PUBLICIDAD (subliminal)
El jueves 2 de junio
a las 21,30h
en Segundo Jazz. c/ Comandante Zorita, 8.
Entrada Libre.
Perversa, En Directo
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
martes, 31 de mayo de 2005
lunes, 30 de mayo de 2005
Rosa Palo
He encontrado un pintalabios en el anorak de mi hijo adolescente. Y es de su color preferido: rosa palo. Qué palo. Pensaréis que yo, a mi edad, con mi bagaje y mis principios liberales ya debería estar preparada para esto. Yo también lo pensaba. Pero no, no estoy preparada.
Yo nunca había revisado su ropa, en realidad encontré el lápiz de labios por casualidad, se cayó cuando iba a echarlo a la lavadora. Y llevada por un instinto maternal perverso -dicen que todos los instintos maternales son perversos- entré en su habitación con el ánimo de mirar en sus cajones. Os juro que no lo había hecho antes. Y aún ahora me da vergüenza reconocerlo. Pero miré.
Mierda y desorden, hasta ahí todo normal. Los juguetes con los que ya no juega: coches, pistolas, kinder sorpresa que todavía huelen a chocolate, chocolate del que no viene de sorpresa en los kinder. pastillas, la nancy gótica, pálida y con una lágrima negra pintada, la caja de condones que le regalé cuando cumplió once años (sin abrir); todo en orden. Qué duro lo tenemos las madres separadas. Qué duro y qué largo.
Como no quería que mi hijo creciese en el desarraigo, en cuanto pude le hice la tarjeta de El Corte Inglés, todos en la familia la tenemos. Lo hice porque no me gustaba el fútbol, si no le habría hecho del Madrid. Por hacerle de algo. Le veía tan sosito, tan poca cosa. Así, por lo menos, pertenece a algo, pensé. Si se le hunde un barco y llega a una isla desierta y se siente solo recurrirá a "menos mal que soy del Madrid" y así, por lo menos, tendrá cierto consuelo.
Hoy he descubierto en su cartera las tarjetas de fidelidad de Caprabo, Massimo Dutti, Sánchez Romero, VIPS, McDonalds, Cepsa, Repsol, Alcampo, C&A, H&M, Pull&Bear, Bang&Olufsen, Don Algodón, Zara, Bibliotecas Municipales, Biblioteca Cajamadrid, Reader´s Digest, Club Internacional del Libro, Ragazza, Revista 40 Principales, Club de Amigos de los Notarios, Zoo de Madrid, FNAC... con quince años. Muchas de ellas de oro o platino. Pero, qué he hecho mal. Siento una rabia profunda ¡¡No se puede ser fiel a tantas compañías!! Me da que está engañando a alguna, ¡y mi hijo no era así!
En el segundo cajón, debajo de unos calcetines desparejados, uno sudado y otro no, tenía escondido un album sexiFIFA2005. Lo abro. Es una colección de Panini en la que salen los cracks de las selecciones nacionales desnudos y con una pelota. Cómo pude ser que coleccione estas guarrerías si yo le enseñé a hacer colecciones educativas como la de los cómics de Asterix, Tintín, la de cromos de trajes regionales, animales de la jungla y tacitas de té de todo el mundo, relojes de arena. Las hacíamos juntos, era una manera de compartir. Nos dedicábamos a ellas no de forma obsesiva sino en los huecos de tiempo que nos dejaban los puzzles de dosmilquinientas piezas, barcos que se montan dentro de botellas, macramé, maquetas de aviones de la segunda guerrra mundial y un curso de alemán del Planeta D´Agostini.
Ya sé porque he encontrado un pintalabios en el anorak de mi hijo adolescente. Ya sé cual fue mi error casarme con ese sinvergüenza. Rompo a llorar. La culpa es de su padre.
Yo nunca había revisado su ropa, en realidad encontré el lápiz de labios por casualidad, se cayó cuando iba a echarlo a la lavadora. Y llevada por un instinto maternal perverso -dicen que todos los instintos maternales son perversos- entré en su habitación con el ánimo de mirar en sus cajones. Os juro que no lo había hecho antes. Y aún ahora me da vergüenza reconocerlo. Pero miré.
Mierda y desorden, hasta ahí todo normal. Los juguetes con los que ya no juega: coches, pistolas, kinder sorpresa que todavía huelen a chocolate, chocolate del que no viene de sorpresa en los kinder. pastillas, la nancy gótica, pálida y con una lágrima negra pintada, la caja de condones que le regalé cuando cumplió once años (sin abrir); todo en orden. Qué duro lo tenemos las madres separadas. Qué duro y qué largo.
Como no quería que mi hijo creciese en el desarraigo, en cuanto pude le hice la tarjeta de El Corte Inglés, todos en la familia la tenemos. Lo hice porque no me gustaba el fútbol, si no le habría hecho del Madrid. Por hacerle de algo. Le veía tan sosito, tan poca cosa. Así, por lo menos, pertenece a algo, pensé. Si se le hunde un barco y llega a una isla desierta y se siente solo recurrirá a "menos mal que soy del Madrid" y así, por lo menos, tendrá cierto consuelo.
Hoy he descubierto en su cartera las tarjetas de fidelidad de Caprabo, Massimo Dutti, Sánchez Romero, VIPS, McDonalds, Cepsa, Repsol, Alcampo, C&A, H&M, Pull&Bear, Bang&Olufsen, Don Algodón, Zara, Bibliotecas Municipales, Biblioteca Cajamadrid, Reader´s Digest, Club Internacional del Libro, Ragazza, Revista 40 Principales, Club de Amigos de los Notarios, Zoo de Madrid, FNAC... con quince años. Muchas de ellas de oro o platino. Pero, qué he hecho mal. Siento una rabia profunda ¡¡No se puede ser fiel a tantas compañías!! Me da que está engañando a alguna, ¡y mi hijo no era así!
En el segundo cajón, debajo de unos calcetines desparejados, uno sudado y otro no, tenía escondido un album sexiFIFA2005. Lo abro. Es una colección de Panini en la que salen los cracks de las selecciones nacionales desnudos y con una pelota. Cómo pude ser que coleccione estas guarrerías si yo le enseñé a hacer colecciones educativas como la de los cómics de Asterix, Tintín, la de cromos de trajes regionales, animales de la jungla y tacitas de té de todo el mundo, relojes de arena. Las hacíamos juntos, era una manera de compartir. Nos dedicábamos a ellas no de forma obsesiva sino en los huecos de tiempo que nos dejaban los puzzles de dosmilquinientas piezas, barcos que se montan dentro de botellas, macramé, maquetas de aviones de la segunda guerrra mundial y un curso de alemán del Planeta D´Agostini.
Ya sé porque he encontrado un pintalabios en el anorak de mi hijo adolescente. Ya sé cual fue mi error casarme con ese sinvergüenza. Rompo a llorar. La culpa es de su padre.
Tercer mes
Vamos a empezar el tercer mes.
Y parece que fue ayer.
Llevamos 104 posts y más de 300 comentarios (contados con los dedos porque no funcionan las estadísticas). Esto significa que aunque no sepamos dónde vamos, el caso es que vamos.
Y vamos en compañía. Incierta y misteriosa compañía. Sí, pero compañía.
Se nos pasó lo del concurso, la fiebre por adivinar quién escribía. Aunque somos conscientes de que le debemos a nuestro público (a una parte) una noche en un motel de Leganés. Y, ya puestos, una fiesta. Pero hemos pensado que lo haremos cuando el marcador diga cincomil.
Llegaron fotos muy buenas. Comentarios intrigantes.
Las manos estamos encantadas con este experimento.
