Me gustan los aviones. He hecho un vuelo magnífico hacia una parte del mundo que si no vas te crees que no existe. Siempre me pasa lo mismo con estos viajes largos. Llegas, miras, escuchas y empiezas a pensar, que es una costumbre que llevo mucho tiempo tratanto de quitarme de la cabeza. ¿Qué pienso? Que esa gente duerme cuando tu cenas, desayuna cuando tu duermes, trabaja cuando tu te desperezas... Te llevan seis horas de ventaja. Vamos, que el hombre llegó a la Luna allí antes que aquí, y eso es terrible, la verdad.
Me gustan los aviones. Uno se metió a fumar en el baño y casi le abren la puerta para que se fuera, pero ablandó el corazón del sobrecargo cuando le dijo que a 12.000 metros de altura no se orientaba lo suficiente, que otra cosa sería que lo echaran a 7.634, que empieza a serle todo más reconocible porque de cerca ve mejor.
Me gustan los aviones. En primera van tumbados y en segunda (tercera, incluso) practicamos una serie de movimientos sensuales antes de encontrar la postura, lo cual se produce justo cuando te traen la cena o el desayuno.
Me gustan los aviones. ¿Lo he dicho?
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
sábado, 16 de julio de 2005
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