He pasado muchos años pensando que intelectuales eran esos que leen muchos libros y ven muchas películas. Los que se saben no sólo los nombres de los autores sino sus vidas y milagros y son capaces de repetir citas y acordarse de la página o la secuencia.
Inclinaba a su paso la cabeza y les rendía pleitesía.
Ya no.
Intelectuales no son los que leen muchos libros sino los que se enteran de lo que dicen esos libros.
Hay muchos menos de éstos.
Son mucho más difíciles de reconocer.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
miércoles, 13 de febrero de 2008
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