Hay dos tipos de personas: las acreedoras y las deudoras.
Las acreedoras son aquéllas que sienten que merecen lo mejor, simplemente por ser quienes son. Entran a una tienda y esperan que les atiendan con solicitud. Son tan, tan todo, que sus amigos deben estar encantados de conocerles. El mundo entero debería hacer una manifestación pública de reconocimiento. Van por la vida con una pregunta, a veces latente y a veces explícita: ¿dónde está mi trono?
Las personas deudoras dan las gracias. Por todo. Empiezan el día y saben que se lo tendrán que currar. Que será una suerte cualquier cosa que consigan porque ellos al fin y al cabo tampoco merecen nada especial, y sus talentos y sus trabajos son más o menos como los de los demás. Van por la vida con una afirmación: hay que ver, qué silla tan cómoda.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
lunes, 5 de marzo de 2007
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