No queríamos que fuese un diario de adolescente, ni una colección de penas.
No íbamos muy de autobiográficos. No íbamos de nada, o para ser más prudentes, no sabíamos de lo que íbamos.
Algunos dicen que a través de las instantáneas se puede uno asomar a nuestros sentimientos y a nuestras inquietudes. Aparte de ellos, supongo.
Aprovechamos para dar las gracias a los comenteros y saludar a nuestra prima Lourdes que nos estará escuchando.
Salu2manos.
Y parece que fue ayer.
Llevamos 104 posts y más de 300 comentarios (contados con los dedos porque no funcionan las estadísticas). Esto significa que aunque no sepamos dónde vamos, el caso es que vamos.
Y vamos en compañía. Incierta y misteriosa compañía. Sí, pero compañía.
Se nos pasó lo del concurso, la fiebre por adivinar quién escribía. Aunque somos conscientes de que le debemos a nuestro público (a una parte) una noche en un motel de Leganés. Y, ya puestos, una fiesta. Pero hemos pensado que lo haremos cuando el marcador diga cincomil.
Llegaron fotos muy buenas. Comentarios intrigantes.
Las manos estamos encantadas con este experimento.
No queríamos que fuese un diario de adolescente, ni una colección de penas.
No íbamos muy de autobiográficos. No íbamos de nada, o para ser más prudentes, no sabíamos de lo que íbamos.
Algunos dicen que a través de las instantáneas se puede uno asomar a nuestros sentimientos y a nuestras inquietudes. Aparte de ellos, supongo.
Aprovechamos para dar las gracias a los comenteros y saludar a nuestra prima Lourdes que nos estará escuchando.
Salu2manos.
¿Y si...
...paseas descalzo por la Gran Vía?
...haces el amor en la oficina?
...todo es mentira?
...todo es verdad?
...dices basta, se acabó?
...dices lo que piensas?
...hoy no vas a trabajar?
...te vas a París a cenar?
...vuelas a Londres para dar un paseo?
...hoy las cosas salen bien?
............................................?
...todo es sencillo?
...hoy no respondes el teléfono, no envías mensajes y no abres la boca?
¿Qué pasaría si hoy te cuelgas una sonrisa cualquiera y miras a la gente pero no articulas palabra? En la calle, en la tienda, en la oficina, en casa...
...probamos todos a hacer esto?
...haces el amor en la oficina?
...todo es mentira?
...todo es verdad?
...dices basta, se acabó?
...dices lo que piensas?
...hoy no vas a trabajar?
...te vas a París a cenar?
...vuelas a Londres para dar un paseo?
...hoy las cosas salen bien?
............................................?
...todo es sencillo?
...hoy no respondes el teléfono, no envías mensajes y no abres la boca?
¿Qué pasaría si hoy te cuelgas una sonrisa cualquiera y miras a la gente pero no articulas palabra? En la calle, en la tienda, en la oficina, en casa...
...probamos todos a hacer esto?
viernes, 27 de mayo de 2005
Viejo
Yo soy bastante viejo para mi edad.
¿Nací ya viejo?
No, estoy viejo ultimamente.
Porque cosas de hace diez años se me antojan remotas. Me queda lejos cierta inocencia; esa candidez que nos hace mirar al futuro con confianza, con anhelos.
Pasan los años y el futuro es un fullero, casi todo lo que nos contaron era mentira. Caducan a los pocos años los amores eternos. Llevamos los sentimientos envueltos en papel albal como hacen con el bocadillo los obreros. Y cuando nos lo vamos a comer está grasiento.
Se nos va llenando la corteza de surcos, a medida que sobrevivimos a los inviernos.
Lo peor es cuando las costras no nos dejan sentir las caricias. La úlcera no nos deja digerir los venenos -si nos pasamos con las copas una noche, al día siguiente levantarse es un infierno-. Dejamos de celebrar las mudanzas, dejamos de cortejar a los libreros. Se nos amontonan las cajas, se nos escapa el viento.
Y tenemos callos en los dedos, más que de tocar, de no tocar. Lo peor es buscarte y no encontrarte; no porque no estés, sino porque yo ya no te veo.
Vivía de alquiler en el terreno inestable donde se levantan las viviendas de protección oficial de los sueños. De tus sueños.
Existía en la medida en que en tu boca aparecía mi nombre, de igual forma que figura mi nombre en el buzón, si quiero que me encuentre el cartero.
Yo tenía brazos. Porque había para abrazar tu cuerpo. Tenía pies para dejar, en la arena de la playa dibujados, dos senderos.
Tenía cuello. Para que tú te colgaras,
para que por él resbalaran,
si se caían de mis oídos,
los secretos.
No, ni antes ni después, ni por tí, ni por nadie, yo tenía pelo.
Si no tenía peine, para qué iba a tener pelo.
Hoy salen a la venta mis acciones. Y ni siquiera el mejor postor me parece bueno. A mí, que vendí por una peseta de regaliz mi primer beso. Perdona, Mariluz, si es que me estás leyendo -usaré un nombre falso para firmar, para que no digas que soy un indiscreto-. Usaré el pseudónimo también para vivir, ya puestos, para firmar los cheques, para que no me pregunten una y otra vez si lo que escribo es lo que pienso.
Me da rabia y me indigno, pero el buzón de reclamaciones ya está lleno. Hoy miro al futuro con desgana, con cautela, con recelo, como lo hacen los escépticos, los miedosos y los viejos.
¿Nací ya viejo?
No, estoy viejo ultimamente.
Porque cosas de hace diez años se me antojan remotas. Me queda lejos cierta inocencia; esa candidez que nos hace mirar al futuro con confianza, con anhelos.
Pasan los años y el futuro es un fullero, casi todo lo que nos contaron era mentira. Caducan a los pocos años los amores eternos. Llevamos los sentimientos envueltos en papel albal como hacen con el bocadillo los obreros. Y cuando nos lo vamos a comer está grasiento.
Se nos va llenando la corteza de surcos, a medida que sobrevivimos a los inviernos.
Lo peor es cuando las costras no nos dejan sentir las caricias. La úlcera no nos deja digerir los venenos -si nos pasamos con las copas una noche, al día siguiente levantarse es un infierno-. Dejamos de celebrar las mudanzas, dejamos de cortejar a los libreros. Se nos amontonan las cajas, se nos escapa el viento.
Y tenemos callos en los dedos, más que de tocar, de no tocar. Lo peor es buscarte y no encontrarte; no porque no estés, sino porque yo ya no te veo.
Vivía de alquiler en el terreno inestable donde se levantan las viviendas de protección oficial de los sueños. De tus sueños.
Existía en la medida en que en tu boca aparecía mi nombre, de igual forma que figura mi nombre en el buzón, si quiero que me encuentre el cartero.
Yo tenía brazos. Porque había para abrazar tu cuerpo. Tenía pies para dejar, en la arena de la playa dibujados, dos senderos.
Tenía cuello. Para que tú te colgaras,
para que por él resbalaran,
si se caían de mis oídos,
los secretos.
No, ni antes ni después, ni por tí, ni por nadie, yo tenía pelo.
Si no tenía peine, para qué iba a tener pelo.
Hoy salen a la venta mis acciones. Y ni siquiera el mejor postor me parece bueno. A mí, que vendí por una peseta de regaliz mi primer beso. Perdona, Mariluz, si es que me estás leyendo -usaré un nombre falso para firmar, para que no digas que soy un indiscreto-. Usaré el pseudónimo también para vivir, ya puestos, para firmar los cheques, para que no me pregunten una y otra vez si lo que escribo es lo que pienso.
