lunes, 12 de octubre de 2009

Un sueño

Iba caminando por el desierto.

No llevaba mochila ni cantimplora.

Tenía mucho calor y sed. El desierto era desierto total: ni una sola planta, ni un rastro humano o animal.

Deseaba profundamente poder beber.

De repente miro a mis pies y hay una botella de medio litro de agua mineral, no citaré la marca para no hacer pulicidad, pero era una marca conocida para mí. La cogí y estaba fresca. La condensación creaba un halo húmedo en la superficie del PVC, el simple tacto era una delicia dadas mis circunstancias.

Me invadió una tremenda alegría.

Pero de repente pensé que era muy extraño encontrar una botella de agua fresca en el desierto.

Me invadió una pequeña desazón.

Que quizá hubiera truco. Miré a mi alrededor por si se le había caído a alguien. Barajé la posibilidad de que el mismo diablo la hubiera puesta allí. ¿Haré mal si me la bebo? ¿Me la merezco? Si estoy en el desierto será por algo, esta botella milagrosa cambia todo de repente... Pero bueno, quién puede haber puesto aquí esta botella. ¿Una cámara oculta? ¿Cómo voy a explicar luego a mi familia que me encontré una botella de agua fresca y por eso me salvé? No se lo creerán, pensarán que estoy loco. No me van a aceptar de nuevo. Yo estoy en el desierto, y si entoy en el desierto no puedo beber. ¿Y si alguien me ve? Me preparo para destapar la botella pero me detengo. Con tantos pensamientos la botella se estaba calentando. Ya no era una estupenda botella fría de agua mineral, era una botella templada de agua mineral. Y yo seguí pensando. Le di tantas vueltas que la botella se calentó más. Ya no era una botella fría de agua mineral, era una botella caliente de agua mineral. En realidad caliente ya no es tan agradable. Si he encontrado esta, probablemente haya más, y serán más grandes, y estarán más frescas, qué tontería, lo mismo a la vuelta de esa duna hay un bar y yo estoy aquí haciendo el tonto con esta botella. Puede que haya una cámara oculta y si me ven echarme la botella al gasnate se desternillarán de risa de mí. El caso es que dejé la botella en el suelo y me puse a rodear la duna. A los 3 pasos me entró una duda y me volví. Y la botella ya no estaba donde yo la había dejado. Iba caminando por el desierto y no tenía mochila ni cantimplora, tenía, sin embargo, mucha sed. La sensación de haber vivido eso, de repetir la misma historia, de estar atrapado en una espiral, de no tener salida...

Y me desperté.

Me fui corriendo al baño porque tenía la boca seca.

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