Cuando te da por pensar asumes un riesgo.
Cuando piensas en ella te puedes poner de mal humor, o sonreír. Puedes caer en la tristeza de la nostalgia o entrar en una espiral de rabia y malos recuerdos. O, sencillamente, te puedes poner. Depende de quién sea ella.
Si ella es la que es, pues vale. Si es la que quieres que sea (que a veces coincide y es la que es) quizá se abran otras posibilidades. Si ella no es nada. Pues nada.
Cuando te da por pensar asumes un riesgo.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
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