Es que un colchón recién comprado, duele.
Duele, porque viene desnudo, sin sábanas, sin almohada, sin olor... pero sobre todo duele porque viene solo.
Poco a poco empieza a tener su propia personalidad, acabas adorandolo; a fin de cuentas, es el que mejor conoce todos tus secretos. Después, no te cabe ninguna duda, de que en tu cama no puede haber nadie mejor que él.
Fdo: Te miro y no estás aquí.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
martes, 9 de agosto de 2005
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