Hay mujeres a las que no les gusta que pierdas la cabeza por ellas.
Les resulta incómodo, no sé, como poco digno, como demasiado evidente y pueril.
Les desagrada.
Prefieren cortártela de un tajo personalmente.
Al primer descuido.
Y luego decir eso de: Uy, ha sido sin querer.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
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sera que la cabeza es lo menos importante de un hombre.
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