Tengo encima la Osa Mayor y un avión.
Son las 0,30.
Me llama S., que sabe que puede llamarme a esas horas, y al final, deja caer un piece of wisdom;
--Tú, no te preocupes --me dice-- un día te enamorarás y se te pasará la tontería.
--Ya.
--Simplemente te tienes que ocupar de rezar para que cuando llegue ese momento no sea de una papanatas.
--Sí, pero ¿a quién hay que rezarle para eso?
--Da lo mismo, la experiencia a nivel mundial sirve para constatar que todos haces más bien poco caso, y si te toca una papanatas, vas listo.
Levanto la vista y el avión ha escurrido el bulto, la Osa Mayor sigue ahí: siempre ha habido clases.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
miércoles, 5 de agosto de 2009
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