No siempre callo cuando debo.
Por falta de criterio, de oportunidad, de talento... pero sobre todo porque el verbo deber y yo no nos llevamos bien.
Al final no importan tanto las razones como las emociones, por mucho que te empeñes.
Si las razones no nos defienden de la soledad, si no nos ayudan a encontrar caminos... quién quiere estar del lado de las razones.
Incluso rodeado de gente se siente la soledad.
Porque la gente es razones y también emociones.
Pero menos.
¿Y te extraña que apueste por las emociones?
¿Y te extraña que reniegue de las razones?
No siempre callo cuando debo, ya lo sé.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
viernes, 10 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Escribiendo en la cama
Estoy escribiendo en la cama. Tú duermes. Hace mucho calor esta primera noche del verano. Es por eso que has apartado la colcha de un...

-
Me he levantado esta mañana contento. Cantando cosas del Dúo Dinámico que debieron quedar fosilizadas en los rincones de la memoria como pe...
-
Luisito, el hijo de los de la mercería, estudiaba mecanografía . Todas las tardes le veíamos cruzar la calle con su carpeta azul Centauro , ...
-
Entraba dispuesto a contar cómo una breve llamada de teléfono es suficiente para devolverte a la realidad, cómo el primer ring es, ciertame...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Muchas gracias por comentar!