sábado, 7 de febrero de 2009

Cretino

A veces despreciamos lo que nos han regalado. El padre, el amigo, el amante o el destino. El regalo puede ser la vida misma, el tiempo, los cuidados, el cariño... o un bolígrafo bonito. Lo despreciamos por la sencilla razón de que lo tenemos, de que fue casual el conseguirlo. Y haciéndolo nos despreciamos a nosotros mismos y la mezquindad es doble. Estos actos delatan la pobreza de nuestro espíritu. Despreciamos el abrazo, la sonrisa, la palabra, el guiño. Son esos días que nos creemos acreedores de todo lo humano y lo divino. Nos da alguien su todo y el todo del todo nos parece ínfimo. Es normal, es humano, es comprensible, es excusable, ser un día o dos, un estúpido, un cretino.

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