martes, 3 de enero de 2006

Magia eterna

En algún rincón nublado de la cabeza guardo un recuerdo confuso. Una noche de Reyes, calurosa, allá en el Cono Sur, me levantaba de la cama cada media hora para ver cómo Melchor, Gaspar y Baltasar dejaban los regalos al pie del árbol de Navidad, que en casa era blanco y estaba cargadísimo de bolas de colores. Había puesto los zapatos limpios, como mis hermanos; había preparado pasto (hierba) para los camellos y agua o no me acuerdo qué para los Magos. Estaba mi primo Lucas. Lo recuerdo. La última vez que alcancé a abrir los ojos y vencer al sueño eran las dos o las tres de la mañana. Tenía seis o siete años y me habían dicho, los niños mayores, unas tonterías sobre los padres, los Reyes y los regalos, que no me creía. Me acuerdo de esa noche, de las tinieblas del salón, del calor en el cuerpo, de las risas con los chicos. Y de esa mañana, cuando encontré uno de los regalos más bonitos que recuerdo: una cachila San Mauricio con la que inicié una colección de coches antiguos. Han pasado treintaytantos y cuando se acercan estas fechas me entra un no-sé-qué en el estómago. Preparo todo con O. y C. para dar la bienvenida a los regalos. Dejo mis zapatos junto a los suyos y duermo un tanto intranquilo. A veces abro un ojo, por ver si cazo a alguno de esos Reyes que llevan toda la vida dándome esquinazo.

6 comentarios:

  1. Mano que escribe, estás que te sales.

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  2. Mano que escribes, estás como siempre.

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  3. o sea, delicioso, interesante, provocador (ya paro) ... y ahora, de nuevo motivado.

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  4. Bueno, yo es que le descubrí hace poco, me parecio genial, pero se me debió de desmotivar pronto.

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  5. Creía que los Reyes Magos era una cosa del Mediterráneo. No sabía que se habían adentrado en el Cono Sur

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  6. Definitivamente los papanoeles trepadores han ganado la batalla. Hoy día de Reyes tranquilidad absoluta en la escalera, ni risas, ni lloros, ni canciones de Camilo Sexto o Nana Mouskouri, ni sillas que cambian de sitio, ni peleas, nada. La calle vacía, el barrio tranquilo, ni bicicletas, ni patinetes, ni coches teledirigidos. Ahora parece que llueve, tampoco nadie con unas catiuskas nuevas, ni siguiera un paraguas del Pato Donald.

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Han pasado 7 años y pico desde que nació a2manos . Y ha sido una de las experiencias más emocionantes de mi vida. Auténtica, arriesgada...