sábado, 30 de abril de 2005

Abril+1



Tras mucho pensar, tras viajar a tierras ignotas (¡qué bien queda esta palabra, tío!) para meditar alejados de la presión de una ciudad en guerra consigo misma (esto es una redundancia, ¿no?), ya estamos aquí con una idea nueva, con una propuesta para el mes de mayo. Lo del zapato os puede haber dado una pista. El reto se denomina 'Abril+1' y tiene como fin descubrir dos cosas: quién ha escrito el post y de quién es el objeto (pertenencias, partes del cuerpo, fotos de viajes...) que aparece en la imagen que se aportará. ¡Ojo, hay variantes! ¿Cuáles? Allá van: el texto puede ser de la mano que toca, pero el objeto de la que escribe (o viceversa o al revés, que para el caso es lo mismo). No siempre habrá una foto. En tal caso (esta expresión queda muy de notario, que lo sé yo) la imagen se describirá en el texto. Sólo de pensarlo se me hace la boca agua.

P.S.: Como Cuantró no ha reivindicado el premio en el plazo marcado (lo del motel de Leganés debía ser un poco cutre) estamos pensando en algo más sugerente: una cita a ciegas multitudinaria en casa de uno de los dos (ahora que llega el buen tiempo). Pero para que sea multitudinaria, ¡pásalo!

viernes, 29 de abril de 2005

Desde la cama



No tiene sentido. Solo, no tiene sentido. ¿Dónde está el otro? Asomado a la ventana. No tiene sentido, míralo. ¿Qué hace? Espera. Un pie que lo machaque, que lo lleve y lo traiga, que lo guíe hacia aquí o hacia allá. No tiene sentido. Solo no esa nada. Lo he visto ahí nada más despertarme. Solo. El otro asomado en la ventana. Este espera.

Debilidades (II)

Helado / M. Twain / Lápices / Manos / F. S. Fitzgerald / Historia / Soledad / París / Cine / Cine a solas / Cine con ella / Pizza / Arena / Playa / Mar / Agua fría.

jueves, 28 de abril de 2005

Oficios Fascinantes (IV)

Para mantener una ciudad bonita hacen falta muchos gremios. Cuando paseo por esta ciudad me doy cuenta de que aquí hay un oficio fascinante. Porque para dejar una fachada impecable hay que montar un andamio, limpiar la piedra, tapar las grietas... pero al final tiene que venir un especialista a sacarle ell máximo fulgor a los dorados: el Abrillantador de Cornisas y Ornamentos Varios, en adelante ACOV.


El ACOV utiliza herramientas muy específicas. Con un pincel aplica un disolvente de excrementos de palomas, luego, con una kremel raspa sin dañar el metal. Luego da tarni-shield, el ungüento maravilloso que usaban nuestras madres para sacar brillo a la plata (y otros metales) el día antes de que viniera esa visita; y por último, el Abrillantador de Cornisas, para dar el toque final, extrae una gamuza pequeña y limpia, la desdobla, echa el aliento en la pieza a pulir y frota con el mismo cariño con que lo hizo Aladino, aunque con resultados menos espectaculares.
En Viena hay muchos dorados en las fachadas y estatuas. Y yo calculo que la plantilla de abrillantadores del ayuntamiento debe rondar los 45 artesanos. La media de edad es de 57, pero los más capacitados llegan a los 64.
Hace un par de años, en un enero especialmente crudo, Hannes Schnitzer, el más veterano de los abrillantadores de Viena, estaba acabando la estatua que véis en la postal. Echó el aliento y, antes de que pudiera empezar a frotar, se quedó congelado: tieso como la mojama. Tardaron los compañeros 15 minutos en darse cuenta y ya no había nada que hacer. Si hubiera estado sentado en el andamio habrían podido bajarlo, pero el buen hombre se había agarrado fuertemente al brazo que sujeta la corona de laurel para no caerse y no había manera de despegarlo.
Como los trabajos de restauración de otros edificios no podían esperar, decidieron que había que desmontar el armazón, aunque tuvieran que dejar allí a Hannes colgado hasta que la primavera lo ablandara y soltara el brazo de la victoria. Y así sucedió, tal como lo estoy contando.

Postal IV


Si un centroeuropeo pasea por un parque de Madrid y ve esta escena, irremediablemente piensa: "Desde luego, cómo son los espaöoles". Si un español pasea por un parque de centroeuropa y ve esta escena piensa: "Pobre hombre, debe tener problemas de próstata".

Humor

El humor es algo increíble. De golpe te cambia sin avisar y te deja descolocado. Porque tu estás de buen humor y vete a saber cómo te trastornas y frunces los morros, el ceño y la mano. Entonces la mano se llama puño y tiene un peligro mayor que una mano que se llama mano. El día invita a estar de buen o mal humor. ¿Qué día? A unos nos gustan los días de otoño más que los de primavera. Entre otras cosas porque en primavera nos pica la nariz, algo muy desagradable de todo punto de vista. Pues hoy es un día maravillo de primavera que no se ve desde el Hotel Sacher y el humor que me va y me viene es excelente. El humor es algo increíble, porque depende a quién mires, a dónde vayas o qué oigas reacciona de una manera o de otra. Haz la prueba. No falla.

Postal III


¿Este patito está despistados? ¿O soy yo el despistado? Está claro que es cada país tienen sus costumbres.

Postal II


No hace falta entender idiomas, porque el lenguaje visual de los iconos lo entiende cualquiera. Fíjense en este que hay en el metro. "En caso de emergencia llame por teléfono, use el extintor, y luego tómese una copita, hombre".

Postal I


El Hotel Sacher es una especie de Ritz pero en fino. Y en caro. La terraza da al Stadtoper. "Aquí es donde duermen Pavarotti o Domingo cuando vienen a cantar". En la terraza hay unas veinte mesas y una sola clienta. Una viejecita almuerza con un tercio de cerveza. Por como dobla la espalda el camarero se adivina que la viejecita tiene poderío. Le hago una foto a esta modélica habitante del primer mundo. Estoy seguro de que el camarero turco que me ha servido la salchicha en un kiosco de la calle se casaría con ella. Por amor.

miércoles, 27 de abril de 2005

¡¿Quién anda ahí?!

Los que superamos los 30, incluso, los 35, tenemos en la memoria a un personaje mítico de la televisión: Kung Fu. Una de sus frases más célebres, moviendo las manos lentamente delante de su cara, bajando el cuerpo ligeramente, en posición alerta, era: "¡¿Quién anda ahí?!" Alguien me ha descubierto. Cuidado con la carroza, que se convierte en calabaza. Las dos caras de la misma moneda.

Debilidades (I)

Bocas / Libros / Discos / Conversar / Culos / Ojos / La ciudad / Otras ciudades / Londres / Londres / Londres / Pasear / Ella / Ellas / Auster, P.

martes, 26 de abril de 2005

Son las tantas

Creo que lo mejor de la noche es que no suena el teléfono.
He llegado a Clamores tarde. El concierto de Lorenzo Solano estaba anunciado a las 22, mi experiencia me decía que empezaría a las 22,30 y ya eran las 23. Yo era uno de los artistas invitados. Bajaba por la escalera y escuchaba a mi batería y a mi bajista y a mi saxofonista. El mi aquí no es el de mi coche, ni el de mi lápiz, es más bien el de mi hermano.
También puede ser la tercera nota de la escala de do.
He saludado a H. a T. y a S. y me iba a sentar con ellos cuando Lorenzo me ha llamado desde el escenario. Ni tiempo para quitarme el abrigo, ni para un trago. He cogido los papeles y he subido. Estaba frío. Y nervioso.
-¿Cuál de las dos primero?
-Catorce Años.
-Joder, la que peor me sé (los músicos pensamos muchas palabrotas cuando estamos en el escenario)
Y todos me miran, no hablan pero están diciendo: Empiezas tú.
Este es el instante en el que yo debo buscar la concentración, calentar la voz con unas frases, comprobar que el micro está bien situado, que estoy a la altura adecuada, mover los dedos por el piano para notar el tacto de un teclado que no es el mío y que hace un año que no toco, evaluar cómo es la escucha -buena mala o regular para el piano; buena, mala o regular para mi voz; buena, mala o regular para los demás instrumentos-, verificar si tengo claro el tempo del tema, mirar si hay luz en el papel para leerlo bien, repasar la primera frase de la melodía y otras veinte cosas más o menos. Porque cualquiera de esos detalles puede arruinarme los próximos cuatro minutos y esos cuatro minutos son una eternidad. Pero yo no soy piloto, no tengo check-list, cruzamos unas miradas y salto al vacío. ¿A qué he venido si no?