Me da rabia y me indigno, pero el buzón de reclamaciones ya está lleno. Hoy miro al futuro con desgana, con cautela, con recelo, como lo hacen los escépticos, los miedosos y los viejos.
miércoles, 25 de mayo de 2005
La espera
Espero. Sin poder hacer nada para acelerar el tiempo. Pensando, mirando, paseando espero. Vuelvo a casa, podría decirlo si tuviera casa. De momento tengo aeropuerto. No es poco.
Souvenirs. Cierro los ojos y veo toneladas de agua cayendo. La cara de una india de siete anhos que quería venderme un cuatí de madera, sólo llevaba dos en la mano. Iba descalza.
Un río grande como una vida bien vivida. Verde, verde, verde. Estoy deseando llegar a Madrid. Estoy deseando volver a este Sur con mayúsculas. Ni por su verde, ni por sus ríos, ni por sus inmensidades, estoy deseando volver para sentarme en una esquina de un pueblo remoto a tomar una cerveza y que una india de siete anhos descalza venga a venderme un cuatí de madera y decirle que sí. Espero.
P.D.: Lo siento, en este país no hay enhes
Souvenirs. Cierro los ojos y veo toneladas de agua cayendo. La cara de una india de siete anhos que quería venderme un cuatí de madera, sólo llevaba dos en la mano. Iba descalza.
Un río grande como una vida bien vivida. Verde, verde, verde. Estoy deseando llegar a Madrid. Estoy deseando volver a este Sur con mayúsculas. Ni por su verde, ni por sus ríos, ni por sus inmensidades, estoy deseando volver para sentarme en una esquina de un pueblo remoto a tomar una cerveza y que una india de siete anhos descalza venga a venderme un cuatí de madera y decirle que sí. Espero.
P.D.: Lo siento, en este país no hay enhes
martes, 24 de mayo de 2005
La mirada
Me gustan la mujeres. A veces siento que cuando me hablan miro al lugar inadecuado. Un maleducado. A veces creo que me vuelvo débil ante ellas, que las idolatro, que las deseo a todas, que a todas quiero conocer. Eso es lo que creo, pero sé que no me gustan todas, que algunas sólo las miro a los ojos cuando dialogamos y que no me las llevaría a ninguna parte. Que no las idolatro. No sé si esto es una forma de infidelidad permanente. Si alguien tiene la respuesta, que me la dé. Advierto que ya es imposible que cambie. No sé si quiero.
domingo, 22 de mayo de 2005
La comida de los aviones
Tengo un amigo que siempre criticaba la comida de los aviones. "Es que es un verdadero asco". Él viajaba mucho porque trabajaba para una agencia de Naciones Unidas, algo de cooperación. Cuando quedábamos, yo siempre le preguntaba por sus viajes, porque me encanta viajar y me encantan los aviones. No sólo viajar en ellos, también hablar de ellos, mirar como despegan o aterrizan, incluso observarlos estacionados. Yo no le decía que me gustaba la comida de los aviones, tan apañadita, tan mona, como de picnic de Barbie. "Lo peor de esos trastos es la comida créeme. Yo preferiría que no diesen nada".
El caso es que hubo una crisis humanitaria (llaman así a que cientos de miles de personas palmen de hambre, guerra o SIDA: crisis humanitaria) y le encargaron desplazarse urgentemente porque estaba muriendo mucha gente y había muchos periodistas. Él obedeció porque es muy bueno en su trabajo. Resultó que un cámara de televisión, un reportero aguerrido y él subieron a un avión de esos que lanzan víveres con paracaídas allí donde no llegan los camiones. Cuando ya habían aterrizado, antes de despedirse, el periodista le preguntó si pensaba que la gente se comería eso que tiraban. Él dijo que sí, que por supuesto, que tenía muchas vitaminas, nutrientes y que... ademãs, estaba muy rico. Mala suerte, estaban cerca de una caja abierta y el cámara se puso a grabar, para un importante informativo, el periodista malicioso abrió una de aquellas raciones y se dispuso a compartirla con mi amigo.
Hace poco, tomando una caña en Santa Ana, mi amigo insistía en que la comida en los aviones había mejorado mucho ultimamente. Yo le pregunté: ¿La que arrojan los soldados o la que reparten las azafatas?
El caso es que hubo una crisis humanitaria (llaman así a que cientos de miles de personas palmen de hambre, guerra o SIDA: crisis humanitaria) y le encargaron desplazarse urgentemente porque estaba muriendo mucha gente y había muchos periodistas. Él obedeció porque es muy bueno en su trabajo. Resultó que un cámara de televisión, un reportero aguerrido y él subieron a un avión de esos que lanzan víveres con paracaídas allí donde no llegan los camiones. Cuando ya habían aterrizado, antes de despedirse, el periodista le preguntó si pensaba que la gente se comería eso que tiraban. Él dijo que sí, que por supuesto, que tenía muchas vitaminas, nutrientes y que... ademãs, estaba muy rico. Mala suerte, estaban cerca de una caja abierta y el cámara se puso a grabar, para un importante informativo, el periodista malicioso abrió una de aquellas raciones y se dispuso a compartirla con mi amigo.
Hace poco, tomando una caña en Santa Ana, mi amigo insistía en que la comida en los aviones había mejorado mucho ultimamente. Yo le pregunté: ¿La que arrojan los soldados o la que reparten las azafatas?
Viajar
Viajo para buscar, para huir, para encontrar. Para cambiar de paisaje. Ver caras nuevas. Viajo para echarte de menos. Viajo para ver las pocas cosas que hacen falta, caben en una maleta. Para incomodarme, para que me duelan los pies. Probar nuevos sabores, nuevos olores.
Y tu?
Y tu?
sábado, 21 de mayo de 2005
Consejos
Yo no soy muy zen, la verdad. ¡Dónde esté un buen chuletón de buey que se quite la Luz, así en abstracto! Un ombligo como el de la foto de cuantró y ya me ilumino yo solo. Tampoco creo en las apariciones de vírgenes, ni en las distintas voces de la conciencia. Porque no aportan datos sino que dan pistas muy vagas y ambiguas.
El otro día, en cambio, iba caminando por un parque pensando en mis cosas -los materialistas convencidos también pensamos en nuestras cosas- atosigado con una serie de preguntas sobre mi estado actual y sobre mi futuro -quien soy, de dónde vengo y a dónde voy; un clásico- cuando me encontré esta señal:
El mensaje no podía ser más claro: "tu vida está en obras". Me quedé de una pieza, ¡qué precisión! ¡qué tino!
Y unos pasos más adelante esta otra:
"Sigue adelante". Magnífico.
Y decidí hacerles caso. Por probar...
El otro día, en cambio, iba caminando por un parque pensando en mis cosas -los materialistas convencidos también pensamos en nuestras cosas- atosigado con una serie de preguntas sobre mi estado actual y sobre mi futuro -quien soy, de dónde vengo y a dónde voy; un clásico- cuando me encontré esta señal:
El mensaje no podía ser más claro: "tu vida está en obras". Me quedé de una pieza, ¡qué precisión! ¡qué tino!
Y unos pasos más adelante esta otra:
"Sigue adelante". Magnífico.
Y decidí hacerles caso. Por probar...
viernes, 20 de mayo de 2005
Oficios Fascinantes V
Aquí lo tenéis. Seguro que habéis visto muchos. Están en los aeropuertos, en la zona donde aparcan los aviones. Son Gorrillas de Aeropuerto (AC* según sus siglas en inglés). Y, al igual que los gorrillas urbanos que proliferan por Madrid y otras capitales andaluzas, no tienen una misión clara, pero ocupan un vacío legal y le dan un toque pintoresco a los aparcamientos. A ver si os creéis que un piloto, con todo lo que ha estudiado y siendo capaz de atravesar tormentas y océanos no va a ser capaz de aparcar y desaparcar él solito. Máxime (esta palabra la decía mi abuela, no sé si es muy correcta) cuando la plaza la tiene reservada. Porque en las maniobras de acercamiento al aeropuerto el copiloto llama a la torre de control y pregunta: ¿habrá sitio para aparcar, no? y el señor que está de guardia en la torre de control contesta "afirmativo". Que si dice que no hay, se tiene que volver a casita y es una faena.
