lunes, 22 de agosto de 2005

Amor de verano

Le tenía echado el ojo desde hacía meses. Me rondaba la cabeza, interfería en mis pensamientos de la manera más inoportuna. ¡Qué cosas ricas hará! ¡Seguro que es una máquina! Los hombres somos así, siempre pensando en lo mismo y de la misma manera. Lo podemos resumir en una simple palabra de seis letras: placer. Me decidí. Fue en una sobremesa. Ya está. Llámala, háblale de mi. Lo hizo y... ¡funcionó! No perdí mucho tiempo, pero me hice el interesante. Me di un baño en la piscina, una ducha y me dirigí a su casa. Con ese no sé qué en el estómago ante lo desconocido, ante el primer contacto... Llamé al timbre. Me abrieron la puerta. ¡Lo espera en la cocina, señor! Fue verla y confirmar todas mis inquietudes. Fue verla y saber que era mía, que debía ser mía, que este verano debía ser como aquel verano de 86 en que la conocí a ella, que no debía dar un paso atrás, que debía ser valiente y decidido. La toqué. Sí, la toqué. Allí mismo, en la cocina de una desconocida. Ronroneó. Miré a la dueña de la casa y le solté con la decisión que había acumulado durante minutos y minutos: ¡Me la llevo! Hoy la Thermomix ocupa un lugar de privilegio en mi cocina y ya ha demostrado que hace unas comiditas riquísimas.

2 comentarios:

  1. ¿Hay termomís para el amor?

    Que haga tarta de la pasión,
    zumo de caricias,
    puré de deseo
    y crêpes de cariño...




    P.D. Sobre todo, que no sea automática

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  2. Dinos la verdad ¿pagaste por ella? ¿era su primera vez? ¿Cuánto pesa? ¿Qué estatura tiene? ¿Qué edad? Quizá las autoridades federales tomen cartas en el asunto.

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Han pasado 7 años y pico desde que nació a2manos . Y ha sido una de las experiencias más emocionantes de mi vida. Auténtica, arriesgada...