Manosunidas

lunes, 25 de abril de 2005

Gominolas

Me he saltado el régimen. No era muy alto, así que no me ha costado mucho. Lo he respetado hasta las 6.37 de la tarde, que es una hora estupenda para romper las reglas. Me he levantado, he comprado una bolsita de gominolas y me las he zampado. Podría decir comido, pero es que me las he zampado. Con ansia. Desde que me he levantado sabía que me iba a saltar las normas que yo mismo me impuse hace un par de semanas. Para eso son mías, digo yo. La culpa, eso sí, es de la báscula, que me ha dado tantas alegrías en los dos últimos días que hoy le he sido infiel. He bajado de 88. Mi peso, no vayan a creer, no es mucho menos. Tres kilitos sería una maravilla: 85 y a correr. Como la báscula marcó el otro día 87.8 (me subí tres veces seguidas porque pensé que estaba rota o que me estaba engañando para incrementar mi autoestima) y como que ahora me he crecido un poco. Esto está chupado, me dije y me repité a mi mismo mirándome esa barriga que tiene los días contados. Así llego al verano como un pincel.

Que en cuánto estaba antes. Depende: ¿sentado o de pie?

La magia de los libros



Como tenía tiempo y hay pocas cosas que me gusten tanto como trastear en una librería, hoy me he pasado una hora colocándome con el aroma de la Antonio Machado, en los bajos del Círculo de Bellas Artes. He buscado sin una idea fija, sin un criterio predeterminado. He comprado con la misma actitud. Paseando la vista por las estanterías, en una esquina, he visto un libro que leí hace muchos años. Cuando digo muchos quiero decir al menos doce o trece. Me enganché desde la primera página. Era sábado por la mañana. Primavera, también. El domingo, de madrugada, cuando empezaba a clarear, lo terminé. Al libro, con el paso del tiempo, se le rompió un poco la portada. Un día, no sé si lo presté o qué, desapareció. Nunca más se supo.

Lo busqué con desgana en algunas librerías. Nunca lo encontré. No sé, sería una de esas rarezas que llegan a uno sin saber muy bien cuál es la razón y que no tienen mucho éxito.

Allí estaba hoy. ¡Ha aparecido! Y de la forma que lo ha hecho, no hay duda de que ese libro tiene que estar conmigo. No he titubeado un sólo segundo. Lo he cogido, lo he mirado y cuando he buscado el precio me llevado otra sorpresa: ¡estaba marcado en pesetas! Tengo ganas de llegar a casa y colocarlo en la biblioteca. No creo que lo vuelva a leer. Tengo mucho pendiente y vivo una época de lectura lenta. Se llama La redundancia del valor. Lo escribió Timothy Mo. Habla de la indepencia de Timor, de la guerra, de la transformación de los seres humanos. Casi tres lustros después recuerdo muy bien algunas escenas. Es la magia que tienen algunos libros.

Oficios Fascinantes (III)

Ayer estuve en el zoo. El zoo, un domingo por la mañana, es un sitio increible donde las bestias llevan a sus crías a pasear, les atiborran de helados y les hacen fotos con otros animales detrás. Los fosos están para proteger a los inquilinos, nunca a los visitantes. No vi ninguna conducta agresiva en ningún bicho (una pena, la verdad) y en cambio sí vi a niñas de cuatro años intentando golpear a un pavo real. Y madres envenenando a los perritos de las praderas con chorizo de Pamplona untado con Tulipán.

Pero no venía a hablar de esto.

Yo de mayor quiero ser Pedicuro de Elefantes. Por varias razones. La primera, porque sólo hay dos en todo el zoo -elefantes, quiero decir-. Ser pedicuro de gacelas no me interesa tanto. Al no tener más que un par de clientes el horario tampoco debe ser como para deslomarse. En segundo lugar, porque al pedicuro, tengo entendido, se le cuentan muchas más confidencias que al peluquero. Porque muchos seres se relajan cuando les tocan la cabeza, y sueltan la lengua; pero... ¿quién no se relaja cuando le tocan los pies?. Dicen que los elefantes no hablan. Normal, ¡porque les cuesta mucho relajarse! pero, con un masajito...

...-Me encantaría que me pintaras las uñas como las llevan esas mulatas orondas que vienen a verme. Que da envidia sólo verles asomar los dedos en las sandalias. Sí, rosa fucsia. Estoy harta de los grises y los pardos. ¿Camuflarme, camuflarme? Dónde me voy a camuflar yo en esta cochina parcela. Y ¿para qué? si no se me ha acercado un depredador en veinte años. Píntame las uñas de fucsia, mi amoool.
...-Pero Jenny, ¿tú sabes cuántos botes de esmalte tendría que comprar para hacerte una sola pata?
...-Con Titanlux mi niño. Eso sí: como tú sabes, brochita fina.

Y así se podría saber cuál es la elefanta sin tener que levantarle la falda. Y mejoraría su relación de pareja porque le daría vidilla.
Los elefantes tienen, porque la naturaleza les ha hecho así, una sonrisa perenne en la boca, y una tristeza profunda en los ojos, y los vellos del lomo de punta, como si les vivieran dentro inciertas emociones. Yo, de mayor, quiero ser Pedicuro de Elefan... -tas. Tocarles los pies, pintarles las uñas de rosa. Darles gustito y dejar que me cuenten.

domingo, 24 de abril de 2005

Cambio de manos

La mano que toca estaba de antojo y se ha puesto a escribir. Toda la tarde hilvanando palabras, que ya sabemos que todas están en el diccionario y sólo hay que poner una delante y otra detrás.


La mano que escribe estaba perezosa. De domingo. Se ha dedicado a recorrer las teclas del piano, para meterse en el pellejo de la mano que toca. Esto no se debe hacer. Altera la personalidad.

El Rodaje

Ya hemos hecho el rodaje.
Para celebrarlo y tomar algunas decisiones sobre el futuro de nuestro blog nos reunimos alrededor de una ensaimada acompañados por unos tés y N., que tiene voz pero no voto.
Y adoptamos por unanimidad los siguientes acuerdos:
1. Que estamos encantados con este experimento.
2. Que queremos más fotos de manos.
3. Que reeditamos el concurso pero organizándolo mejor (leed las bases; no vale reírse).
4. Que este blog está abierto para que lo lea el resto del mundo, así que recomiéndaselo a tus cincuenta mejores amigos porque queremos que vengan, pasen y vean.
5. Tenemos pensado añadir una sección hablando de películas, libros, discos y lugares en general, pero ahora no podemos porque ya bastante curro nos da el blog en sí.
6. Estamos abiertos a publicar posts vuestros, mandadlos al correo, no los pongáis en los comments. Como en los clubes baratos: "Reservado el derecho de admisión".