Estoy yo pensando que lo más seguro es que estos Gorrillas de Aeropuerto no vivan de las propinas de los comandantes. Es muy probable que AENA les tenga en nómina, pero ¿aceptarán unas moneditas de los pasajeros si te buscan un sitio bueno? No es lo mismo parar al ladito de la cinta de equipajes que tener que coger un autobús en la otra punta del aeropuerto.
*Airport Cappie
jueves, 19 de mayo de 2005
Uno como éste
Uno como éste, más o menos, debe estar ya en Barajas esperándome. Puede que estén pasando el aspirador, rellenando las bandejas de comida, contando los chalecos salvavidas, inflando las ruedas o mirándole el aceite.
El comandante andará en algún bar. Los comandantes son gente que pasa mucho tiempo sola y es normal que beban. Para olvidar. Para olvidar que están solas. Si llevas un ciclomotor te paran cada dos por tres a pedirte el seguro, y si es por la noche te hacen soplar. A los comandantes de líneas aéreas les miran la vista y el corazón cada tres meses. La vista bien. El corazón lo suelen tener aquejado de tristezas. Pero el hígado, ay, si les miraran el hígado. Y desde luego no les obligan a soplar antes de coger los mandos.
Mi ventanilla no se ve, porque cae del otro lado. No puedo entender que haya gente en el mundo que pida pasillo. Es que no lo puedo entender. ¿Será por esnobismo?
miércoles, 18 de mayo de 2005
Una mano delante y otra detrás
Hay veces que uno se siente con una mano delante y otra detrás.
Cuando caminas a oscuras
Cuando llega fin de mes
Cuando estás vestido
Cuando te abandonas
Cuando te abandonan
Enviado por: Te miro y no estás aquí.
Cuando caminas a oscuras
Cuando llega fin de mes
Cuando estás vestido
Cuando te abandonas
Cuando te abandonan
Enviado por: Te miro y no estás aquí.
El chivato
Un mimo polaco dice que trabajó en Niza con 'piano man'. (Título de elmundo.es, lo cual puede ser un desastre, claro)
Leedlo bien. Una y otra vez. No he parado de reírme. ¡O sea, que piano man no habla y el mimo canta la traviata! ¡Por Dios, justo cuando tenía que estar calladito, va y rompe el encanto de la historia más hermosa! Y encima da el nombre. Ese mimo es un bocazas.
Leedlo bien. Una y otra vez. No he parado de reírme. ¡O sea, que piano man no habla y el mimo canta la traviata! ¡Por Dios, justo cuando tenía que estar calladito, va y rompe el encanto de la historia más hermosa! Y encima da el nombre. Ese mimo es un bocazas.
Adolescencias I
Yo, de adolescente, probé el yoga. Tenía ardores, inestabilidad emocional, arrebatos de enamoramiento con la profesora de matemáticas -y la de física, y la de dibujo-. A ratos me sentía el sucesor de Michael Jordan -en bajito pálido- y otras una zapatilla vieja. Claro, yo no sabía que eran desajustes hormonales, pensaba que era el espíritu: me apunté a yoga. Antes, los padres tampoco entendían de pedagogía, y cuando te veían así te decían: estudia de una puta vez, que si no, vas a ser un don nadie. Mientras que ahora un padre moderno te ve desaforado y te recomienda la masturbación, te compra él las revistas guarras y te presta su plei-esteision, para el después de. Es que la pedagogía avanza que es una barbaridad. El caso es que yo, me metí a yoga. Pero me decepcionó.
El profesor nos enseñó el saludo al sol en un gimnasio con unas ventanas pequeñas que daban al norte. La asana -postura, en cristiano, ganas de complicar- de la langosta nos producía un estrés insoportable por la dificultad. Haciendo el triángulo, a Mariluz, que tenía mucho acné, se le salió una teta ¡el día antes de un examen! En cuanto empezábamos la relajación yo me quedaba completamente sopa. El profesor iba diciendo los colores del arcoiris de claros a más oscuros para que llenásemos nuestra mente con ellos, y yo nunca pasé del amarillo. "No, si está muy bien que te relajes, pero es que cuando empiezas a roncar los demás ya no pueden seguir relajándose".
Al final lo dejé. No daban ningún diploma de méritos, ni reconocimiento escrito, pero yo tengo en mi haber ser el único del grupo a quien nunca se le escapó un pedo.
El profesor nos enseñó el saludo al sol en un gimnasio con unas ventanas pequeñas que daban al norte. La asana -postura, en cristiano, ganas de complicar- de la langosta nos producía un estrés insoportable por la dificultad. Haciendo el triángulo, a Mariluz, que tenía mucho acné, se le salió una teta ¡el día antes de un examen! En cuanto empezábamos la relajación yo me quedaba completamente sopa. El profesor iba diciendo los colores del arcoiris de claros a más oscuros para que llenásemos nuestra mente con ellos, y yo nunca pasé del amarillo. "No, si está muy bien que te relajes, pero es que cuando empiezas a roncar los demás ya no pueden seguir relajándose".
Al final lo dejé. No daban ningún diploma de méritos, ni reconocimiento escrito, pero yo tengo en mi haber ser el único del grupo a quien nunca se le escapó un pedo.
Mano ilustre
Entre tantas manos plebeyas ya era hora de que apareciera una mano ilustre. Nos la manda Fray Latex, un visitante que lee pero no deja comentarios. Reconoce que la mano no es suya, "es de un amigo".
martes, 17 de mayo de 2005
La ilusión
Eso que te reconcome la noche del cinco de enero cuando eres pequeño. No recuerda uno tanto los regalos como la inquietud.
Ir a una cita con una camiseta nueva y una sorpresa en el bolsillo. ¿Quién era la chica? No lo recuerdo, sí el hormigueo.
Un viaje.
Abrir el blog y ver que hay un montón de comments. Ése es un buen regalo.
La visita de un amigo que viene de lejos. Y preparar una cena rica o buscar un espectáculo al que asistir.
Ayer encontré por casualidad, en una tienda, el último cedé de un grupo que me fascinó hace años, no lo iba buscando. Vaya con Dios. Todavía no lo he escuchado. no me importa tanto qué haya dentro como...
...la ilusión
Ir a una cita con una camiseta nueva y una sorpresa en el bolsillo. ¿Quién era la chica? No lo recuerdo, sí el hormigueo.
Un viaje.
Abrir el blog y ver que hay un montón de comments. Ése es un buen regalo.
La visita de un amigo que viene de lejos. Y preparar una cena rica o buscar un espectáculo al que asistir.
Ayer encontré por casualidad, en una tienda, el último cedé de un grupo que me fascinó hace años, no lo iba buscando. Vaya con Dios. Todavía no lo he escuchado. no me importa tanto qué haya dentro como...
...la ilusión
La historia más hermosa
Hace un mes, poco más o menos, ingresó en un psiquiátrico un joven que no habla, que sólo toca el piano. Lo encontraron caminando bajo una tormenta en Isle of Sheppey, Kent. Vestía una chaqueta negra, unos pantalones elegantes y corbata. Nadie sabe quién es piano man, sólo que toca maravillosamente. No dice nada, sólo habla con su música. (Leído en The Guardian).
