
Son luces que cuelgan del cielo. De colores. Iluminadas por esa farola. Un día me quedé prendado de ellas. Y me dieron buen rollo, porque son de fiesta. De fiesta de barrio, de barriles de plástico llenos de agua, hielo y botellines de cerveza, de olor a chorizo y morcilla, de orines en la esquina, besos y arrumacos sobre la pared de cal, música de orquestina y... Pero eso es allá, y aquí las luces saben a pastel de zanahoria. ¡Qué rico!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Muchas gracias por comentar!