El cuentakilómetros del coche marca el paso del tiempo, como lo marcan las fresas o la nieve que nunca cae. El coche rojo ha dejado atrás 43.054 kilómetros y vidas que pasaron a través del cristal o que empezaron y terminaron en su interior.
Llantos, risas, música que recuerda un momento pasado. Silencios. Ideas que se desprenden si la ventanilla está abierta.
Mi coche tiene un cuentakilómetros que podría trabajar de cuentacuentos, porque guarda en su memoria creciente historias kilométricas.
Hubo una vez que escuchó un párrafo y otro y otro mientras una mujer lloraba. Hubo una vez que se enfadó y le abrió la puerta a una pasajera para que lo dejara en paz. Hubo una vez que acogió gente que no debía. Hubo una vez que el diálogo era monólogo porque nadie respondía desde los asientos vacíos de alrededor. Hubo una vez que decidió cambiar de rumbo, porque iba hacia un destino equivocado.
Pequeñas historias, melodías de insomnio, mensajes en envases de aire, días de tristelicidad...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Escribiendo en la cama
Estoy escribiendo en la cama. Tú duermes. Hace mucho calor esta primera noche del verano. Es por eso que has apartado la colcha de un...

-
Me he levantado esta mañana contento. Cantando cosas del Dúo Dinámico que debieron quedar fosilizadas en los rincones de la memoria como pe...
-
Luisito, el hijo de los de la mercería, estudiaba mecanografía . Todas las tardes le veíamos cruzar la calle con su carpeta azul Centauro , ...
-
Entraba dispuesto a contar cómo una breve llamada de teléfono es suficiente para devolverte a la realidad, cómo el primer ring es, ciertame...
Adivino que es la mano que toca...
ResponderEliminarSeguro.