A cierta distancia te tengo.
Te espero.
Somos dos.
Somos uno.
No me toques. No te acerques. Por favor, por favor no te vayas.
Después de unos años nos queda esto. Y no sé si es una fortuna o una ruina. Es lo que tengo, es lo que soy. A nadie puedo echar la culpa, aunque, estás tan a mano que estoy tentada.
Las ventanas son los ojos de mi casa, sí. ¿Por qué lloran los colchones?
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
jueves, 14 de mayo de 2009
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