Lo primero que he oído esta mañana ha sido un gordo canturreando en la cama a mi lado. Enseguida me ha dado el flash de que ayer se me fue la mano con los cubatas en Sarandonga y en vez de traerme a casa a la camarera, me traje al portero. Pero no, era Van Morrison. Sonaba en mi aparato nuevo, que tiene mucha calidad. ¡Cómo no me dí cuenta de los arreglos de metales!
Poco a poco recupero las pulsaciones normales. Abro los ojos, miro al techo, sigue blanco.
Habría preferido escuchar a Whitney Houston sin otro acompañamiento que el chorro de mi ducha, de fondo. O a la camarera. Pero me conformaré con el irlandés.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
jueves, 18 de agosto de 2005
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