Me despierto, ya entra la luz por la ventana. Tierna todavía.
Y empiezan a caer sobre mí las gotitas que son recuerdos, sensaciones e ideas.
Se hacen catarata que empapa y golpea. ¡Vaya manera de despertar! Con la habitación completamente desordenada (e inundada) me levanto y escucho las voces de los que no están: niños, mayores... huelo el café y las tostadas que nadie ha hecho. Está el hotel en temporada baja, es normal que no se oiga nada.
En el espejo el mismo tonto sonriente. A veces la sonrisa es límpida y otras sarcástica. Esto depende de si la catarata era de río de montaña o de aguas fecales.
Me consta que Madrid me espera -una parte- así que me ducho, me repaso la barba y, antes de salir a la carrera, le pongo agua a mis plantitas: ellas también me necesitan.
Ella habla un ucraniano perfecto, yo le entiendo algunas cosas.
Un castellano indescifrable si no le estás viendo los ojos.
Tiene una melena rubia cortita que deja al aire una nuca ligeramente eslava.
-¿Cómo se dice en ucraniano "te quiero"?
-"Te daré mandarina al amanecer" ¿Por qué lo preguntas?
- No, por nada.
Joder con el ucraniano.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
lunes, 5 de noviembre de 2007
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