Me encanta cocinar, pero no en vacaciones, en este apartamento, además, sin mis herramientas, no me estimula nada, nada, nada.
Así que hoy hemos ido a comprar "algo rápido" y hemos traído un preparado de paella congelado con una pinta exquisita, al que sólo había que añadir el arroz. Ya lo sé, estoy seguro de que muchos os estáis haciendo cruces: estrechos, que sois unos estrechos.
Estaba en las penúltimas páginas del Thurber cuando he vertido las verduras en el aceite, y en las últimas cuando he añadido el arroz. Con la cantidad de agua apropiada, eso sí.
Una vez que lo he servido en la mesa he constatado que el olor era estupendo, similar a esos arroces pegajosos de los chiringuitos playeros.
Mmmmmmmm.
--Papá, tiene bichos.
--No, hija, eso debe ser perejil.
--Papá, el perejil no tiene patitas, ni antenas; eso son bichos. Y hay muchos.
Una inspección detallada me sirve para constatar que efectivamente son bichos, pero no exteriorizo mi hallazgo y hago un último intento de defender la tesis del perejil (¿No estuvo Pedro J. dos años con las mochilas del 11M?). Pero mi hija me trae el paquete de arroz SOS que debía llevar en ese armario dos años o más y lo pone encima de la mesa:
--El arroz está lleno de bichos.
Ante la evidencia me pliego a reconocer que los especímenes que hemos encontrado en nuestros platos achicharrados guardan un asombroso parecido con los del paquete, si bien se diferncian en que estos últimos gozan de movilidad y albergan aspiraciones de progresar en la vida. Unos y otros comparten, aparete de color y forma, el logro de haberme fastidiado la paella. Los primeros en calidad de ingrediente, y los segundos como prueba concluyente.
Le explico a C. que los insectos de cualquier calibre sometidos a más de 100 grados durante algunos minutos son proteínas, de color negro y forma extraña, pero proteínas al fin y al cabo, y gozan del mismo estatus nutritivo que un filete de ternera. Me dice que me pasa todos los suyos y que acepta un filete de ternera a cambio muy gustosa.
--Anda, trae el jamón york y el pan Bimbo.
Malditos bichitos.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Escribiendo en la cama
Estoy escribiendo en la cama. Tú duermes. Hace mucho calor esta primera noche del verano. Es por eso que has apartado la colcha de un...
-
Siempre he estado a disgusto conmigo mismo, lo suficiente como para no dejar de rascarme. Siempre he estado a gusto conmigo mismo, lo sufi...
-
Luisito, el hijo de los de la mercería, estudiaba mecanografía . Todas las tardes le veíamos cruzar la calle con su carpeta azul Centauro , ...
-
Me he levantado esta mañana contento. Cantando cosas del Dúo Dinámico que debieron quedar fosilizadas en los rincones de la memoria como pe...
tu tambien....
ResponderEliminarcomo un dia en vez de ser bichos sea una botella de vino
quien va a fregar los platos?
te hubiera ido mejor comer la del chiringuito.
ResponderEliminar