No he leído historia más hermosa en mucho tiempo. Un hombre que se ha abstraído del mundo, que no contesta a lo que le preguntan, tranquilo, discreto, solitario. Pero alguien ha tenido que fastidiarlo: publican su foto para poder identificarlo, para volverlo a meter en el mundo. ¿No hay manera de ser nadie?
No he leído historia más hermosa en mucho tiempo. Un hombre que se ha abstraído del mundo, que no contesta a lo que le preguntan, tranquilo, discreto, solitario. Pero alguien ha tenido que fastidiarlo: publican su foto para poder identificarlo, para volverlo a meter en el mundo. ¿No hay manera de ser nadie?
domingo, 15 de mayo de 2005
La mano que mete mano
Hola manos:
Cuantró tiene razón y aunque el tema está muy interesante, es cierto que nos hemos olvidado de meter manos.
Pues bien: os meto una mano.
P.D. Gracias (o no) por tenernos todo el día enganchados a vuestras manos.
Un beso, os sufre:
Te miro y no estás aquí.
Cuantró tiene razón y aunque el tema está muy interesante, es cierto que nos hemos olvidado de meter manos.
Pues bien: os meto una mano.
P.D. Gracias (o no) por tenernos todo el día enganchados a vuestras manos.
Un beso, os sufre:
Te miro y no estás aquí.
Manos que beben
Queridas manos:
Con tanto misterio e intriga sobre quienes somos, nos estamos olvidando de las manos. Así que os mando una foto de la mano que bebe con sus manos amigas. Está un poco borrosa, nos precedían varias horas de aperitivo.
A ver si el resto se anima también.
Beso vuestras manos.
Cuantró.
Con tanto misterio e intriga sobre quienes somos, nos estamos olvidando de las manos. Así que os mando una foto de la mano que bebe con sus manos amigas. Está un poco borrosa, nos precedían varias horas de aperitivo.
A ver si el resto se anima también.
Beso vuestras manos.
Cuantró.
sábado, 14 de mayo de 2005
Punto de Fuga
Hay espacios que cobijan la memoria cuando uno anda despistado. Un día regresas y recoges lo que has dejado adormecido, te lo pones en la cabeza y empiezas a recordar lo que por momentos decidiste olvidar. Hay rincones donde se produce un no-se-qué, una conjunción de elementos, colocados a su libre albedrío, que te seducen: cálidos, acogedores, armoniosos. Hay espacios de ausencias y de presencias, hay días que te das a la fuga y no vuelves hasta que a la vuelta de la esquina te encuentras con tu sombra, tus temores; te chocas de frente contigo mismo. Hay espacios para volver. Hay espacios para esperar. ¿Qué? Eso algún día lo sabré. O no, pero da igual, porque me relajaré refugiado en mi espacio.
viernes, 13 de mayo de 2005
Noche de Lenguas
Dejemos las cosas claras: una lengua es el instrumento de placer más perfecto que existe. Dicho lo cual, una noche de sueños llena de lenguas es una noche deliciosa, de éxito, de revolverse en el sillón o en la silla; de beber de la copa con pasión, con ardor, con deseo; de mirar con lenguas y seducir con los ojos.
El sexo del saxo es lo de menos, porque el saxo tiene lengua.
La felicidad viene y se va... ahora con li.
La maleta siempre hecha, porque 14 años no es nada, que febril la mirada... que decía la canción y el tango.
Porque muchos sabéis que estaba la mano que toca, pero no os disteis cuenta que estaba la mano que escribe. Tampoco la mano que toca. Os vio a todos, os escudriñó. Ahora sabe que estáis ahí. No sois un secreto. ¿O sí?
El sexo del saxo es lo de menos, porque el saxo tiene lengua.
La felicidad viene y se va... ahora con li.
La maleta siempre hecha, porque 14 años no es nada, que febril la mirada... que decía la canción y el tango.
Porque muchos sabéis que estaba la mano que toca, pero no os disteis cuenta que estaba la mano que escribe. Tampoco la mano que toca. Os vio a todos, os escudriñó. Ahora sabe que estáis ahí. No sois un secreto. ¿O sí?
Sobre la ropa interior
Sé que hay gente que lo llevaría mal, que se desestabilizaría. Pero a mí el hecho de tener la ropa en dos sitios distintos y dos camas -sin saber cuál voy a utilizar hasta media tarde- no me molesta. También puede ser que este pequeño suceso sea a mi desconcierto vital como echar un vaso de agua al mar: pecata minuta. Eso también puede ser.
Os voy a contar un percance y cómo lo he resuelto. El otro día caí en la cuenta de que tenía el 90% de mis pantalones en Madrid y el 90% de mis calzoncillos en Hoyo de Manzanares. Mi educación fue muy rigurosa en cuanto a la indumentaria y tengo grabado a fuego que los calzoncillos y los pantalones debían combinarse siempre en la relación 1:1. Todo lo demás eran excentricidades. El caso es que llevo seis días seguidos en Madrid luchando contra las matemáticas. Bueno, tengo que ser sincero, ya no lucho, porque he resuelto que soy un tipo afortunado. ¡Me he quedado en la ciudad de los pantalones! ¿Y si estuviera en la de los calzoncillos? Tú sales a la calle sin calzoncillos y puedes sobrellevarlo con cierta dignidad, y si te pones, incluso tiene ventajas en lo tocante a ventilación, libertad de movimientos... En cambio si paseas sin pantalones la cosa se complica, y no miras a la gente de igual a igual, eso está claro. Sobre todo si el otro lleva uniforme.
El caso es que al día de hoy no echo nada de menos. Me siento fenomenal y pienso obviar a Ferris el resto de mi vida ¿que se perderán empleos? que se pierdan. Hay ya muchas cosas en la vida cotidiana que me oprimen: los torniquetes del metro, la Agencia Tributaria, las señoras que ponen lacitos a sus perros, la hipoteca... como para añadir una más. Nada, nada. Y lo recomiendo fervientemente, tanto para chicos como para chicas. Hay sólo dos cositas a tener en cuenta para los chicos: ¡¡cuidado con las cremalleras, que las carga el diablo!! y, a la hora de escurrir, aumentad el número de repeticiones.
Para las chicas, no sé.
Os voy a contar un percance y cómo lo he resuelto. El otro día caí en la cuenta de que tenía el 90% de mis pantalones en Madrid y el 90% de mis calzoncillos en Hoyo de Manzanares. Mi educación fue muy rigurosa en cuanto a la indumentaria y tengo grabado a fuego que los calzoncillos y los pantalones debían combinarse siempre en la relación 1:1. Todo lo demás eran excentricidades. El caso es que llevo seis días seguidos en Madrid luchando contra las matemáticas. Bueno, tengo que ser sincero, ya no lucho, porque he resuelto que soy un tipo afortunado. ¡Me he quedado en la ciudad de los pantalones! ¿Y si estuviera en la de los calzoncillos? Tú sales a la calle sin calzoncillos y puedes sobrellevarlo con cierta dignidad, y si te pones, incluso tiene ventajas en lo tocante a ventilación, libertad de movimientos... En cambio si paseas sin pantalones la cosa se complica, y no miras a la gente de igual a igual, eso está claro. Sobre todo si el otro lleva uniforme.
El caso es que al día de hoy no echo nada de menos. Me siento fenomenal y pienso obviar a Ferris el resto de mi vida ¿que se perderán empleos? que se pierdan. Hay ya muchas cosas en la vida cotidiana que me oprimen: los torniquetes del metro, la Agencia Tributaria, las señoras que ponen lacitos a sus perros, la hipoteca... como para añadir una más. Nada, nada. Y lo recomiendo fervientemente, tanto para chicos como para chicas. Hay sólo dos cositas a tener en cuenta para los chicos: ¡¡cuidado con las cremalleras, que las carga el diablo!! y, a la hora de escurrir, aumentad el número de repeticiones.
