
El silencio de la montaña es denso. Tanto, que acompaña.
Y te hace sentir la soledad de la misma manera que un amigo con un whisky. Bajo los ojos al suelo y pienso en las últimas semanas del año. Y en que hay pocas cosas más frágiles que unas huellas en la nieve.
El día, el sol, la lluvia, el viento o más nieve pueden acabar con ellas en unos minutos.
Y nada queda.
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