Los dolientes se sienten legitimados para ser desconsiderados con los demás, pueden agredir con impunidad amparados en su condición. Lo hacen tan a sus anchas que ni siquiera se dan cuenta. El luto nos autoriza a prescindir de la penosa carga de la generosidad, a obviar la responsabilidad, a sentirnos acreedores: el mundo se ha portado mal con nosotros, se nos debe algo, no tenemos que hacer nada, ninguna culpa es nuestra.
Se produce, además, el hecho de que los que nos rodean se compadecen de nosotros. Esto nos hace sufrir un poco más de lo que sufriríamos en condiciones normales (exigencias del guión), espabilar más lentamente y sumirnos en un estado de estupidez consentida chungo, pero chungo, chungo.
He visto este espectáculo lamentable en gente inteligente, sensible y valiosa. Se convierten en auténticos zoquetes, llorando por las esquinas y lamiéndose las heridas hasta tener la lengua marrón. Se ponen feos porque se les borran de la cara los brillos, seca la mi rada. Y acaban dando pena no por sus males sino por lo mal que gestionan la tristeza. Joder, y lo peor de todo es dar pena.
Sé de qué estoy hablando, yo también estuve allí.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
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¿por qué en el mundo de hoy no soportamos la pena? ¿porque los sentimientos y las reacciones emocionales nos parecen una exageración? ¿acaso no es normal estar triste en un funeral? ¿no es legítimo? ¿es criticable? En esta sociedad en la que los verdugos se convierten en víctimas y los que tienen penas o dolor no las pueden mostrar.. yo entiendo cada vez menos cosas
ResponderEliminarYo creo que es lógico estar triste. De vez en cuando. En un funeral y en más sitios. Claro que se pueden mostrar, si se sienten hay que mostrarlas. No es criticable. Pero no hay que darle mucho cuartel a la pena propia, lo justo. Porque es tramposa y juega sucio. Se vive bien en la pena, ese es el peligro. De eso habla el post, de cuando la pena se pervierte.
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