Para las chicas, no sé.
El secuestrador
-Papá, ayer vino al cole un señor de ésos que les gustan las niñas de 9 años. Un secuestrador. No, no es un secuestrador. Iba disfrazado de fotógrafo, y llevaba un cuchillo en el bolsillo.
-¿Tú viste el cuchillo?
-No, papá, ¿cómo iba a verlo si lo llevaba en el bolsillo? A mí me llamó Bea, y nos pusimos todas a mirarlo por la ventana del corredor. Y le hizo una foto a Marimar, que tiene 9 años y es amiga mía. Seguro que apuntó la dirección y luego va a buscarla a su casa para llevársela y matarla y quitarle los pellejos, lo dijo Patricia. Y luego sonó la campana y volvimos a clase y Almudena -mi profe- no venía, y entonces Bea dijo que a lo mejor la había matado el señor ése, el secuestrador. No es un secuestrador. Y algunas nos pusimos a llorar porque ya no la íbamos a ver más. Pero luego llegó, y se lo contamos y vino la directora.
-Pero hija, ¿Cómo sabéis que era un secuestrador? Los secuestradores no llevan un cartel en la frente.
-Lo mismo dijo la directora. Pero era un secuestrador. No, no era un secuestrador. Era un pedrastre.
-¿Tú viste el cuchillo?
-No, papá, ¿cómo iba a verlo si lo llevaba en el bolsillo? A mí me llamó Bea, y nos pusimos todas a mirarlo por la ventana del corredor. Y le hizo una foto a Marimar, que tiene 9 años y es amiga mía. Seguro que apuntó la dirección y luego va a buscarla a su casa para llevársela y matarla y quitarle los pellejos, lo dijo Patricia. Y luego sonó la campana y volvimos a clase y Almudena -mi profe- no venía, y entonces Bea dijo que a lo mejor la había matado el señor ése, el secuestrador. No es un secuestrador. Y algunas nos pusimos a llorar porque ya no la íbamos a ver más. Pero luego llegó, y se lo contamos y vino la directora.
-Pero hija, ¿Cómo sabéis que era un secuestrador? Los secuestradores no llevan un cartel en la frente.
-Lo mismo dijo la directora. Pero era un secuestrador. No, no era un secuestrador. Era un pedrastre.
miércoles, 11 de mayo de 2005
Hipermetropía Cognitiva
Sobre el piano la partitura de Y sin embargo te quiero de Quintero, León y Quiroga. Papeles amontonados. Desorden.
Voy a echar de menos ese muro de ladrillo amarillo, el pruno, ese trozo de cielo. Sólo unos pocos elementos tiene el cuadro que se ve al otro lado de la ventana enrejada. Desde donde te escribo.
Ese cuadro es ahora lo más cotidiano del mundo, casi no lo veo. Los humanos cuando llevamos mucho tiempo moviéndonos en el mismo paisaje lo perdemos de vista. Quízá nos pase algo parecido con las personas. Que cuando están muy cerca, durante mucho tiempo, ya no las vemos. Los expertos lo llaman Síndrome de Hipermetropía Cognitiva (CHS según sus siglas en inglés). Dejamos de ver lo que conocemos, si lo conocemos ¿para qué nos iba a hacer falta descubrirlo otra vez? El problema es que, si se agudiza, puede desembocar en un cuadro sintomático parecido al autismo.
Hay un tratamiento que consiste en no recordar, requiere entrenamiento y disciplina diarios. Otro es una operación quirúrgica consistente en realizar unas incisiones en el area del cerebro conocida como Hipocampo de Korpuchy, sólo la hacen en tres hospitales en todo el mundo. Es carísima y bastante peligrosa, si al cirujano se le va la mano puedes acabar el resto de tus días con el nombre y la dirección escritos en un papel en el bolsillo de la chaqueta. La tercera, tiene un efecto limitado en el tiempo, es sencilla y está al alcance de todos: cambiar de paisaje de vez en cuando.
Voy a echar de menos ese muro de ladrillo amarillo, el pruno, ese trozo de cielo. Sólo unos pocos elementos tiene el cuadro que se ve al otro lado de la ventana enrejada. Desde donde te escribo.
Ese cuadro es ahora lo más cotidiano del mundo, casi no lo veo. Los humanos cuando llevamos mucho tiempo moviéndonos en el mismo paisaje lo perdemos de vista. Quízá nos pase algo parecido con las personas. Que cuando están muy cerca, durante mucho tiempo, ya no las vemos. Los expertos lo llaman Síndrome de Hipermetropía Cognitiva (CHS según sus siglas en inglés). Dejamos de ver lo que conocemos, si lo conocemos ¿para qué nos iba a hacer falta descubrirlo otra vez? El problema es que, si se agudiza, puede desembocar en un cuadro sintomático parecido al autismo.
Hay un tratamiento que consiste en no recordar, requiere entrenamiento y disciplina diarios. Otro es una operación quirúrgica consistente en realizar unas incisiones en el area del cerebro conocida como Hipocampo de Korpuchy, sólo la hacen en tres hospitales en todo el mundo. Es carísima y bastante peligrosa, si al cirujano se le va la mano puedes acabar el resto de tus días con el nombre y la dirección escritos en un papel en el bolsillo de la chaqueta. La tercera, tiene un efecto limitado en el tiempo, es sencilla y está al alcance de todos: cambiar de paisaje de vez en cuando.
martes, 10 de mayo de 2005
Horror, el teléfono
En los últimos días me persigue una llamada que no quiero contestar. Me perturba, me acosa, me disgusta. No quiero contestar. Podría responder, distorsionar la voz y responder: lo siento, no soy yo, soy otro y no puedo hablar. Claro que eso no serviriía de mucho, insistirían. ¿Qué hago? Puedo cogerlo y decir: perdone, pero es que no tenía cobertura. ¡Cinco días sin cobertura! Eso no se lo cree nadie. Y en estas (y en otras) estoy cuando pienso: ¿Qué era de nosotros cuando no vivíamos enganchados al móvil? ¡Qué felicidad! Sólo nos podían localizar en el fijo. Quizá esa sea lo solución, llevarme el fijo y dejar el móvil... Claro que entonces el fijo sería el móvil y viceversa o al revés que para el caso es lo mismo. No-te-voy-a-contestar.
lunes, 9 de mayo de 2005
¿De qué color es el sexo?
Un comentero ha lanzado esta interesante pregunta. Y yo invito a contestarla.
La cosa va de colores.
Y lo primero que se me viene a la cabeza es que el sexo es rojo, excepto el de los ángeles, que es azul.
El sexo de los viejos, y el de los chistes, si atendemos a la tradición, es verde.
Como objeto de deseo el sexo es oscuro, tan oscuro que podría ser negro.
Pero en cambio, cuando te acercas a besarlo, el sexo suele ser rosa, rosa tirando a rojo, o rosa tirando a violeta. Rosa.
¿Amarillo? ¿Blanco? ¿De qué color es tu sexo?
La cosa va de colores.
Y lo primero que se me viene a la cabeza es que el sexo es rojo, excepto el de los ángeles, que es azul.
El sexo de los viejos, y el de los chistes, si atendemos a la tradición, es verde.
Como objeto de deseo el sexo es oscuro, tan oscuro que podría ser negro.
Pero en cambio, cuando te acercas a besarlo, el sexo suele ser rosa, rosa tirando a rojo, o rosa tirando a violeta. Rosa.