Bases del concurso:
1. El jurado se reserva el derecho de declarar desierto el premio si no tiene dinero para costearlo. O bien podrá decretar overbooking en Leganés, sin necesidad de justificarlo.
2. Cada mano participante mandará una foto de cuerpo entero y desnuda (la mano) con su seudónimo, y en adelante usará siempre el mismo, seamos serios.
3. Los comentarios sobre un post han de hacerse en ese post. Que si no nos volvemos locos.
4. Las descalificaciones entre concursantes están mal vistas.
5. Por cada acierto se contarán diez puntos. Al final del mes se hará un recuento exhaustivo para declarar ganador/a.
6. Se vota sólo sobre los post del mes en curso. Los que quedan de abril son de calentamiento, no se contabilizarán.
7. Todos los participantes aceptan estas bases y todas aquellas que se nos ocurran en el futuro, aunque no las comuniquemos. Por ejemplo: La chochona y el traje están comprados, pero no vamos a entregarlos en la edición de abril.
8. Si te da por pensar que estas bases son injustas, parciales y que benefician a los autores, tienes razón. Te será devuelta la cuota de inscripción pero ya no podrás participar (por listo).

sábado, 23 de abril de 2005

Respuestas



Acaba abril. Acaba este juego. Empezará otro. Antes, una petición de las dos manos: os pedimos que elijáis el que a vuestro juicio ha sido el mejor post de la mano que toca (ha escrito 26) y el mejor post de la mano que escribe (responsable de 17). Si es que lo hay. Algunos son, simplemente, invocaciones a la participación. Otro es exclusivo de 'mano sobre mano', porque no se aportó texto a su foto. Sólo una opinión, por favor, para que sea fácil entendernos. Ha sido un placer meter la lengua en el helado, mirar la lluvia, seguir las líneas de la carretera o pensar en el porvenir de güinidepú. Contad vuestros puntos. Por cada acierto, 10. El que tenga más será el ganador. Estamos en contacto para negociar el mejor motel de Leganés.

A dos manos: la mano que toca.
Empanadilla: la mano que toca.
Los pies: la mano que toca.
La otra mano: la mano que escribe.
El resgitro mercantil: la mano que toca.
La mano sin nombre: la mano que escribe.
Místico: la mano que escribe.
Circunstancias: la mano que toca.
E.R. Manos: la mano que toca.
Estás mejorando: la mano que toca.
Instrucciones 1: la mano que toca.
Equivalencias: la mano que toca.
El libro: la mano que toca.
El libro (II): la mano que escribe.
Deseo irrefrenable: la mano que escribe.
Pero, ¿entonces?: la mano que escribe.
Ques quis pas?: la mano que toca.
Acertijos: la mano que toca.
Oficios fascinantes (I): la mano que toca.
Esta es la mano que toca: la mano que toca.
Starbucks: la mano que toca.
Esta es la mano que escribe: la mano que escribe.
Post-feminismo femenino: la mano que escribe.
Cosas de hoy: la mano que escribe.
Lluvia a dos manos: la mano que escribe.
Oficios fascinantes (II): la mano que toca.
Conversación a2manos: la mano que escribe.
Operación bikini: la mano que escribe.
Esta es la mano que bebe: Cuantró y la mano que escribe (texto).
Kilos: la mano que toca.
La hostelería: la mano que toca.
Las siete similitudes: la mano que toca.
Las siete diferencias: la mano que toca.
La carretera: la mano que toca.
Escepticismo: la mano que toca.
Una historia de números: la mano que escribe.
Más manos: la mano que toca.
43.054 kilómetros: la mano que escribe.
Mano sospechosa: la mano que toca.
Gadget: la mano que escribe.
La mano tendida: la mano tendida y la mano que toca (texto).
La canela: la mano que toca.
Mano sobre mano: mano sobre mano.
Esencias de la vida: la mano que escribe.

viernes, 22 de abril de 2005

Esencias de la vida

"Grandes empresas de comida y bebida están estudiando un nuevo ingrediente en la batalla por los consumidores preocupados por la salud: ¡un producto químico que puede hacer que las papilas gustativas perciban azúcar o sal aunque no estén presentes!". (Melanie Warner. The New York Times).

Fue eso, claro. No otra cosa. Ahora me doy cuenta. Le pedí a la chica que estaba detrás de la barra una copa con sabor a besos. Pero besos sabor naranja, que me gustan de forma especial. Una vez probé los besos con sabor a fresas, pero me resultaron empalagosos. Como los que tienen sabor a melón. Un poco cursis, estos. No tardó en servirme. El mismo color del ronconcocacola tenía aquella copa; pero sabía a besos de naranja. Los besos de naranja son húmedos, lentos, fríos y tienen horario: las 6.53 de la mañana. Lo recuerdo de cuando las cosas tenían sabor-sabor. No como ahora, que casi todo tiene sabor-nosabor. ¿Menos calorías? Sabor-nosabor. La chispa de la vida con burbujas que no burbujean. Vencido, con un resacón provocado por besos de naranja adulterados, regresé a casa. Cuerpo de mujer con olor a cuerpo de mujer, con sabor a cuerpo de mujer. ¿Cómo sabía una mujer con sabor?

Mano sobre mano

jueves, 21 de abril de 2005

La canela

Hoy me he pasado.
Otra vez en Starbucks.
Se me ha ido la mano con la canela.
A mí me gusta la canela.
En el arroz con leche, en la leche merengada... y en el café.

Todos sabéis lo que pasa con la canela, a partir de cierta concentración, mezclada con café con leche se produce una reacción química que practicamente la solidifica. ¿Cómo estimar la dosis exacta antes de alcanzar el umbral de solidificación? Es muy difícil. Además en este establecimiento el vaso no es transparente y la película de nata montada (casí diría "edredón" en vez de película) que tienen encima estos cafés, que al echar, bien el azúcar o, en este caso la canela, se hace un agujero como un pozo sin fondo y no se puede medir cuánto ha caído. Tenía el vaso apoyado en el poyete y al ir a levantarlo pesaba como si estuviera lleno de perdigones. El segundo síntoma ha sido que al meter la pajita y dar un sorbo se ha atascado. "Houston..."
Y aquí me han venido las dudas. Si me lo tomaba podía llegar a bloquearme el esófago y tener que ser atendido por el SAMUR. Y tirarlo... ¡era de los de cuatro euros con cincuenta! ¿Qué hacer?

Podía intentar desmontar la tapa del dispensador de canela y decirle al camarero que se me había caído de golpe. Pero van soldadas (supongo que para evitar vandalismos). No, no es buena solución. Y ya empezaba a arremolinarse la gente que quería servirse. Opto por retirarme discreto a un rincón donde meditar la maniobra. A la desesperada pongo el dedo en el agujerito de la tapa y agito vehementemente (anda, qué palabra tan linda vehementemente). Empeora. No sólo no consigo revertir la reacción sino que, al remover, se va consolidando toda la mezcla.

Lo típico sería montarle un número al camarero aprovechando que hay cuatro en la cola. Que qué vergüenza, que cómo pueden haberme puesto ese café, que me saquen el libro de reclamaciones... Pero no me va el escándalo. Así que me armo de dignidad, como de profesor de universidad, joven, pero que ha estudiado mucho, y me dirijo al mostrador. Miro a los ojos al camarero y sin levantar la voz le digo: "Este café (pausa dramática) se ha coagulado". Lo digo con tal convicción que el camarero se ve sin fuerzas, no solo para llevarme la contraria, sino incluso para intentar averiguar qué narices he querido decir con eso de coagulado.
- ¿Quiere que se lo cambie?
Cambio de registro hacia cierta condescendencia sin perder el rigor.
- Anda, anda, dame un brownie de esos, que se me han quitado las ganas de café. No, de ésos no, de los grandes.
Obedece diligentemente y sin rechistar. Hago mutis por el foro. Muy rico el brownie.

La mano tendida


Primero apareció la mano que toca, luego la que escribe, luego la que bebe y hoy te miro y no estás aquí nos tiende su mano. ¿Dónde está la tuya?

Gadget

Este era un inspector de dibujos animados que salía en la tele y que el único efecto que provocaba en mi entorno era que la conversación se acababa porque algunos, con la mandíbula caída, se quedaban pegados a la tele. El inspector en cuestión era, sobre todo, estúpido.

