Las margaritas tienen una belleza cotidiana, son gente sencilla, se quedan.
Las rosas encandilan con su exuberancia, pero enseguida se van.
Ya sé que no debería contar mis intimidades, a veces se me escapa.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
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Me encanta ser margarita...
ResponderEliminarMe encanta jugar a buscarte en este blog