¿Amarillo? ¿Blanco? ¿De qué color es tu sexo?
Lunes
Hablando de colores... se agradece un poco de gris en el cielo después de tantos azules. Eso es lo que he pensado esta mañana cuando caminaba hacia la parada del autobús y sentía frío. Quien no se consuela en porque no quiere. "Papá, jugamos un calientamanos". Es juego de invierno, pero vale.
Hoy es lunes pero yo lo noto viernes. Por lo duro del fin de semana. Uf, qué fin de semana. Es lo que tiene trabajar por cuenta propia, y mezclar la vida y el trabajo, y no llevar reloj, y tener estropeado el calendario... que te plantas en un lunes y te sabe a viernes.
Es lo que tiene estar inmerso en una mudanza. En dos: una circunstancial y otra crónica.
Lo bueno de un lunes como un viernes es que después viene un martes como un sábado, digo yo. O no.
Quien no se consuela, desde luego, es porque no quiere.
Hoy es lunes pero yo lo noto viernes. Por lo duro del fin de semana. Uf, qué fin de semana. Es lo que tiene trabajar por cuenta propia, y mezclar la vida y el trabajo, y no llevar reloj, y tener estropeado el calendario... que te plantas en un lunes y te sabe a viernes.
Es lo que tiene estar inmerso en una mudanza. En dos: una circunstancial y otra crónica.
Lo bueno de un lunes como un viernes es que después viene un martes como un sábado, digo yo. O no.
Quien no se consuela, desde luego, es porque no quiere.
domingo, 8 de mayo de 2005
Luz
Lo que no se ve es lo que importa. Lo que está alrededor de la llama. Hay una tetera, una jarrita con leche, un azucarero, un plato con dulces. Todo sobre una mesa. Hay amigos. Alrededor de la luz naranja. Suena un piano. Lo oyes. Seguro que lo oyes. Ella fuma. Ella está sentada sobre la alfombra. Ella sirve una cocacola. Alrededor de la llama se escucha el piano. Tres que cantan.
sábado, 7 de mayo de 2005
C+olores
¿Tienen aroma los colores? Colores= c+olores. Si ves algo rojo, ¿en que fruta piensas? Seguro que no piensas en un límón. Si ves algo azul, ¿piensas en una sandía? Cada c+olor un sabor. Seguro que el rosa sabe a algodón dulce, que el blanco a helado de nata, que el verde a melón. ¿A qué saben los c+olores?
viernes, 6 de mayo de 2005
Más manos
Éstas son las últimas manos que nos han llegado.
Pero queremos más.
Queremos tus manos. O tu mano.
-Yo ya os mandé la mía.
-Pues la otra
Casi todo el mundo tiene dos manos. Y una cámara digital, o un amigo que se la preste. Así que no remolonees y échanos una mano.
Aquí puedes ver todas las manos que nos han llegado.
Pero queremos más.
Queremos tus manos. O tu mano.
-Yo ya os mandé la mía.
-Pues la otra
Casi todo el mundo tiene dos manos. Y una cámara digital, o un amigo que se la preste. Así que no remolonees y échanos una mano.
Aquí puedes ver todas las manos que nos han llegado.
Postal VIII
Es muy normal que cuando vas montando en bici te distraigas mirando a las chicas, sobre todo si es verano y llevan ropa ajustada. Si el carril bici transcurre junto al Danubio y no hay barrera de protección, esta distracción puede tener resultados fatales. Para evitarlo, el ayuntamiento vienés, que está en todo, ha puesto estas señales en el suelo con el fin de alertar a los ciclistas: peligro tetas.
jueves, 5 de mayo de 2005
Postal VII
Lo que más disfruté de mi viaje a Génova fue recorrer los escenarios donde se había rodado Marco, la serie que tanto me emocionó de niño. Ahora en Viena, cuál no sería mi sorpresa al encontrarme así, de repente, con la mismísima Señorita Rottenmeier, que cuando no tiene que regañar a Heidi se relaja bastante.
Postal VI
Fíjense que preocupación tan grande tienen con la seguridad de los peatones que hasta a este león lo encierran para que no ataque a nadie ni se escape. En la estatua era rampante, pero ahora aprovecha para descansar.
Postal V
No tengo por costumbre entrar en las catedrales. Porque me desconciertan, me desasosiegan y además hace frío. Stephansdom. Esta vez entré. Y en seguida me percaté de que los arquitectos de siglos remotos tenían el mismo fallo que los de ahora. Al concebir un edificio tienen en cuenta muchos factores importantes, pero se olvidan de uno crucial: la persona que ha de limpiar los cristales.
Otra cosa que me fastidia profundamente de las catedrales es que no hay manera de hacerles una foto y que salgan enteras, no hay cámara que lo resista. Vean qué idea más buena ha tenido el alcalde de esta ciudad. Así los turistas podemos llevarnos la postalita con la tan ansiada visión de conjunto.
miércoles, 4 de mayo de 2005
Ventanilla
Soy de los que piden siempre ventanilla. E intento que sea delante o detrás, pero no en medio, que me da mucha rabia si me toca justo encima del ala.
Soy de los que se pasan el viaje mirando, intentando adivinar ¿qué ciudad será la que se ve ahí abajo?
Si voy de norte a sur por la tarde, por ejemplo, pido el lado izquierdo del avión, para que no me deslumbre el sol.
Y cuando conozco a una chica y veo que es maja, nos gustamos, y puede haber posibilidad de relación, a las primeras de cambio le pregunto: ¿tú eres de pasillo o de ventanilla? Si me dice ventanilla, la dejo. No me gusta discutir sobre las cosas importantes, y menos delante del mostrador de Iberia.
Soy de los que se pasan el viaje mirando, intentando adivinar ¿qué ciudad será la que se ve ahí abajo?
Si voy de norte a sur por la tarde, por ejemplo, pido el lado izquierdo del avión, para que no me deslumbre el sol.
Y cuando conozco a una chica y veo que es maja, nos gustamos, y puede haber posibilidad de relación, a las primeras de cambio le pregunto: ¿tú eres de pasillo o de ventanilla? Si me dice ventanilla, la dejo. No me gusta discutir sobre las cosas importantes, y menos delante del mostrador de Iberia.
martes, 3 de mayo de 2005
En el Café Central
De todos los cafés de Viena me quedo con el Central. Y por eso quise volver el domingo, antes de dejar esa ciudad. Una familia de austriacos celebrando una comunión. El niño de marinerito.
Un trío de piano, contrabajo y violín tocaba las melodías que no escuché en un trasatlántico de los años cincuenta rumbo a Nueva York. Porque llegué tarde. "Si no hubiera tanta gente te sacaba a bailar". Se rió.
En la mesa de al lado, despistada, una muchacha triste.
El camarero llevaba la bandeja con tales bríos y tan generosa sonrisa que se diría que había tenido una noche de sexo trepidante o, en su defecto, le faltaban sólo cinco minutos para acabar la jornada.
La clientela no hacía caso, unos pocos aplaudían con desgana cuando acababa un tema, los demás no. Pero yo disfrutaba como un niño todas esas canciones decadentes y maravillosas. Los músicos se lo estaban pasando bien. Nos levantamos con intención de marchar. Entonces empezaron a tocar Hello, Dolly. "Déjame escuchar ésta, por favor. La última". Tiene algo especial el swing que te hace mover los pies, como unas cosquillas en el alma. Había bajado Dios -o Glenn Miller como su representante- y se había metido en el cuerpo de aquellos tres. Dejaron de sonar los cubiertos y las copas, se apagaron los murmullos. Y cuando resonaba la última nota, sobre ese silencio que precede a los aplausos, Dios se esfumó. Corriendo. Cruzó la calle. Yo no lo ví, pero la chica triste sentada en la mesa de al lado sí.
