Vivo en un barrio con árboles. Casa bajas, calles pequeñas. Una isla tranquila en la bulliciosa Madrid. Son las 3 y media, escucho a un pájaro cantar. Debe ser un ave nocturna, como yo. Yo también canto muchas noches.
La M30 suena como el mar de fondo. De pequeño las sirenas me daban miedo. Por quién iría dentro o por a quién irían a buscar.
Es rara la vida. Es entretenida, eso sí. Divertida a veces. Emocionante. Pero rara de narices, no hay quien la entienda. Que digo yo que tampoco hay nada que entender, con vivirla...
Esta noche han venido algunos recuerdos sin que yo les convocara. Y se han sentado, se han puesto un roncito, con intención de quedarse.
He buscado en Google el nombre de mi primera novia y resulta que es una mujer importante que da conferencias y tal y cual.
No me viene bien quedarme huérfano de mi abuela. Son ya muchas horfandades. Ahora no, espera un poco. No me viene bien el echarla de menos. No me viene bien hacerme viejo. Hay gente que limpia los pelos de la bañera después de ducharse y gente que no. Pertenezco al primer grupo. Hay gente que paga por tener sexo y gente que no. Pertenezco al segundo grupo.
Sigue sonando el pájaro. Me gustaría saber su nombre y buscar algún disco suyo en El Corte Inglés.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
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Tú también eres raro, como la propia vida. Según tu anterior definición: Entretenido, divertido (a veces) y emocionante.
ResponderEliminarRaro de narices, eso también, ya te digo. Tanto que no hay quien te entienda.
Igualmente me enseñaste que no había que entenderte, sólo vivirte.
Nunca me gustaron los pájaros, he perdido a mi abuela recientemente, no me viene bien envejecer, mi bañera está reluciente y de momento no me ha hecho falta pagar por sexo.
Déjame ahora que me entretenga con Google...