Vuelvo después de la 1,
con las ventanas abiertas.
El sol se esconde de noche
para que podamos oler mejor.
Es una buena razón.
Suena mi coche rojo
mientras bajo por la cuesta de las Perdices.
Jamás he visto una perdiz aquí.
Hay atasco para entrar al hipódromo.
Este hipódromo no es cómo el que frecuentaba Chinaski, este es pijo.
Mientras pienso en perdices, en Bukovski y en los olores de la noche de verano enfilo la avenida de la Ilustración, una calle bastante tonta de Madrid.
Paradojas.
Vuelvo después de la 1,
con las ventanas abiertas.
Vacío de razones.
Escaso de besos.
Lleno de dudas.
Al menos, vuelvo.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
viernes, 19 de junio de 2009
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