partir de un instante podemos recrear un momento.
¿Somos lo que mostramos o somos lo que escondemos?
Viva el sol anyway.
lunes, 5 de febrero de 2007
Pamplinas
Planta herbácea anual de la familia de las cariofiláceas de hojas opuestas y flores amarillas agrupadas en inflorescencias que crece en los sembrados de suelos areniscos en la región mediterránea.
En el tiempo de los fenicios los pétalos secos de esta planta, preparados en infusión, se utilizaban en ceremonias religiosas. Se colocaba en el altar del templo una gran marmita pusiliforme con fuego de madera de olivo debajo y los asistentes, por lo general hombres y mujeres jóvenes ataviados con vaporosas túnicas y guiados en las salmodias por un sacerdote, inhalaban los vapores y más tarde bebían la pócima invocando al dios Adón, divinidad de la primavera, la vegetación y la fertilidad. Estas ceremonias tenían lugar a puerta cerrada, comenzaban al atardecer y en muchas ocasiones se prolongaban hasta la mañana siguiente. Apolonte cuenta en su libro Vacaciones en Pircea, menudo periplo que estas ceremonias propiciaban que las doncellas se quedaran encinta si practicaban el amor con sus maridos (a los que no se había permitido asistir a la ceremonia) antes de la siguiente luna. A veces ocurría que el hijo no se parecía mucho al padre, entonces se aceptaba que era hijo de Adón (y también del padre) pero que los rasgos eran más de Adón porque las características faciales de los dioses predominan sobre las de los humanos.
De los fenicios no se han conservado documentos escritos, al menos en la provincia de Madrid (el libro de Apolonte y nada más) pero según unas inscripciones en unas vasijas que se encontraron en 1973 en las estribaciones de la sierra de Alcaraz fue precisamente en una de esas ceremonias en la que se apareció el propio Dios Adón con intención de unirse a la celebración, anticipose el Dios y quiso probar él primero el mejunje, utilizó, para disipar las dudas que pudieran surgir, la fórmula clásica: me pido prímer. Tenía Adón fama bien ganada de ser un poquito cagaprisas. Y abrasose la lengua. Blasfemó contra sí mismo un cagüendiós y le salieron de inmediato dos ampollas de las que brotaron dos hiedras que se extendieron por el templo bloqueando las ventanas y las puertas (como era el dios de la vegetación...) y cuanto más agua bebía para aplacar la quemazón más crecían las hiedras impidiendo, no ya salir, sino siquiera localizar una escapatoria. O por lo menos esto es lo que contaron los asistentes cuando volvieron a casa, una semana después: que no habían podido salir por las hiedras.
La infusión de flores de pamplinas esá documentada en la farmacopea medieval como un remedio eficaz contra los dolores de cabeza en las mujeres casadas y los niños lactantes. ¿O era en los niños casados y las madres lactantes? El caso es que no me acuerdo bien.
En la actualidad se ha comprobado que carece de efectos analgésicos pero el bebedizo tiene efectos alucinógenos suaves y altera la líbido para bien, lo que en práctica clínica moderna se viene denominando "coger un puntito gracioso".
Y de ahí la expresión "No me vengas con pamplinas".
El examen será el próximo día 27.
Y esto entra.
Buenos días.
En el tiempo de los fenicios los pétalos secos de esta planta, preparados en infusión, se utilizaban en ceremonias religiosas. Se colocaba en el altar del templo una gran marmita pusiliforme con fuego de madera de olivo debajo y los asistentes, por lo general hombres y mujeres jóvenes ataviados con vaporosas túnicas y guiados en las salmodias por un sacerdote, inhalaban los vapores y más tarde bebían la pócima invocando al dios Adón, divinidad de la primavera, la vegetación y la fertilidad. Estas ceremonias tenían lugar a puerta cerrada, comenzaban al atardecer y en muchas ocasiones se prolongaban hasta la mañana siguiente. Apolonte cuenta en su libro Vacaciones en Pircea, menudo periplo que estas ceremonias propiciaban que las doncellas se quedaran encinta si practicaban el amor con sus maridos (a los que no se había permitido asistir a la ceremonia) antes de la siguiente luna. A veces ocurría que el hijo no se parecía mucho al padre, entonces se aceptaba que era hijo de Adón (y también del padre) pero que los rasgos eran más de Adón porque las características faciales de los dioses predominan sobre las de los humanos.
De los fenicios no se han conservado documentos escritos, al menos en la provincia de Madrid (el libro de Apolonte y nada más) pero según unas inscripciones en unas vasijas que se encontraron en 1973 en las estribaciones de la sierra de Alcaraz fue precisamente en una de esas ceremonias en la que se apareció el propio Dios Adón con intención de unirse a la celebración, anticipose el Dios y quiso probar él primero el mejunje, utilizó, para disipar las dudas que pudieran surgir, la fórmula clásica: me pido prímer. Tenía Adón fama bien ganada de ser un poquito cagaprisas. Y abrasose la lengua. Blasfemó contra sí mismo un cagüendiós y le salieron de inmediato dos ampollas de las que brotaron dos hiedras que se extendieron por el templo bloqueando las ventanas y las puertas (como era el dios de la vegetación...) y cuanto más agua bebía para aplacar la quemazón más crecían las hiedras impidiendo, no ya salir, sino siquiera localizar una escapatoria. O por lo menos esto es lo que contaron los asistentes cuando volvieron a casa, una semana después: que no habían podido salir por las hiedras.
La infusión de flores de pamplinas esá documentada en la farmacopea medieval como un remedio eficaz contra los dolores de cabeza en las mujeres casadas y los niños lactantes. ¿O era en los niños casados y las madres lactantes? El caso es que no me acuerdo bien.
En la actualidad se ha comprobado que carece de efectos analgésicos pero el bebedizo tiene efectos alucinógenos suaves y altera la líbido para bien, lo que en práctica clínica moderna se viene denominando "coger un puntito gracioso".
Y de ahí la expresión "No me vengas con pamplinas".
El examen será el próximo día 27.
Y esto entra.
Buenos días.
viernes, 2 de febrero de 2007
Averías
Las pequeñas averías del corazón que llamamos penas a veces son cucarachas. Bichejos infectos que denotan suciedad y desorden. Abandono. Este tipo de desajuste acepta el método de enterrarlas bajo montañas de trabajo. Aunque no es muy efectivo poque acaban saliendo por debajo. Fortalecidas y gordas de tanto comer papel.
Otras son leones. Te los encuentras a la puerta de la casa, al sol. Haciéndose los amos, relamiéndose. O te rugen a media noche en lo mejor del sueño y te ponen a temblar.
No es lo mismo, está claro. Las cucarachas son inofensivas, anodinas y aburridas. La vida con los leones, en cambio, es apasionante (la muerte también).
No es lo mismo ir por el pasillo de tu casa con un espray que con un rifle del calibre 45 y mira telescópica. No tiene nada que ver.
Hace mucho que no veo leones en esta casa, y pronto guardaré el rifle, Las cucarachas son -por discretas- más imprevisibles. Así que dejaré a mano el pulverizador. Y el sombrero, que me da un aire Indiana Jones.
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