Hoy es el primer día del otoño.
Da igual lo de la inauguración oficial el día 21, cuando cambia el olor, cuando la luz es otra, entonces ha llegado el otoño, el calendario no tiene mucho que decir.
Es agradable por el cambio. Bueno, eso para mí que me gustan los cambios.
He visto amanecer, la pantalla del ordenador y un trozo de cielo que primero era negro, luego gris rarísimo y ahora blanco. Las ventanas siguen abiertas por la inercia del verano, contrapongo al sueño y al fresquito un té.
Reina un silencio profundo en el edificio, o mis vecinos no se han despertado lo han hecho con la cadencia de la oruga.
Añoro una galleta oreo, quizá un beso calentito; pero alojo una alegría íntima, del tamaño de una pepita de oro. Porque hoy es el primer día del otoño y a mí me gustan los cambios.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
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a mi me encanta la luz en otoño, sus increibles atardeceres y sobre todo esa temperatura de color tan especial.
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