Pero esta vaina va de otra cosa. De esos artilugios que deben resolverte la vida y que, al menos por lo que veo, te convierten en un decomisos de última generación.
Móvil polifónico: dícese del cachivache que pone en evidencia tu grado de madurez.
iPod: dícese del cacharro que pone en evidencia tu grado de pijoterío. Incluso de estulticia, dado que George W. Bush también tiene uno. (Me encanta la W. ¿Será de wanaco?).
Palm: dícese de la máquina que te organiza la vida. Eso sí, siempre y cuando te acuerdes del rincón donde has apuntado qué has de hacer con tu vida. Hay quien combina esta opción con una agendita que le han regalado en el carrefur por comprar tres sandías en invierno.
Cámara de vídeo: indudablemente, detrás lleva un padre.
Cámara digital de fotos: nunca das con la configuración precisa y los ojos te salen rojos, las imágenes movidas y se te acaba la batería en el momento más divertido.

Hay quien, además, tiene un gadget para cada gadget. Conozco una que lleva el móvil en un calcetín. Dice que es una funda para el móvil, pero yo la he visto y es un calcetín. A mi no me cabe, claro, pero es un calcetín.

Hay quien duda en comprar (Kurt, eres un genio) una funda de Gucci para su iPod. Esto es clase. Lo demás, querer y no poder.

Pero el colmo lo protagonizan esos que llevan todo esto encima -los hay- y cuando les llega un sonido de alguna parte de su cuerpo empiezan a palparse por aquí y por allá hasta interpretar con bastante gracia el asejeré del gadget.

Nota: el teléfono móvil, como su propio nombre indica, es móvil. Dejarlo encima de la mesa a todo volumen no da resultado y sólo molesta a los demás. Para eso, ya existe otra opción que se llama teléfono fijo.

Nota: nunca metas la mano en el bolso de una mujer.

martes, 19 de abril de 2005

43.054 kilómetros

El cuentakilómetros del coche marca el paso del tiempo, como lo marcan las fresas o la nieve que nunca cae. El coche rojo ha dejado atrás 43.054 kilómetros y vidas que pasaron a través del cristal o que empezaron y terminaron en su interior.

Llantos, risas, música que recuerda un momento pasado. Silencios. Ideas que se desprenden si la ventanilla está abierta.

Mi coche tiene un cuentakilómetros que podría trabajar de cuentacuentos, porque guarda en su memoria creciente historias kilométricas.

Hubo una vez que escuchó un párrafo y otro y otro mientras una mujer lloraba. Hubo una vez que se enfadó y le abrió la puerta a una pasajera para que lo dejara en paz. Hubo una vez que acogió gente que no debía. Hubo una vez que el diálogo era monólogo porque nadie respondía desde los asientos vacíos de alrededor. Hubo una vez que decidió cambiar de rumbo, porque iba hacia un destino equivocado.

Más Manos

Queremos más manos.
Envía al email (lo hemos cambiado por fallos técnicos, perdona las molestias) la foto de tu mano.
Desnuda, claro.
Vamos, deja a un lado el pudor.

Una Historia de Números

Hace tres días, en la carretera de líneas rectas, pensé en que la historia de una persona se puede escribir con números. Me gustan los números. No mienten. La mía es esta:

1185, 7910585, 801, 7910474, 5/12/76 (un día luminoso que apuntaba calor desde temprano), 6/12/76 (un día lluvioso que apuntaba un panorama gris). 10, 5, 1979, 1982, 16, 1986, 22, 1989, 1992, 2, 1998, 44, 1999, 3, 2001, 4... Podría seguir. Pero no sé si hay final o los números son infinitos.

Escepticismo

En esta época no encuentro la inocencia.
Estoy como resabiado, resentido. A ratos.
Será cosa de la desilusión.
El caso es que pienso que si se me apareciera ahora mismo Michelle Pfeifer hace veinte años con su helicóptero, vestida sólo con un picardías (picardías y botas de montar en helicóptero, claro) y me dijera: "Eres el hombre de mi vida, estoy locamente enamorada de ti, de cada uno de tus huesos y de lo que los recubre. Y me quito la vida si no te vienes conmigo a mi rancho de trescientas hectáreas donde los bocadillos de mortadela son siempre de paté de oca y en la bañera hay tres grifos: frío, caliente y champán.". La miraría de soslayo y diría para mí: "Ya, el viejo truco del rancho".
No encuentro la inocencia,
y estoy seguro de que la había dejado por aquí..

La Carretera



La carretera es un consuelo muy bien diseñado.
A quíen inventó la carretera, desde luego, tenían que hacerle un monumento.
Rayas a los lados para no salirse.
Consejos claros y concisos sobre qué hacer y qué no.
Una ciudad que alcanzar.
Y uno, o varios, caminos.
¿Qué más se puede pedir?

Las siete diferencias

A la mano que toca no le gusta el fútbol.
A la mano que escribe sí.

La mano que escribe lo tiene canoso.
La mano que toca no lo tiene.

La mano que toca tiene una hija.
La mano que escribe tiene dos.

A la mano que escribe le gusta el Idiazábal.
A la mano que toca no.

La mano que toca no tiene jefe
La mano que escribe sí

La mano que escribe, Cádiz
La mano que toca, Almería

La mano que toca y la mano que escribe
usan la misma talla de pantalón
pero esto no es una similitud,
es una diferencia.

Las siete similitudes

Las dos manos
- conducen un coche rojo,
- tienen hija, piano y estilográfica
- les gusta bailar gansamente
- escuchar jazz del que no marea
- meter y ser metidos mano
- provocar
- los helados jaguendás, la cocacola, las sorpresas

lunes, 18 de abril de 2005

La Hostelería

Si en un menú del día de 7€ aparece la inscripción "chuletas de cordero" como opción de segundo plato puede ocurrir uno de los siguientes casos:
a) que el plural esté mal utilizado.
b) que el cordero tenga hasta segundo de la ESO.
c) que sobraran de la cena de empresa del viernes pasado.
d) que se esté propagando por el mundo una enfermedad tipo vacas locas y tú no te hayas enterado.

Hoy he entrado en un bar y había en el menú "chuletas de cordero".
-¿De segundo?
-Escalope

Kilos


El otro día, una amiga me dijo: Yo creo que has cogido unos kilitos. Yo callé mientras en mi cabeza un poli americano le decía a un pandillero: "Tienes derecho a guardar silencio, todo cuanto digas podrá ser utilizado en tu contra". Pero como soy consciente de que debo preservar mi sexapil para mi trabajo de rocanrol star -y también para los otros- decidí que en los próximos días tenía que pasar por el trance de pesarme y, en su caso, tomar las medidas correctoras oportunas. Y esta mañana lo he hecho: con dos huevos.

El resultado en la cabecera de este post.

Pero debo contextualizarlo porque las cifras, así, frías, pueden inducir a error.
Yo normalmente estoy entre 100 y 110 kilos. Los 100 suelen indicar que hago un poquito de deporte, como en casa regularmente, visito la sexualidad asiduamente y duermo mis ocho horitas. Los 110 suelen venir acompañados de estreses laborales, ansiedades afectivo-artísticas y ausencia casi total de deporte (tanto deportes de equipo como de pareja).

En mis mejores tiempos, anestesiado de Prozac, siguiendo dieta y obedeciendo a mi doctora alcancé un mínimo histórico de 97. Pero me duró poco. Las tías empezaban a decirme cosas por la calle (cosas que no eran me-deja-pasar-gordito) y yo como iba colocado con drogas recetadas y mentalizado pro-ensalada y autocontrol no les devolvía el guante, total que me daba igual.

Mi último tonelaje lo había realizado en septiembre bajo auspicio médico e indicaba 110,4. "Malos tiempos para la lírica", pensé yo. Pero la institución sanitaria desaconsejó la dieta con el siguiente argumento: "si añado una preocupación más, lo próximo que te receto es la camisa de fuerza: lo postergaremos".

