
He ido esta mañana al vivero a hacer lo posible por adelantar la primavera.
He decidido poner de señuelo un morado, dos magentas, tres violetas y un azul.
He dejado amarillos y naranjas para cuando ella llegue, para agasajarla, para que se quede.
Prescindo a drede de los rojos, por explícitos y por prepotentes.
Y me llevo a casa, a cambio de unos pocos euros, las manos manchadas de verde.
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