Sale uno mejor persona de un buen concierto, o de una buena exposición o de una buena obra de teatro.
Lo notan el cuerpo, el alma y los demás cuerpos y las demás almas.
Yo debo tener un yo profundo muy imperfecto y perverso porque necesito exponerme mucho a la belleza para sentirme bien como persona.
De entre las artes tiene la música una capacidad purificadora singular. Y casi nadie puede resistirse al influjo de una voz o un instrumento.
Atribuyen a Beethoven una frase: la música es la voz de Dios.
Yo a Dios no sé verlo, pero lo escucho con nitidez.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
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sobre todo perverso muy perverso.
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