Que en estos últimos meses yo haya pillado novecientos gramos con los reveses que me ha dado la vida es un auténtico éxito. Eso pensé al salir de la farmacia, y para celebrarlo me encaminé al súper a por un par de donuts (uno concho y otro sincho, como a mí me gusta). Pero al ir a dar el paso definitivo rectifiqué: ¡Psch! quieto/parao, que ya tienes encargada la camiseta de sealquila, y tienes que lucirla con donaire. Junté los índices con los pulgares y mascullé OMMMMM. Y como estos alardes de rigor personal y vida ascética y llena de privaciones no me gusta que queden en el ámbito privado (a Santa Teresa tampoco, por eso escribía, la muy diva) pues lo publico en Madrid a 18 de abril de 2005.

Esta es la mano que bebe




Cuantró es la primera mano que se anima. Interesante mano que no hemos sabido descifrar si es de hombre o de mujer. La mano que escribe se inclina por decir que es de hombre, la mano que canta tiene dudas y se fija en las uñas para tratar de aclararlas. En lo que coinciden ambas es en que esa copita se la ha robado a la abuela.

sábado, 16 de abril de 2005

Operación bikini

En las estanterías de la tienda ya empiezan a verse más productos light que los de-toda-la-vida. En la nevera, desde el jueves, hay queso de burgos, yogures desnatados (pero danone), leche desnatada (en envase rosa), pan integral, cocacolalight con esencia de limón, mucha fruta, unos tomates que se te saltan las lágrimas sólo de verlos... En el armario, mermelada de naranja-amarga-diet.

Me tengo que quitar un poquito de cintura, pero sólo un poquito, no se vayan a creer. No es difícil: comer ordenado, dejar las gominolas, no comer tres raciones de pan antes de cada comida, beber muchísima agua, tener claro que con una copa de ronconcocacola es suficiente (no hace falta tomar siete porque además te duela la cabeza), admitir que es posible compartir los botes de medio kilo de helado sin sufrir un colapso nervioso. Que es posible, incluso, no comérselo del tirón. Las patatas fritas, son prescindibles. Lloras un poquito y se te pasa la tristeza. Si se hace ejercicio, mejor. Sin cansarse.

¿Estamos de acuerdo? Error. Con la despensa llena de buenas intenciones, cojo el e-pé-ese de la semana pasada como haciéndome el distraído y me encuentro un artículo que dice que todo lo light engorda más. Que nos engañanan, vamos. Y que no tenemos ni idea de consumir light. Que mejor una cucharadita de mayonesa normal, que tres de light; mejor la mermelada de toda la vida que la mermelada-diet, que tiene fructosa y eso es lo peor.

Se te queda cara de qué-le-vamos-a-hacer-habrá-que-comérselo ya que lo hemos comprado. El castigo no ha terminado, porque de golpe te dicen que ¡lo integral es integral, pero engorda igual que lo que no es integral! Engordas, pero más sano. Además, la cesta de la compra incrementa su coste entre un 20% y un 30% más. Ayer por la noche me metí una ración de morcilla y dos cervezas que me dejaron un cuerpo estupendo. Que le den al bikini.

Conversación a2manos

¿Casualidad? No sé. Las dos manos nos encontramos ayer en la plaza de Santa Ana. Aplacada la sed con una caña y una cocacolalight -cada uno a lo suyo- reflexionamos sobre:
a) Deberíamos publicar un post consensuado dando unas pautas claras sobre el acertijo y sus consecuencias. ¡Yo no me quiero ir a Leganés con un tío lleno de pelos! Ni siquiera con un tío. Así que a los tíos hay que dejarles claro que van ellos solos, y a las tías que estamos dispuestos a llevarlas en coche hasta el motel y ya se verá si nos invitan o no. Por cierto, ¿hay moteles en Leganés?
b) Hay que tomar por costumbre añadir fotos. Queda más elegante y nosotros, si somos algo, somos elegantes. De frente somos más elegantes que de perfil.
c) ¿Ponemos nuestras fotos? Eso revelaría nuestra identidad, pero nunca quién escribe qué; a la vista está que ni los más allegados -que tienen nuestra identidad muy identificada- aciertan ni una. Bueno, si acaso aciertan dos.
d) Hay que crear una dirección de correo electrónico para que los 'fans' envíen fotos de sus manos. Las iríamos colgando (o no) y seríamos a5manos, a20manos, manazas... Pueden enviar, incluso, sugerencias.
e) Escribir post que aclaren más la personalidad y características de cada uno. Por ejemplo: la mano que canta tiene una hija, frente a la mano que escribe que... también tiene una hija.
f) Pusimos sobre la barra del bar muchos oficios fascinantes que iremos contando. Alguno se cayó de la barra y se perdió entre las cabezas de gambas y servilletas. Sería fascinante pero no aguanta ni media caña, oye.

viernes, 15 de abril de 2005

Oficios Fascinantes (II)



Ponedor de Conos Naranja. Sí, ya sabes, el tipo que se sienta en el borde de la caja de un camión y recorre la autovía en sentido contrario (porque va de espaldas) y va colocando los conos de color naranja fosforito para habilitar el carril adicional.

No me digáis que no os gustaría un curro así. Sólo se trabaja un par de horas los fines de semana y en las operaciones salida y retorno, pero a conciencia, con la máxima entrega. ¡Qué precisión! Si es que los ponen al milímetro. ¡Qué riesgo!, porque si se cae del camión de da un morrazo importante. Pero lo que más me apabulla es esa capacidad para no dudar. Porque si duda: "lopongo-nolopongo-lopongo-nolopongo" pierde la oportunidad y hay que mandar al conductor del camión parar, dar marcha atrás... y se forma un pitote (qué bonita palabra "pitote") de Padre y muy Señor mío (qué bonita expresión, qué castiza).

Me he informado, y me he enterado de que al principio el Ministerio de Fomento traía especialistas en budismo zen, japoneses que habían estado varios años en un monasterio peinando jardines de arena blanca y tirando con arco sin dar en la diana pero acercándose mucho y disfrutando un huevo -como disfrutan los zen, todo hacia adentro-. Pero luego empezaron a hacerlo con gente de Albacete que alcanzaba resultados similares y al terminar la jornada se podía tomar una caña con ellos.

Para los que no lo sepáis, este oficio pasa de padres a hijos, como en los antiguos gremios. El hijo, a los diez años más o menos, empieza a acompañar al padre, se pone al lado y le va alcanzando los conos (lo habréis visto, en los camiones siempre van dos) y así pasa años y años fijándose muchísimo y tomando buena nota. Llega un día en que el padre de puro viejo ya no tiene fuerzas para abrir la mano y soltar el cono, entonces cae a la autovía arrastrado por éste y su hijo le reemplaza sin que se note, entre cono y cono, sin parar el camión siquiera. El padre, consumido por la edad y la entrega a un trabajo duro hasta su último suspiro, se va alejando, confundiéndose con la propia carretera, inconporándose a la nacional, fundiéndose con el asfalto. Y el hijo vierte unas lágrimas al ritmo implacable, cadencioso y perfecto de los conos. Las justas. Con templanza.

jueves, 14 de abril de 2005

Lluvia a dos manos


Me gusta la lluvia cuando estoy en casa.
No me gusta cuando estoy en la calle.
Me gusta mucho cuando voy en coche.
No me gusta cuando estoy andando.
Me gusta mucho en verano.
Me gusta poco en invierno.
Dicen que con la lluvia crece el pelo. Ironías de la vida.
Luego están los que sueñan con un beso bajo una lluvia torrencial. Ven muchas películas y no saben que se van a resfriar.
Me gusta la lluvia en el sillón de orejas de un Starbucks, pero mejor un té que un café.

Cosas de hoy

Me gusto.
¡Cásate conmigo!
Me vibra el cuerpo.
Ese ... me vuelve loco.
Déjame tocarte como un blues.
Nada sabe tan dulce como tu boca... tan sólo alguna cosa que no se nombra.
He paseado.
Decididamente, Güinidepú lo debe pasar fatal en verano.
Decididamente, nadie acierta.
Decididamente, en casa hay un piano... y una estilográfica.