Un trío de piano, contrabajo y violín tocaba las melodías que no escuché en un trasatlántico de los años cincuenta rumbo a Nueva York. Porque llegué tarde. "Si no hubiera tanta gente te sacaba a bailar". Se rió.
En la mesa de al lado, despistada, una muchacha triste.
El camarero llevaba la bandeja con tales bríos y tan generosa sonrisa que se diría que había tenido una noche de sexo trepidante o, en su defecto, le faltaban sólo cinco minutos para acabar la jornada.
La clientela no hacía caso, unos pocos aplaudían con desgana cuando acababa un tema, los demás no. Pero yo disfrutaba como un niño todas esas canciones decadentes y maravillosas. Los músicos se lo estaban pasando bien. Nos levantamos con intención de marchar. Entonces empezaron a tocar Hello, Dolly. "Déjame escuchar ésta, por favor. La última". Tiene algo especial el swing que te hace mover los pies, como unas cosquillas en el alma. Había bajado Dios -o Glenn Miller como su representante- y se había metido en el cuerpo de aquellos tres. Dejaron de sonar los cubiertos y las copas, se apagaron los murmullos. Y cuando resonaba la última nota, sobre ese silencio que precede a los aplausos, Dios se esfumó. Corriendo. Cruzó la calle. Yo no lo ví, pero la chica triste sentada en la mesa de al lado sí.
Leche Condensada
.....Al principio probé a tener leche normal, de ésa que viene en tetra brick. Yo no tomaba muchos cafés pero... por si venía alguien. Y aunque ofrecía cafés muy anfitrión a cuantos músicos pasaban por el estudio, la leche sobraba y acababa por ponerse mala. Busqué las tarrinas pequeñas de leche sintetizada que dan en los aviones, pero no las encontré. Al final me decanté por una propuesta del mismísimo lucifer en persona: leche condensada azucarada.
Cuando yo era pequeño, la leche condensada La Lechera vaciaba las consultas de los psiquiatras. Niños y mayores tomaban esa delicia y ya no les hacía falta nada más para ser felices. Las amas de casa lo combinaban con anís del mono y... entonces si que iba bien España, no ahora.
.....Mi hermana era adicta. Una niña flacucha que no comía nada pero que atacaba la nevera en cuanto mi madre se despistaba. Además, tomar leche condensada al asalto era peligrosísimo entonces, porque el envase era una lata y te podías cortar la lengua con el borde afilado, o incluso clavártela en la frente si te obcecabas en apurar el culillo. La leche condensada se deslizaba sinuosa desde el fondo de la lata como una actriz de Hollywood bajando unas escaleras sobre una alfombra roja: haciéndose desear. Y tú ahí, estirando la lengua y mirando de refilón por si aparecía mamá.
.....Mi madre era una buena madre que comulgaba con las más modernas teorías sobre la rehabilitación de toxicómanos y pensaba que, mejor que retirarnos la droga de golpe debía evitar los peligros de cortes en la cara que podía conllevar su consumo. Así que mamá practicaba un agujerito con el abrelatas en vez de abrir toda la tapa y mi hermana podía succionar sin peligro. Qué gran día aquel en que descubrimos que haciendo un segundo agujerito en la parte de arriba caía más. Yo no era muy goloso entonces, me he ido haciendo con los reveses de la vida, pero reconozco que algún lingotazo si que le daba al botecito.
.....Los tiempos han cambiado pero la leche condensada La Lechera sigue siendo un caprice de dieux. La sociedad actual la ha demonizado como casi todo aquello que da gustito y es barato. El colegio de psiquiatras sobornó a los dietistas para que hicieran campaña contra ella, querían recuperar la clientela. Y los dueños de la marca tuvieron que mejorar el diseño. Ahora el bote se puede almacenar boca abajo y así, cuando quieres tomar, no hace falta esperar a que caiga. La velocidad de chorro es regulable por apretón, porque el bote es de plástico flexible. Tiene un avanzadísimo sistema antigoteo. Y, esto es una concesión a los estrechos, contiene 250gr en vez del kilo habitual. Pero este inconveniente se soluciona comprando cuatro botes.
Cuando yo era pequeño, la leche condensada La Lechera vaciaba las consultas de los psiquiatras. Niños y mayores tomaban esa delicia y ya no les hacía falta nada más para ser felices. Las amas de casa lo combinaban con anís del mono y... entonces si que iba bien España, no ahora.
.....Mi hermana era adicta. Una niña flacucha que no comía nada pero que atacaba la nevera en cuanto mi madre se despistaba. Además, tomar leche condensada al asalto era peligrosísimo entonces, porque el envase era una lata y te podías cortar la lengua con el borde afilado, o incluso clavártela en la frente si te obcecabas en apurar el culillo. La leche condensada se deslizaba sinuosa desde el fondo de la lata como una actriz de Hollywood bajando unas escaleras sobre una alfombra roja: haciéndose desear. Y tú ahí, estirando la lengua y mirando de refilón por si aparecía mamá.
.....Mi madre era una buena madre que comulgaba con las más modernas teorías sobre la rehabilitación de toxicómanos y pensaba que, mejor que retirarnos la droga de golpe debía evitar los peligros de cortes en la cara que podía conllevar su consumo. Así que mamá practicaba un agujerito con el abrelatas en vez de abrir toda la tapa y mi hermana podía succionar sin peligro. Qué gran día aquel en que descubrimos que haciendo un segundo agujerito en la parte de arriba caía más. Yo no era muy goloso entonces, me he ido haciendo con los reveses de la vida, pero reconozco que algún lingotazo si que le daba al botecito.
.....Los tiempos han cambiado pero la leche condensada La Lechera sigue siendo un caprice de dieux. La sociedad actual la ha demonizado como casi todo aquello que da gustito y es barato. El colegio de psiquiatras sobornó a los dietistas para que hicieran campaña contra ella, querían recuperar la clientela. Y los dueños de la marca tuvieron que mejorar el diseño. Ahora el bote se puede almacenar boca abajo y así, cuando quieres tomar, no hace falta esperar a que caiga. La velocidad de chorro es regulable por apretón, porque el bote es de plástico flexible. Tiene un avanzadísimo sistema antigoteo. Y, esto es una concesión a los estrechos, contiene 250gr en vez del kilo habitual. Pero este inconveniente se soluciona comprando cuatro botes.
domingo, 1 de mayo de 2005
B/N
Me quedé sin color. Me convertí en un hombre en blanco y negro. Mi camisa, mis pantalones, mis zapatos, mis brazos, mis dedos... Todo en blanco y negro. En una carpa circular de donde colgaban unas luces anaranjadas. Lo único que tenía color eran esas luces anaranjadas.
Flores en blanco y negro, juguetes en blanco y negro, mariposas colgadas del techo, sombreros mexicano, racimos de uva, corazones, paraguas... En blanco y negro. Sabes que cada uno de esos objetos tiene un color. Lo tienes en la cabeza, pero dudas. Acaso las uvas son violetas o verdes, acaso ese corazón está pintado de rojo o de plateado. Aquellas flores son rosas, amarillas.
En una esquina de ese escenario silencioso, vacío, en blanco y negro hay dos linternas. Si las enciendes y enfocas a uno de los objetos... descubres su color. Las uvas son violetas, el corazón es rojo, el paraguas es un arcoiris, como el sombrero mexicano... Apagas y la vida se ve en blanco y negro, como sólo lo son las películas de blanco y negro, que a veces tienen un suspiro a color sepia.
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