jueves, 28 de abril de 2005

Oficios Fascinantes (IV)

Para mantener una ciudad bonita hacen falta muchos gremios. Cuando paseo por esta ciudad me doy cuenta de que aquí hay un oficio fascinante. Porque para dejar una fachada impecable hay que montar un andamio, limpiar la piedra, tapar las grietas... pero al final tiene que venir un especialista a sacarle ell máximo fulgor a los dorados: el Abrillantador de Cornisas y Ornamentos Varios, en adelante ACOV.


El ACOV utiliza herramientas muy específicas. Con un pincel aplica un disolvente de excrementos de palomas, luego, con una kremel raspa sin dañar el metal. Luego da tarni-shield, el ungüento maravilloso que usaban nuestras madres para sacar brillo a la plata (y otros metales) el día antes de que viniera esa visita; y por último, el Abrillantador de Cornisas, para dar el toque final, extrae una gamuza pequeña y limpia, la desdobla, echa el aliento en la pieza a pulir y frota con el mismo cariño con que lo hizo Aladino, aunque con resultados menos espectaculares.
En Viena hay muchos dorados en las fachadas y estatuas. Y yo calculo que la plantilla de abrillantadores del ayuntamiento debe rondar los 45 artesanos. La media de edad es de 57, pero los más capacitados llegan a los 64.
Hace un par de años, en un enero especialmente crudo, Hannes Schnitzer, el más veterano de los abrillantadores de Viena, estaba acabando la estatua que véis en la postal. Echó el aliento y, antes de que pudiera empezar a frotar, se quedó congelado: tieso como la mojama. Tardaron los compañeros 15 minutos en darse cuenta y ya no había nada que hacer. Si hubiera estado sentado en el andamio habrían podido bajarlo, pero el buen hombre se había agarrado fuertemente al brazo que sujeta la corona de laurel para no caerse y no había manera de despegarlo.
Como los trabajos de restauración de otros edificios no podían esperar, decidieron que había que desmontar el armazón, aunque tuvieran que dejar allí a Hannes colgado hasta que la primavera lo ablandara y soltara el brazo de la victoria. Y así sucedió, tal como lo estoy contando.

1 comentario:

  1. Después de muchos siglos, uno de los ángeles, insatisfecho con su estado de inmortalidad, decidió convertirse en humano para poder experimentar la vida terrenal. (El Cielo Sobre Berlín - Win Wenders-)

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