Post-feminismo femenino

El domingo, un día espléndido para pasear por el Retiro, sin ir más lejos, comí con dos amigas. Una tercera se sumó a los postres. La conversación derivó hacia esa actitud un tanto agresiva que los hombres, bien cantemos, bien escribamos, detectamos últimamente en las mujeres. Dos horas y media de charla no sirvieron para nada. Quizá sí, pero más bien para poco. Mejor hubiera estado en un Starbucks hablando solo. Pero... dos días después, pasada la medianoche, oí a una escritora decir en una entrevista que ella se declaraba post-feminista femenina, que le encantaban que le dijeran que estaba muy buena, que eso no era machismo ni nada, y que entendía que fuera una feminista una mujer subyugada, pero no una parisina, no una londinense, no una-mujer-del-primer-mundo liberada. Claro, que a lo mejor Madrid no es el primer mundo. ¡Lo dijo ella! A mi no me pidan cuentas. Además, he de decir que es la mujer a la que mejor sientan los vaqueros. Y pasa de los cincuenta. Seguro. Y yo no, tú que te crees.

miércoles, 13 de abril de 2005

Esta es la mano que escribe

Starbucks

En las cercanías de la Puerta del Sol he terminado de comer y aún me faltan dos horas para mi cita con los actores. Las tres de la tarde es una hora muy mala, bajan las defensas, y ya me veo yo rogándole a una viejecita que me deje subir a su casa a echar una siesta, cuando me acuerdo del Starbucks de Arenal.

En Starbucks el café es caro, pero lo es porque los clientes pagamos a escote el alquiler del local y las comodidades y el hilo musical sofisticado y el rollito internacional y que te puedas echar todo el azúcar que quieras y robar pajitas y removedores de madera. Si lo miras así no es tan caro. Pero aun pareciéndome que el sablazo está justificado tengo una queja con respecto a estos establecimientos tan útiles para corazones homeless. Y es que los precios no deberían subir por el número de empujones expresso, o si lleva nata o chocolate, ni siquiera por si el vaso es pequeño, mediano o grande. Sino por si te toca sillón de orejas o silla de palo, si te toca ventana o rincón.

Esto es importante, y los gestores, que seguro son de los que tienen máster cum laude por la universidad de Alabama, deberían darse cuenta. Por si acaso yo les voy dando toques: entro al local, y antes de pedir subo a la planta de arriba. Si hay sillón de orejas junto a la ventana bajo corriendo y pido capuccino grande con dos empujones, nata y un pastelito brownie. Si sólo quedan sillas, americano pequeño mondo y lirondo. Eso sí, a ambos les echo azúcar hasta que hace isla y un dedo de canela, que eso es gratis. Si cunde el ejemplo digo yo que acabarán dándose cuenta, los gestores.

Qué pena que no me guste el café.

Esta es la mano que toca


martes, 12 de abril de 2005

Oficios Fascinantes (I)

Hace tiempo que recopilo una lista de oficios fascinantes. Y ya que el blog me ofrece esta oportunidad -y otras- voy a comenzar aquí una serie para describirlos.
El primero es el de Hombre Que se Mete Dentro de Muñeco. Las siglas son Q.M.D.M., pero para simplificar lo llamaremos Muñequista.
El otro día en el Retiro mi hija me llamó la atención: Mira papá, hay tres Güinidepús. Luego me fijé y también había dos Esrecs, un Miqui, una Mini y también un par de Plutos.

Las líneas de investigación filosófica reflexiva que iniciamos mi hija y yo ante este espectáculo fueron distintas. Se las muestro sucintamente.
Yo pensaba:
¿El muñequista nace o se hace?
Puesto que ese traje tan grande no cabe en una bolsa, ¿sale así vestido de su casa?
Y, en ese caso, ¿llevará la cabeza puesta o bajo el brazo?
Si en el Metro un niño le dice me quiero hacer una foto contigo... ¿accederá? ¿Le cobrará más por ser horas extras? ¿Cómo pasa Güinidepú por los torniquetes del Metro? ¿Usa billete de niño o de adulto?
¿Pagará el muñequista autónomos?
Es muy probable que sea una profesión con riesgos laborales importantes. Sobre todo la deshidratación y la sobrecarga del brazo derecho de tanto decir adiós; en menor grado las agresiones por parte de los niños, ya que el traje protege bastante.
En las mecas del muñequista como son Disneilán-parís y Disneilán-detodalavida ¿habrá sindicato de muñequistas? ¿Qué escalafón ocuparán? Lo suyo sería que el sueldo mayor fuera para el director de la instalación y el segundo para el muñequista que hace de ratón Miqui (lo escribo españolizado porque me da la gana), digo yo.

Uno de estos muñequistas, en verano, sometido a temperaturas de hasta sesenta grados dentro del traje, podría, perfectamente, con el afán de sobrellevar el esfuerzo, entretenerse mirando a las patinadoras mientras saluda a los niños -la sonrisa no se le borra jamás-. Y algunas patinadoras están de impresión -de impresión en monedas de dos euros en vez de la cara del pazguato del Rey-. Si el muñequista, por efecto de las patinadoras, sufre un calentón (en su caso recalentón), es evidente que el traje no le aprieta y que no va a tener el consabido problema de cómo me la recoloco yo sin que se note. Pero psicológicamente debe ser muy duro gestionar una erección mientras se reparten caramelos a los niños. Sobre todo cuando, me consta, los muñequistas son gente sensible y muy preocupada por el mundo infantil.

De este conflicto le puede salir al muñequista otra enfermedad laboral, de orden psicológico, mucho más grave que las que hemos descrito antes. Claro, esto me lleva a otro punto. El Máster en Riesgos Laborales de CEAC que anuncian por la radio todas las mañanas, ¿contempla los riesgos laborales del muñequista?

Para mi hija el problema era otro.
-Papá, los dibujos de Mickey Mouse (lo escribo sin españolizar porque mi niña habla muy bien inglés para su edad) son una tontería.
-¿Por qué?
-Ningún niño se puede creer que un perro y un ratón sean del mismo tamaño. Un ratón es tan pequeño como la pezuña de un perro, dijo mi hija.
Me temo que es el principio del fin.

lunes, 11 de abril de 2005

Acertijos

Este blog lo escriben dos personas distintas. Esas personas (en adelante, manos) son distintas y hacen en la vida cosas distintas. A una por ejemplo le encanta cantar, y la otra no canta casi nunca. Bueno, canta las cuarenta y con tinta, por escrito. Una desenchufa rigurosamente la taladradora para cambiar la broca porque un día se cortó un dedo podando (para tí puede que no tenga relación, pero él quedó escarmentado de toda la gama blackandecker. Las carga el diablo). La otra mano no se entiende bien con los perros, y para él los únicos que admira son The Boxer de Simon and Garfunkel, el Hound Dog de Elvis Presley, y el Hot Dog en sus distintas versiones.

El acertijo es saber quién ha escrito qué post. Parece fácil pero ni los/as más cercanos aciertan. Esto está resultando muy divertido. Les invitamos a que lo intenten. Envíe un comentario si creen que saben quién es el autor. Por cada post acertado le daremos diez puntos, y cuando reúnan cien puntos... ya se nos ocurrirá algo. Una muñeca chochona, un disfraz de cowboy o un fin de semana para dos personas en un motel de Leganés. Vamos mójate.

Ques quis pas?

Anoche fui a escuchar a Ques Quis Pas a un sitio que se llama ContraClub en la calle Bailén. Yo estaba trabajando y me llamó la otra mano. Nunca había estado en este garito. La fauna era curiosa ¿Quién sale un domingo por la noche a escuchar un concierto? Alguien a quien no le da miedo el despertador del lunes. Pues ese tipo de gente estaba en ContraClub anoche. Y yo, que por decencia, timidez y esas cosas, no me defino.
Fui solo, porque la otra mano se quedaba en casa con un plan de seis años. Salir a un espectáculo es como ir al gimnasio: cuesta (dinero y esfuerzo, sobre todo esfuerzo) pero luego te alegras. Y por la misma razón que con el gimnasio, porque sales mejor persona.
Además con Ques Quis Pas escuchas buena música, bien tocada, bien cantada y bien seleccionada. Yo no les conocía, fui porque la otra mano se puso verdaderamente plasta. "No te los puedes perder, te juro que no te vas a arrepentir".
Este dúo de piano y cantante-actor son como el Vega Sicilia del off-Madrid. Por veteranía pero sobre todo por calidad. Disfruté como un niño entregado a sus bromas y a sus delicadezas. Y volví a casa con la sensación de que esta ciudad encierra todavía muchos secretos. Y que sería bueno descubrirlos todos. O no.

domingo, 10 de abril de 2005

Pero, ¿entonces?

