Cuando se despertó no recordaba nada de la noche anterior,
"demasiadas cervezas" dijo al ver mi cabeza al lado de la suya en la almohada...
Y la besé otra vez, pero ya no era ayer sino mañana y un insolente sol
como un ladrón, entró por la ventana.
El día que llegó tenía ojeras malvas y barro en el tacón.
Desnudos, pero extraños, nos vio, roto el engaño de la noche, la cruda luz del alba.
Era la hora de huir y se fue sin decir: "llámame un día"
Desde el balcón la vi perderse en el trajín de la Gran Vía.
Y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido,
Una vez me contó un amigo común, que la vio donde habita el olvido.
La pupila archivó un semáforo rojo, una mochila, un peugeot
Y aquellos ojos miopes, y la sangre al galope por mis venas,
y una nube de arena dentro del corazón y esta racha de amor sin apetito.
¡Los besos que perdí por no saber decir: te necesito!
Y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido,
Una vez me contó un amigo común, que la vio donde habita el olvido.
J. Sabina
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
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Donde habite el olvido,
ResponderEliminarEn los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
LUIS CERNUDA