Cuando te da por pensar asumes un riesgo.
Cuando piensas en ella te puedes poner de mal humor, o sonreír. Puedes caer en la tristeza de la nostalgia o entrar en una espiral de rabia y malos recuerdos. O, sencillamente, te puedes poner. Depende de quién sea ella.
Si ella es la que es, pues vale. Si es la que quieres que sea (que a veces coincide y es la que es) quizá se abran otras posibilidades. Si ella no es nada. Pues nada.
Cuando te da por pensar asumes un riesgo.

Deseo irrefrenable

La boca se me hace agua.
La lengua busca.
Cierro los ojos.
Ahí está.
Mmmm.
Hundo la lengua.
Oigo.
Siento.
Mmmm.
No hay nada que me guste más que el helado.

El libro (II)

En ocasiones se acumulan varios libros junto a mi cama. Algunos no tienen lectura continua. Sirven de consulta, sólo. Otros los devoro y los regurgito sobre la biblioteca. A veces pienso que tener muchos libros, aunque no dé tiempo a leerlos todos, ayuda a aprender; como si sus historias bajaran los peldaños-baldas y se escurrieran entre las sábanas hasta trepar a la cabeza.
Hay libros que ejercen una atracción fatal: cómo me gusta... pero lo dejaré para otro momento. Y sí, los libros siempre están calientes.

sábado, 9 de abril de 2005

El libro

Al acostarme dejo el libro en el suelo. Porque esta cama nueva en casa nueva es baja, y porque no tengo mesilla. Ni falta que me hace. Me estoy dando cuenta, en esta etapa de exilio, de que verdaderamente son muy pocas las cosas que me hacen falta. Un libro. Me duermo pensando que es una pena que los libros no tengan temperatura, como los mamíferos. Es una pena que no tengan latidos cuando lo que contienen tiene tanta vida y, muchas veces, tanta emoción y, muchas veces, tanto humor. Vida. Que tengan la sangre caliente los ministros y los libros no, es una señal inequívoca de que andamos muy mal.

A la mañana siguiente me despierto regular después de haber dormido mal. Abro el ojo y veo el libro en el suelo, como un amigo que vigila a un convalenciente. A falta de un cuerpo que acariciar decido que me apetece tocarlo, cogerlo. Lo hago. ¡Está caliente! Mientras averiguo si es mi imaginación, mi poca solvencia afectiva o un prodigio de la naturaleza se me caen dos lagrimones como puños. ¡Qué poquita cosa somos! Y por la mañana menos. Cuando se me estabilizan las constantes emocionales decido que hay que levantarse como un hombre -más o menos-, y pongo los pies descalzos en el suelo (las zapatillas de estar en casa son otra de las cosas que no echo mucho de menos). El suelo está caliente. Joder, la calefacción va por el suelo, ya decía yo que no veía radiadores en esta casa.

La ducha. Medio contento, medio triste, medio despierto, medio dormido.

jueves, 7 de abril de 2005

Equivalencias

Hoy me he enterado, por una fuente muy fiable, que un sólo bombón ferrerorroché (de esos con granitos, riquísimos) equivale a mil latas de cocacolalait. En calorías, se entiende.
Por un lado me ha dado cargo de conciencia haberme comido una caja de 16 en apenas tres días (unas dieciseismil latas de cocacolalait).
Pero por otro me he alegrado porque si me hubiera tomado dieciseismil latas de cocacolalait en tres días ahora tendría muchos gases.

Instrucciones 1

Cuando no vaya usted a usarla en varios días, lávela bien. Métala debajo del chorro del grifo, un buen rato, agitándola. El agua ni muy fría ni muy caliente, que si no el tubito de dentro se puede deformar. Y luego séquela bien antes de guardarla. Así le durará muchos años en buenas condiciones. Son veintisiete euros.
Esto me dijo el tipo que me reparó la estilográfica.


miércoles, 6 de abril de 2005

Estás mejorando

Me he levantado esta mañana con ganas de pedirle matrimonio a la primera mujer que me encuentre por la calle. Y lo que es peor, me he levantado con ganas de que me diga que sí. Debe ser la celulitis que me está afectando a las neuronas: celulitis mental. Me he levantado esta mañana con ganas de salir a la calle y pisar todas las mierdas de perro que me encuentre. ¿No dicen que pisar una trae suerte? Pues ya está, sales a la calle pisas veinte y luego compras un cupón de los ciegos, si no te toca así, desde luego no te toca. Esto de salir a pisar mierda suena a autodestructivo, no me digas que no, pero más autodestructivo es ir pidiendo matrimonios por ahí, ¡y que te digan que sí! Por eso cuando he pasado del pensamiento de los matrimonios al de las mierdas de perro he pensado: Estás mejorando, chaval, vas bien. Si sigues así puede que acabes el día en... normal.

martes, 5 de abril de 2005

E.R. Manos

Te regaño por extenderte tanto.
Que esto es un blog, joder, no una novela.
Ah, se siente, dijimos que no había reglas.

Circunstancias



Circunstancias de la vida me han llevado a dormir en una cama un poco más baja que la mía, un poco más ancha que la mía y a cuarenta y seis kilómetros con setecientos metros de la mía. Como soy un animal de costumbres sigo durmiendo en la misma postura, del mismo lado y, frente a mis ojos, justo antes de cerrarlos, donde antes había una ventana ahora está la Enciclopedia Salvat de la Fauna.
Nunca habría pensado que la Enciclopedia Salvat de la Fauna pudiera ayudarme tanto. ¡Y sin abrirla! Da mucha paz esa imagen: 31 tomos encuadernados en granate con las letras blancas. Los tomos del 1 al 21 están ordenados numericamente de menor a mayor y perfectamente verticales. Los tomos siguientes están desordenados e inclinados apoyándose los unos en los otros. Dándome a mí, y al mundo entero, un bello ejemplo de solidaridad en el equilibrio inestable -desde que yo los miro, ninguno ha comido terreno a los otros y ninguno se ha caído de la estantería.
Quiso el destino que anoche cediera este servidor a la tentación de ordenar los volúmenes que estaban desordenados (dejándolos inclinados porque eso no me molesta). Y fue entonces cuando descubrí que faltaba el 24. Y que estaba repetido el 8.
Me entregué al sueño navegando entre la posibilidad de que el 8 fuera en realidad el 24 disfrazado, preguntándome si el veinticuatro sería Africa como el 23 y anteriores o Sudamérica como el 25 y posteriores. Y así visité camas situadas a distintas alturas que la mía, de distintos anchos y son distintas ventanas enfrente.
Acabé en la mía.
Cuando amanecía.
Raro como un tomo repetido en una enciclopedia.
Impreciso como un continente no descrito.
Sonó el despertador y yo me levanté.
Ausente, como el maldito 24.

Místico

Me gustan los bocadillos de salchichón. Esto no es místico.
Me gusta el helado. Esto tampoco.
Me suena la barriga. Eso no sé lo que es.
Me van y me vienen cosas a la cabeza. ¿Locura?

La mano sin nombre

Pueden decir lo que quieran, estar de acuerdo o en desacuerdo, pero, si se fijan bien, a estas alturas ya habrán descubierto qué mano escribe qué. ¿Sí? Pues yo no. hasta el punto que vivo una situación de esquizofrenia, porque a veces pienso que el autor de ese post (mensajes en envases de aire) he sido yo cuando la realidad es otra. Ha sido él. Mejor dicho, mi mano, su mano.

No fui al Registro Mercantil, pero como si hubiera ido. Ni me comí la empanadilla, pero como.... Demasiadas pistas estoy dando. La realidad es que por la mañana, ayer, estuve buscando un libro de Hans Küng en las estanterías de la FNAC, mientras hacía tiempo -30 minutos de tiempo- hasta que llegara mi cita. El libro no estaba, pero sí el espíritu mañanero de la FNAC: silencio, olor a libros, alguna mujer delicada sentada en el suelo pasando las hojas del periódico, un tipo desastrado que lee filosofía oriental y carritos llenos de historias que se van a llenar de polvo abrazadas por otras historias y otras y otras... Todas en fila.

¿Esta mano de quién es?

lunes, 4 de abril de 2005

El Registro Mercantil

Llego al Registro Mercantil a depositar el libro de cuentas de mi empresa. Mi empresa es ínfima y el libro de cuentas tiene menos páginas que el trabajo de los visigodos que hiciste en tercero de BUP.
-Aquí no es. Castellana 44.
Llego al Registro Mercantil (de Madrid) en Castellana 44. Espero una cola. Mientras espero pienso que los que trabajan aquí no pueden hacerlo por vocación que tiene que ser por dinero. Y que cobren lo que cobren me parece que está mal pagado porque... vaya sitio.
-Tiene que comprar un impreso en el mostrador número uno y rellenarlo y entregarlo en el mostrador número dos. Le darán cita para venir otro día a este mostrador que es el tres.
Espero la cola del mostrador número uno. Compro dos sobres (por si me equivoco) hay más papeles que en la matrícula de la universidad. Pido ayuda a un señor para rellenar el impreso.
Espero la cola del mostrador número dos. Cuando llego:
-Este impreso no es. No es un depósito de cuentas sino de libros.
-Pero oiga si esto es un libro de cuentas.
-Ya, pero no, tiene que pedir un impreso de libro y rellenarlo y entregarlo aquí.
Espero la cola del mostrador uno. Compro otro impreso. Lo relleno con ayuda de otro señor.
Espero la cola del mostrador dos. Cuando lo voy a entregar me dicen que no me pueden coger el libro porque está encuadernado en canutillo de plástico y que tiene que ir encuadernado con lomo que si no, podría sacar las hojas y falsificarlo. Le digo que lo traigo ya falsificado, como todos los demás, que eso sí me lo sabía. Que para qué iba a arrancar las hojas.
-Tiene que ser con lomo. Vuelva otro día.
Me cago en Dios y en su puta madre (la del tipo del mostrador y la de todos los registradores y subalternos del ministerio de economía por extensión) pero de pensamiento.
Los empleados de gestorías que aguardaban en las distintas colas me miran sorprendidos de que unos trámites tan fáciles me estén costando tanto esfuerzo y me dan todos a coro sus respectivas tarjetas. Acto seguido me dan todos a coro sus respectivas tarifas. Sonríen y a coro me dicen: "Y ya se puede dar prisa que al año que viene cambia la ley y será todavía más complejo". Está claro que los que trabajan aquí son todos vocacionales. En un mundo en el que puedes comprar un lanzacohetes ruso por internet sin moverte de tu casa, para entregar un libro de cuentas de diez páginas tienes que ir dos veces a Castellana 44 y esperar seis colas.
Otro día les hablaré de los notarios.

sábado, 2 de abril de 2005

La otra mano

Una mano va más veloz que la otra, por lo que se ve. Tiene más habilidad, más presteza o, acaso, más necesidad de contar lo que le pasa. Expresión interesante esta. Mirad, dice así: 'Lo que le pasa'. ¿En general o por algún sitio en particular? Le puede pasar por la cabeza o, sencillamente, le puede pasar. Esto hay que mirarlo con detenimiento, no vayamos a tener entre manos -entre las dos, claro- algo definitivo para la humanidad y... me estoy liando.

Me presento: soy la mano lenta, aunque a veces tengo ataques de ansiedad, me como la empanadilla de la mano rápida, la convierto en luna nueva y mientras tanto escribo sin parar. ¡Zas! Desapareció del plato. La empanadilla.

Dicho lo cual, ¿el amor es líquido o gaseoso?

Los pies

Es muy importante que yo me entere de si el amor tiende a subir o a bajar. Dentro del cuerpo, quiero decir. Que el amor está dentro del cuerpo, eso está claro. Y que se desplaza... eso es evidente. ¿A quién conoces tú que tenga el amor quieto toda su vida en el mismo sitio como si fuera el pancreas? A nadie. Ya sé: me diréis que el amor sube, baja, se desplaza lateralmente y cambia de forma. Sí, estoy de acuerdo. Pero además de esos movimientos impulsivos, explosivos y rápidos como olas, el amor tiene un movimiento lento, como una marea. ¿De dónde a dónde va? ¿En qué dirección?

Me explico. Por ejemplo unos pantalones. Se meten por los pies, suben y llegan hasta la cintura. Una vez que llegan ahí es muy raro que sigan subiendo. Tú ves a alguien con los pantalones en la cintura y piensas que se le podrán caer -poco a poco o de golpe-, que se los podrá quitar, pero es muy raro que suban más. Pero ¿y el amor?
No estoy loco. Digo esto porque noto que sus pies me quieren. Debajo de la mesa de un restaurante juegan al escondite y al pilla-pilla. Aunque estemos hablando de otra cosa o degustando un exquisito lomo de ciervo con espuma de arándanos. Cuando caminamos, sus pies se acompasan. En la parte de debajo de la cama, tanto si estamos despiertos como si dormidos, sus pies me buscan y se restriegan como un oso contra un árbol. Si el amor tiende a bajar se desplazará a las uñas y se escapará por ahí, quizá para no volver. Si es así lo llevo claro. Pero si el amor tiende a subir, poco a poco se extenderá por todo el cuerpo. Y así me querrá su estómago, me querrán sus riñones, luego me querrá su corazón, me querrán sus brazos, sus manos. Mmmmm, sus dedos. Y por fin, cuando llegue arriba, al final del viaje: me querrá su pelo.

Empanadilla

Ha dejado un plato en la mesa. Un plato blanco, y en él hay una empanadilla. Las empanadillas tienen forma de luna pero, ¿cuarto creciente o cuarto menguante? Mientras reflexiono intentando aclarar este interrogante le doy un mordisco. Y se hace la luz. Está claro. Las empanadillas siempre tienen forma de cuarto menguante.

viernes, 1 de abril de 2005

A dos manos

Significa vorazmente, con intensidad.
Aunque no lo he mirado en el diccionario.
Este blog lo escriben dos personas.
A dos manos.
Una derecha y una izquierda o viceversa.
Va a ser el primer blog ambidextro,
más o menos dextro pero bastante ambi.
Como dicen en la barraca de la feria: pasen y lean.
Una tocará los bajos y otra la armonía,
una cogerá el cuchillo y la otra el tenedor,
una lanzará la pelota y otra golpeará con la raqueta.
A dos manos.

Colección de manos

Pivo a2manos


La mano que conduce


Mi casa


2 manos y 1 pie


Manos en el metro

Mano sentimental

Mimano


Mano tendida


Mano que bebe


Mano sobre mano



La mano que escribe



La mano que toca



Mano sospechosa


Mano con ficha

Manos que leen

 Mano que peina otra mano



Manosunidas I


Manos unidas 2


Mano que mete mano


Manos en la playa



Manos con sueño

Manitas en la arena


Manos que beben




Mano en el pecho


Una mano delante y otra detrás




Mano Roja


Mano-mahou


Mano que descansa


Mano que quiere la luna


Mano que alcanza la luna


Manos que fuman



Mano que busca


Manostruz

Mudanza

Han pasado 7 años y pico desde que nació a2manos . Y ha sido una de las experiencias más emocionantes de mi vida. Auténtica, arriesgada...